—Y Emilio, ¿tú conoces al chico que cuida a nuestro bebé en la escuela? —la castaña mujer preguntó revisando cómo la carne se cocinaba en el horno.
Eso sí que le había dolido de cierta manera. Él ya no tenía aquella responsabilidad tan molesta algunas ocasiones, sólo tenía el papel de mejor amigo que entretiene y acompaña al castaño, ya no más su cuidador.
—Sí, es simpático el chiquillo. Pensé que eramos pocos quienes aún toleraban a Joaquín...
—Te escuché, Emilio —informó Joaquín entrando a la cocina para sacar una manzana y quedarse al lado de su madre, la persona con la que podía contar luego de Emilio. Ella era su escudo ante tales sarcásticos comentarios de su mejor amigo y bromas.
—Ti iscichi, Imilii, yo te he escuchado en otras ocasiones pinche pende...
—¡Emilio, no seas grosero! —chilló Joaquín intentando callar a su mejor amigo, que rodeó los ojos y continuó su tarea de secar los vasos, tarea que él mismo se ofreció a hacer porque jamás se había quedado como un invitado inútil, necesitaba ayudar de alguna manera en agradecimiento por la comida y el alojo, aunque para la familia Bondoni-Gress, él era un miembro más.
—Y Emilio, ¿tú cuándo nos presentará a una atractiva muchachita? Puedo celar a mi hijo con sus novios, pero es diferente cuando traen novias a la casa, me encanta molestarlas... —canturreó Liz y Emilio tuvo un pequeño sonrojo.
Un mínimo sonrojo.
Un sonrojo que puso a Joaquín furioso.
—Hay una chica la verdad...
—¡AH POR LA PUTA!
Liz y Emilio se voltearon a ver a Joaquín que había interrumpido con su grito y llamando su atención. Estaba escupiendo restos de su mordida manzana en el lava platos mientras un hilo de sangre bajaba por la comisura de su boca, además que los restos que rechazaba, estaban mezclados con ese rojo color.
—¡Joaquín! ¿Qué te sucedió? —preguntó la preocupada madre acariciando la espalda de su hijo mediano, que ya comenzaba a beber agua y luego escupirla, para eliminar el sabor de sangre de su boca y restos.
—Me modí da dengua.
Mientras Liz auxiliaba a Joaquín en lo que podía, Emilio en uno de los vasos que aún no secaba, se sirvió jugo porque una repentina sed lo dominó.
—Mi niñito precioso, debes tener más cuidado a la próxima, aunque de todos modos prefiero que seas tú el que se muerda la lengua y no tú novio quien te la muerda.
—No, si ya qué no le ha mordido el noviecito... —comentó Emilio, justo a tiempo en que Joaquín bebía agua, logrando así que el castaño comenzara a toser por el pánico que le provocó alguna verdad que su madre podría conocer gracias a las palabras de su amigo.
—¡PEHDEHO! —chilló el castaño con su lengua hinchada apuntando a Emilio que sólo se encogió de hombros.
...
—¿Cuál es su nombre? —preguntó en un susurro Uberto en la cabecera de la mesa, donde a uno de sus lados estaba sentada Liz y, al lado de ella, Emilio.
—John.
Hacía unos segundos, el timbre había resonando en el hogar del castaño y Joaquín se levantó de la mesa para recibir a su novio, invitado estrella de aquella noche. Uberto había llegado unos minutos antes, pero por primera vez podía chismosear en paz con Emilio.
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KISSES 「emiliaco」
Hayran KurguJoaquín es un chico que es propenso a enfermedades y lesiones. Tiene a Emilio, su mejor amigo quien es demasiado sobreprotector. ¿Cuál es el problema? Su madre desde pequeño, le daba besos donde estaba su dolencia y Joaquín, se sentía un poco mejor...