Elegir el problema en el que te quieres centrar también conlleva una gran responsabilidad y se basa en pura asertividad. TaeHyung no sabía si centrarse en el problema con JungKook, o en el problema consigo mismo. Sí. Aunque no lo pareciera, ambos problemas eran distintos por completo.
Los dos tenían que ver, a cierta medida uno, con JungKook. Pero no eran iguales.
No había visto a MinGi por unos días (él estaba ocupado organizando una fiesta para HoongJoong), eso empeoraba las cosas aún más. En los últimos dos meses y medio, o quizá un poco más, MinGi había sido su buen amigo. Su único mejor amigo. La manera en la que intentaba ayudarle mientras le decía que todo pasaba por algo. No le creía. Todo pasaba por elección, esa era su idea. No obstante, el simple hecho de que MinGi intentara hacerlo sentir mejor era reconfortante.
Recibió un mensaje de texto de YunHo: le pedía de favor comprar algunas cosas para adornar el salón en los siguientes dos días. No podía negarse. Muy aparte de que quisiera a HoongJoong (pero eso sí tuvo que ver) era claro que a MinGi le interesaba eso por obvias razones. El alto quería que todo saliera de maravilla y se encargaba de cada detalle con mucha dedicación.
TaeHyung bajó las escaleras, observando a su mamá sentada en la sala como de costumbre. Se acercó a unos pasos de ella y le sonrió, ella hizo lo mismo y bajó el libro que tenía entre las manos para prestarle atención.
— Mamá, ¿me prestas el auto?
— ¿Quieres manejar tú? —cuestiona su mamá con media sonrisa, asombrada—. Hace un año que no lo haces, ¿seguro que puedes hacerlo?
No manejaba desde que se hundió en un mar de dudas, desde que sus nervios estaban al punto de querer matarlo. ¿Pero qué sentido tenía estar así? JungKook causaba más problemas de los que lucían superficialmente. En ese mismo momento, tenía más problemas que JungKook, así que estaba bien.
— Claro que puedo, ¿dónde están las llaves?
— En la mesa.
La señora Kim había notado aquella actitud tan característica de su hijo; la manera en la que, después de sus trece años, las cosas en él se volvían extrañas. TaeHyung aprendió a conducir desde que tenía la capacidad de poner los pies en los pedales, y obtuvo su licencia provisional pronto. Pero desde que JungKook había hecho lo mismo, casi no conducía. Estaba feliz de que por fin TaeHyung se viera mejor: su salud mental estaba mejorando en cierta manera. Es lo que pensaba su madre.
TaeHyung caminó hasta la cocina, viendo detenidamente la mesa hasta encontrarse con el llavero de Minnie de su madre. Lo tomó entre sus manos y al recibir un mensaje de Yunho de nuevo, se puso a leerlo cuidadosamente. Sus ojos estaban tan pegados en el aparato que le resultó imposible sentir la presencia pesada de alguien más.
— ¿A dónde vas?
El mayor dejó caer asustado el celular sobre la mesa, dándose vuelta de inmediato con una expresión desfigurada. Cuando sus ojos se toparon con el pelinegro dudó un segundo en prestarle atención. Terminó dándose vuelta para revisar que su celular no estuviese estrellado o algo y disculpándose con YunHo por escribir algo muy mal pues se le cayó el teléfono.
Se dio vuelta una vez más, recargado en la silla del comedor y miró a JungKook que se movió por el lugar en busca de jugo o algo para beber.
— A ningún lado —respondió restándole importancia y paseando la vista por el reloj de la sala.
La risita de JungKook lo alarmó.
— ¿Seguro que no vas a salir?
— Qué importa.
— Mamá quiere que vaya contigo —le responde a lo otro con algo de enojo, como si el hecho de pretender hacerlo fuera vano—. Así que si no me dices a dónde vamos será algo incómodo.
— No quiero que vayas —responde TaeHyung medio gracioso. Por fuera. Por dentro, realmente lo consumía la energía de no tenerlo cerca—. No debes preocuparte.
JungKook alzó la vista de la mesa con seriedad, mirando fijamente al castaño enfrente suyo. Achicó los ojos un par de veces, juzgando lo que tenía enfrente. Evaluándolo, preguntándose por qué tanto problema si las cosas siempre habían sido de esa manera.
Chasqueó la lengua antes de hablar.
— Es que no me preocupo. Solo hago lo que mamá quiere.
TaeHyung ahogó las ganas de gritarle en ese mismo instante que dejara de molestar tanto. No lograba entender el sentido del juego. Iban y venían. En un segundo parecía interesado pero exactamente después era el tema menos importante en su mundo.
Ese tipo de cosas eran las que, en realidad, lo sacaban de quicio. Desde siempre. Desde que estaban comenzando con el problema, JungKook dudaba de sus sentimientos, iba y venía. Un día decía que sí. Al otro no. Los mimos eran escasos, las palabras siempre se alargaban. JungKook siempre fue un problema en ese sentido. Y, lamentablemente, eso era algo que él amaba de igual manera que lo demás.
— Entonces deja de molestarme —le responde con fastidio—. No vayas conmigo y ya, quédate. Sal con Jimin, lo que sea, menos ir conmigo.
— Deja a un lado nuestros problemas —pide JungKook a media sonrisa, cínico, sarcástico, como si eso le causara risa—. Intenta decirle a mamá por qué no quieres que vaya.
— ¿Por qué tengo que hacerlo yo?
JungKook se acerca unos pasos a él y le pone una mano sobre el hombro. Sin sonrisa, sin absolutamente nada más que una mirada fija y enojada. JungKook estaba enojado. Pero no con él.
Estaba enojado consigo mismo y con sus sentimientos. Aborrecía el instante en el que todo eso sucedió. En el que la soledad y ausencia de su madre lo hizo dependiente de otra persona.
— Tú eres el problema aquí —le dice a TaeHyung detenidamente. Un doble sentido que no entendía del todo salía desde el fondo de su corazón, y su estómago. El dolor salía por su voz—. Tú eres el que me odia. Ve y dile tú, entonces.
TaeHyung se quedó quieto en su lugar analizando las palabras del chico.
JungKook se separó de él lentamente y regresó al refrigerador. Solía comer mucho cuando estaba enojado, su estómago resentido era suficiente para hacerlo merendar y comer diez veces hasta que no le entrara más.
En la cabeza del mayor pasaban imágenes que daban la impresión de ser inverosímiles, imágenes que su cabeza parecía tergiversar. JungKook no podía estar enojado por cosas tan estúpidas como esas. Qué demonios le estaba pasando a aquel chico de actitud voraz, ese que no tenía miedo de nada. Si a JungKook le sucedía algo, debía ayudarlo, debía...
Se detuvo.
— Cómo sea, ya me voy. Si no estás ahí en dos segundos tendrás que decirle tú a mamá.
Se detuvo porque si pensaba tanto en él... Volvería a caer. Ya sabía que era un círculo sin límites de repaso. Sin embargo, entre más pudiese detenerse, retroceder, sería mejor.
JungKook observó al castaño desaparecer de la cocina y soltó un suspiro. No tardó mucho en agarrar su chaqueta, celular, algunos dulces y caminar hasta su sala para salir.
— Hijo —llamó su mamá—. No te vi llegar, ¿a dónde vas?
JungKook abrazó a su mamá por un segundo, sintiendo su aroma. Parecido al de TaeHyung, y le sonrió a medias.
— Iré con TaeHyung.
— Ay, qué bien. Creí que estaban peleados.
El chico negó, dando pasos hasta su puerta. Afortunadamente, las cosas no estaban tan mal como parecían. O eso era lo que él quería creer.
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Settia | kookv
FanfictionPorque estoy de acuerdo contigo. Sé que puedes herirme las veces en las que tu nefasto corazón necesite sentirse grande. También sé que al llamar mi nombre, estaré ahí con los brazos abiertos para recibirte. Estoy totalmente de acuerdo contigo, yo s...