Epílogo

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El pelinegro alzó la vista, mirando fijamente al chico delante suyo. Sus ojos vagaron por toda la calle, pero no podía entender qué sucedía con exactitud. Tan simplemente se sentía extraño, ¿acaso no estaba siendo todo algo confuso?

    — ¿Ah? ¿Perdona? Es que no te escuché bien.

    El chico dentro del auto le sonrió amablemente. DaeHyun miró atento al castaño dentro del automóvil, ¿no era de su escuela?

     — Que si no quieres que te lleve a la escuela.

      — ¿Nos conocemos?

     El castaño lucía unos años menor, tenía una apariencia bastante inusual, pero a decir verdad era una facha.

     — No lo sé. Pero somos de la misma escuela —dice el chico apuntando—. Es solo que ya falta poco y... Luce que vas a llegar tarde.

     DaeHyun miró hacia todos lados, y revisó su celular antes de caminar unos pasos hacia el auto rojo. Era bonito, y grande. Y brillaba. Estaba seguro que había visto a ese chico, tenía esa imagen viviendo en su cabeza. Pero jamás lo había notado en la escuela. No supo si hacerlo.

     — ¿Cómo sé que no eres un loco secuestrador?

     JungSuk le sonrió amablemente, sacando de su cartera la credencial escolar. Decía ahí su nombre, la fecha de su nacimiento, el grado que cursaba. Después agitó en alto el pase para el estacionamiento de la escuela, como si supiera que claramente no era un total extraño.

     — ¿Es suficiente?

     — No...

     — Bien, no te obligo. Pero se hace tarde.

      DaeHyun se movió de lado a lado, y se dispuso a seguir caminando de una buena vez. Los carros pasaban por la avenida, igual había mucha gente, la escuela estaba lejos y el bus no pasaría en menos de quince minutos. Su margen era corto. No llegaría.

     — Yo siempre llego tarde —dijo DaeHyun al castaño que se encontraba dentro del auto.

     — Vamos, sube —JungSuk soltó una risita—. Llama alguien en cuanto lo hagas, si quieres.

     DaeHyun dio unos pasos hacia el auto, y tomó la manija, mirando fijamente al menor. JungSuk se rio como si la mirada del pelinegro fuese demasiado esclarecedora. Dae no sabía lo que hacía, ni porqué estaba confiando tan plenamente en aquel chico. Solo hacía lo que creía mejor. Tampoco se veía malo, o algo así.

     — ¿Lo prometes?

    JungSuk asintió varias veces, agitando la mano para que DaeHyun entrara.

       — Te lo prometo.

  Al final se subió, al auto y cerró la puerta. Mandó un mensaje a su mamá, con todo lo necesario. Poniéndose el cinturón e iniciando el viaje con margen de 15 minutos a la escuela.

    Tenía un sentimiento extraño en el corazón, y en el pecho. Memorias viejas que comenzaban a hacerle doler la cabeza. De pronto, suspiró y miró al chico a su lado.

     — Gracias, mmm —mencionó mirando el camino—. ¿Haces eso seguido? ¿Llevar a estudiantes desamparados?

    — No. Es la primera vez que llevo a alguien... —por un segundo el silencio se hizo presente, pero no dudo en romperlo—. ¿No sientes que ya viviste esto?

     DaeHyun miró fijamente el auto, al chico, y todo lo demás que lo rodeaba. Lucía parecido, pero algo estaba cambiando. El sentimiento, o el momento en sí, o la persona. Era una extraña paradoja. Estaba viviendo la escena de nuevo, pero sabía que jamás había hecho algo parecido.

      — Sí. Es raro.

      — Me llamo JungSuk, por cierto.

      — Y yo DaeHyun.



























Entonces, ¿prometes que me amarás en la siguiente vida, JungKook?


Te lo prometo, TaeHyung.




Settia | kookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora