❤️ Desperdiciar el tiempo ❤️

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México estaba jodido, ¡Más que jodido! ¡Se chingo completamente! ¡Y todo por una niña!

Aunque siendo honestos, Rusia ya no era tan niña, con 17 años se había vuelto una adolescente, increíblemente alta, hermosa y definitivamente MUY ilegal.

Pero el latino no tenía del todo la culpa de enamorarse de ella ¡Tampoco es que la euroasiatica se lo hubiese puesto fácil! Preocupándose por el, animándole cuando estaba de la chingada, dedicándole esas bellas sonrisas, su dulce voz, su delicada risa... México estaba acabado, sabía el horrible castigo que conllevaría enamorarse de la menor, no solo el legal que le pondría ONU, o la tortura a la que le someterían los otros countrys, sino el castigo personal, de que cuando Rusia superará ese "amor adolescente" solo podría admirarla de lejos, mientras ella se entregaba a un chico de su nivel y el la seguia amando con cada fibra de su ser.

Suspiró suavemente, mirando de reojo a la muchacha, dándose cuenta que ella lo veía descaradamente. Una tímida sonrisa se formó en sus labios y le guiño un ojo coquetamente.

Al terminar la junta, salió inmediatamente del edificio y camino en dirección a un callejón cercano, dónde lo esperaba la chica.

- Hola, ¿Como estás hoy, mi querida Rusia?- se regaño mentalmente por llamarle así, la ilusionada sonrisa de ella le dió una cálida sensación en el pecho.

- En este justo momento, estoy perfectamente- un sonrojo casi imperceptible cubrió su tierno rostro, con algo de pena, tomo la mano contraria- ¿Nos vamos?- el solo dió un asentimiento, entrelazando sus dedos.

Comenzaron a correr, para México se sentía como un recuerdo, dónde solo te centras en la persona que te provoca una cálida sensación en el pecho. Un sabor amargo invadió su boca, esperaba olvidar eso cuando ella se fuera, sería muy cruel recordar y añorar lo que no podría recuperar jamás. Poco a poco fueron desacelerando, hasta detenerse completamente, estaban afuera del hotel en el que se hospedaba Rusia. México aún no quería irse, no quería que su preciosa eslava se fuera de su lado... Aún no.

- ¿Y si mejor caminamos? Digo, no tenemos prisa ¿O si?- la pregunta salió nerviosa, deseó que el tiempo dejara de avanzar en ese preciso instante.

- Cómo quieras, cielito lindo.- el apodo estrujó el corazón del latino, la voz de su conciencia le reprochaba sus acciones.

Sabia que debía dejarla ir.

Quizás dejaría una cicatriz en la chica, pero era mejor a seguir hurgando y hacer una herida incurable.

Caminaron por las calles de Manhattan hasta una pequeña cafetería. Pidieron un tentempié y mientras esperaban, se sumieron en un cómodo silencio.

- México... Te amo - las palabras sonaron hermosas a los oídos del latino, el marcado acento de Rusia le agregaban ternura.

- ¡Mira! Ya viene nuestra comida.- evadió mientras miraba a un lado

Haciendo como si nada hubiese pasado.

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Era de noche, el norteamericano había llegado hace algunas horas a su habitación en el hotel, pero no podía dormir, se preguntaba cómo decirle a Rusia que se alejara de él, que dejara de desperdiciar tiempo con un pobre país tercermundista, aunque eso le doliera en el alma.

Ay~ El amor ꒰⑅ᵕ༚ᵕ꒱˖♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora