¡ÉL ES MÉXICO!

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Era un día de fiesta en el territorio, el nuevo ejército Trigarante había entrado a la ciudad, dando inicio a una nueva era. Había nacido una nueva nación, y esa nación se llamaría México.

En un lugar desconocido, tembló la tierra, los animales se reunieron, el sol pareció brillar con más fuerza, las plantas florecieron y una grieta se hizo en el suelo. Lentamente, una burbuja se elevó desde las profundidades, flotando hasta llegar más alto que los árboles, para que toda criatura admirara la belleza del acontecimiento; con delicadeza, el orbe bajo hasta tocar el suelo, dónde reventó.
Un pequeño bebé se encontraba dentro, lloraba y temblaba de frío, blanco como la nieve y frágil como el cristal.

Todas las hembras, sin importar su especie, se reunieron alrededor del pequeño, recostándose cerca de él para brindarle calor. Los machos, por el contrario, giraban alrededor, vigilando que nada se acercara a intentar dañar al recién nacido.

Unas horas después, el viento arrastró pétalos de dalia, que parecían bailar alrededor de las criaturas. Unas cuantas se levantaron, dejando camino libre hacia el infante.

Entonces, los pétalos hicieron un remolino espeso; cuando se disperso, dejaron ver a una persona, ni hombre ni mujer, que despedía una brillo celestial y caminaba entre los animales.

- Con que aquí estabas.- el ser sonrió con dulzura y se agachó para tomar en brazos al nene.- ¿Estás muy pequeño, no?- lo recargo en su pecho, y acarició su mejilla.- No te preocupes, gran América te acoge en este momento, nada ni nadie podrá dañarte mientras estés conmigo.- beso suavemente su su frente, y pronto el verde y rojo se hicieron presentes, en los costados de su rostro, sus brazos y sus piernas.- Mírate nada más, eres muy guapo chiquitín- lo mecio suavemente mientras lo miraba con amor, pero una intensa luz le hizo cerrar los ojos un momento, cuando los abrió, en el centro de la pequeña carita, estaba el escudo de un águila coronada sobre un nopal.- Uhm, fíjate que el escudo no me gusta tanto, pero puede cambiarse, ¿O no, pequeño México?- el continente comenzó a caminar con el niño en brazos, sentía su tranquila respiración, una vez fuera del círculo de animales, volteó hacia ellos y sonrió en agradecimiento.- Gracias por cuidar del nuevo tlatoani... ¿Si te gusta tlatoani?- volteó a ver al pequeño, cómo si esperara una respuesta, pero siguió avanzando.

El continente inicio su travesía, no podía volver a hacer el truco de las dalias, porque el bebé no podría ir, asi que solo le quedaba caminar, tampoco le importaba tanto, solo debían llegar al refugio, dónde le esperaban los otros countrys.

- Estás muy tranquilito, es extraño, cuando recogí a Salvador no dejaba de moverse ¡Casi se me cae! Pero no le digas, por favor, hay que prometer que si nos contamos secretos se quedan entre tú y yo ¿Te parece?- sin detenerse, dirigió su vista al bebé, que no se movía.- ¿Bebito?- comenzó a asustarse y lo sacudió un poquito, solo para que se moviera, pero no respondió.- ¿¡México!? No...no, no, no, no ¡Nene esto no es gracioso!- lo sujeto por los costados para que quedara frente su rostro, la cabecita del bebé colgaba inerte hacia su pecho.- ¡Me lleva!- desesperadamente, sostuvo al infante, colocando su cabeza en una de sus manos y su cuerpo a lo largo de su antebrazo, y volvió a besar su frente, con los ojos quebrados al ver que no funcionaba, beso todo su rostro. Un sollozo de alivio escapo de sus labios cuando el bebé volvió a llorar.- ¡Ay Tierra! Que susto... - llevo su mano libre hasta su pecho y derramó unas cuantas lágrimas.- Algo me dice que serás un niño muy especial...

Ay~ El amor ꒰⑅ᵕ༚ᵕ꒱˖♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora