Al entrar a la sala común, me fui corriendo por las escaleras hacia mi habitación, en donde me esperaba Hermione. Cuando me vio llorando, dejó sus libros de lado y me cubrió con sus brazos para darme un abrazo. Lloré en su hombro mientras ella me acariciaba el cabello. Con un "Harry y yo terminamos", ella pudo entender todo.
Los próximos días, evité a Harry en cualquier circunstancia posible, y él también a mí. Había estado la mayor parte de mi tiempo sola: caminando por el lago, por los pasillos, leyendo. Harry era importante para mí y, sinceramente, pensé que duraríamos más. Pero tenía que comprender que no se dio y listo. Había sido mi primer novio y... no creo que vaya a serlo de nuevo.
Hermione nos llamó a los tres porque nos tenía que mostrar algo importante. Mi mejor amiga nos condujo unos pisos más abajo y se la veía muy desesperada. Miré a Ron para que me explicara algo pero él solo alzó los hombros porque tampoco sabía de lo que estaba hablando Hermione.
Al final de la escalinata dobló a la izquierda y fue aprisa hacia una puerta. Nosotros siguimos a Hermione por otro tramo de escaleras que, en lugar de dar a un sombrío pasaje subterráneo como el que llevaba a la mazmorra de Snape, desembocaba en un amplio corredor de piedra, brillantemente iluminado con antorchas y decorado con alegres pinturas, la mayoría bodegones.
- ¡Ah, espera...! - exclamó Harry, a medio corredor. - Espera un minuto, Hermione.
- ¿Qué? - ella se volvió para mirar con expresión impaciente.
- Creo que ya sé de qué se trata - dijo Harry.
Le dio un codazo a Ron y señaló la pintura que había justo detrás de Hermione: representaba un gigantesco frutero de plata.
- ¡Hermione! ¡Nos quieres liar otra vez en ese rollo del pedo! - gritó Ron dando un aplauso.
- ¡No, no, no es verdad! - se apresuró a negar ella.
- Y no se llama «pedo», Ron - lo corregí.
- ¿Le has cambiado el nombre? - preguntó Ron, frunciendo el entrecejo. - ¿Qué somos ahora, el Frente de Liberación de los Elfos Domésticos? Yo no me voy a meter en las cocinas para intentar que dejen de trabajar, ni lo sueñes.
- Te daría un buen golpe, Ron - me llevé una mano a mi frente.
- ¡No te pido nada de eso! - contestó Hermione un poco harta. - Acabo de venir a hablar con ellos y me he encontrado... ¡Ven, Harry, quiero que lo veas! ¡Y tú, Mack, vas a emocionarte!
Nos agarró otra vez del brazo, tiró de él hasta la pintura del frutero gigante, alargó el índice y le hizo cosquillas a una enorme pera verde, que comenzó a retorcerse entre risitas, y de repente se convirtió en un gran pomo verde. Hermione lo accionó, abrió la puerta y nos empujó por la espalda, obligándolo a entrar.
- ¡Harry Potter! - chilló alguien por detrás de unas mesas. Era Dobby.
- ¿Do... Dobby? - titubeó Harry sin poder creerlo. Y detrás de él, apareció Winky.
- ¡Me alegro tanto que estés aquí, Winky! - corrí hacia ella y le di un abrazo sacándole una sonrisa. - ¿Cómo es que están aquí? No lo logro entender...
- ¡Dobby ha esperado y esperado para ver a Harry Potter, señor, hasta que Harry Potter ha venido a verlo, señor!
Dobby lo soltó y retrocedió unos pasos, sonriéndole. Sus enormes ojos verdes, que tenían la forma de pelotas de tenis, rebosaban lágrimas de felicidad. Estaba casi igual a como lo recordaba: la nariz en forma de lápiz, las orejas de murciélago, los dedos y pies largos... Lo único diferente era la ropa.
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Mackenzie y el cáliz de fuego | [MEH #4]
Fanfiction[TERMINADA] Mackenzie está preparada para todo lo que está por venir y, con sus catorce años de edad, pasa las vacaciones con sus hermanos y su madre, después de tanto tiempo y luego de enterarse de una terrible noticia. Con el paso del campeonato m...