¡Todo menos ella!

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Rusia estaba muy inquieta, no podía dormir. No era por su gran vientre de casi nueve meses, sino porque tenía mucho calor.

Se levantó de la cama y camino hasta la cocina, en busca de refrescante agua, normalmente se lo habría pedido a su querido esposo, pero él no se encontraba. El latino había salido el día anterior, comenzaba lo que creían era un pequeño incendio en Siberia y Rusia no podía ir para supervisar como iba, así que le pidió a su pareja que fuera.
Cuando llego a la cocina, sirvió agua en un vaso de cristal y le dió un buen trago. Al dejar el recipiente vacío en la encimera, se dió cuenta de que, donde antes había estado su mano, estaba derretido y negro. Giro su vista a dónde había pisado y también habían huellas negras en la madera.

Tenía un mal presentimiento. Uno muy malo.

- Señor URSS, Gran Zar. - fue un susurro, el viento soplo en aquella vivienda y un par de figuras incorporeas se vieron presentes.

- Zarina...- el primero en llegar fue un hombre, cuyo regio rostro se veía dominado por el negro, amarillo y blanco, hizo una leve reverencia ante la mujer y se enderezó.

- Rusia...- el segundo era muy distinto, mucho más alto y en su cuerpo solo se presentaba el carmín, con un símbolo dorado en su sien derecha.- ¿Qué sucede? ¿Es la bebé?- el espíritu mostró una mirada preocupada y poso sus manos en los hombros de la tricolor, aunque ella no sintió más que una fría brisa.

- No me siento bien, no quiero estar sola.- unas pequeñas lágrimas salieron de sus blanquecinos ojos, sintiendo su temperatura subir.

- Es Siberia, no se la magnitud del incendio, pero es de temer- el antiguo Zar lo dijo sin anestesia, pero con una mirada de preocupación.

- Espero que esto no dañe a mi... ¡AAH!- un agudo dolor se sintió en su bajo vientre, lo sujeto con ambas manos mientras los espíritus se acercaban

- Es tu cuerpo, Rusia- los nervios de URSS eran palpables en sus palabras, puso sus manos donde crecía la nena, intentando refrescarlo.- Tu cuerpo intenta expulsar a la niña.

- Quiere salvarla, no tenemos mucho tiempo. El incendio se extiende y podrías lastimarla.- la eslava sollozo pero asintió con la cabeza.

Sus vidas pasadas la acompañaron por el recorrido de la casa, tomo un bowl lleno de hielo, unas cuantas toallas limpias, desinfecto unas tijeras y lo puso todo en el suelo de cerámica de la regadera.

Para ese punto, las contracciones eran terribles y el color rojo de su cabello estaba en llamas.
Abrió la llave con rapidez, derritiendola en el proceso y permitió que el agua aliviará un poco el ardor y apagará el fuego.

- Cincuenta segundos ¿Quién lleva la cuenta?- reprimió un grito de dolor, sujetando la pared con una de sus manos y su barriga con la otra.

- Contracciones cada tres minutos, ya casi es hora, Rusia.- el antiguo ruso seguía pasando sus manos por el rostro, cuello y hombros de la pronta madre, aliviando un poco el dolor del incendio. La unión había desaparecido, intentando encontrar al mexicano.

- Esto duele demasiado...- respiraba agitadamente mientras apretaba los ojos y expulsaba humo por la boca.

- Pronto acabará y tendrás a la zarevna en tus brazos- el tricolor vio a Rusia gritar otra vez, dos minutos entre cada contracción.- Tendrás que desnudarte, rápido, no tardarás en empezar a sacar a la niña.- la mujer asintió, y se quito la ropa, no le importaba estar desnuda frente al Zar, él y URSS la habían cuidado toda su vida, además, estaba más centrada en el dolor.

Ay~ El amor ꒰⑅ᵕ༚ᵕ꒱˖♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora