Epílogo

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Caímos en el campo de Quidditch frente a todas las gradas y no solté el cuerpo de Cedric. Harry y yo estábamos pegados a él. La música victoriosa empezó a sonar y los aplausos a escucharse. Dumbledore se acercó a nosotros y se puso en rodillas para levantar nuestra mirada.

- Ha vuelto - susurró Harry. - Ha vuelto. Voldemort.

- ¿Qué ocurre? ¿Qué ha sucedido?

El rostro de Cornelius Fudge apareció sobre nosotros vuelto del revés. Parecía blanco y consternado.

- ¡Dios... Dios mío, Diggory! - exclamó tapándose la boca. - ¡Está muerto, Dumbledore!

Aquellas palabras se reprodujeron, y las sombras que nos rodeaban se las repetían a los de atrás, y luego otros las gritaron, las chillaron en la noche: «Está muerto!», «Está muerto!», «¡Cedric Diggory está muerto!»

- Suéltalo, Harry, suéltalo, Mackenzie - nos decía la voz de Fudge, y noté dedos en mis hombros que intentaban separarme del cuerpo sin vida de Cedric, pero ni Harry ni yo lo soltamos.

Entonces se acercó el rostro de Dumbledore, que seguía borroso.

- Ya no pueden hacer nada por él, niños. Todo acabó. Suéltalo.

- Quería que lo trajera - musité llorando y sin apartar la mirada de Cedric. - Quería que lo trajera con sus padres...

Dumbledore se inclinó y, con una extraordinaria fuerza para tratarse de un hombre tan viejo y delgado, levantó a Harry del suelo y lo puso en pie. Y luego, hizo lo mismo conmigo. Me iba a estallar la cabeza. Sentía mi brazo quebrado o fracturado y no paraba de sangrar. Sentía que no soportaría más tiempo el peso de mi cuerpo. Alrededor de nosotros, la multitud daba empujones, intentando acercarse.

- ¿Qué ha sucedido? ¿Qué le ocurre?

- ¡Diggory está muerto!

Y fue en ese momento cuando la vi. Maddie se encontraba ya adelante de todo y... soy incapaz de describir el sentimiento de ella al ver a su novio, muerto, a la persona que amaba. Se quedó inmóvil y sus ojos se cristalizaron tan rápido como para comenzar a llorar. Dio un grito de furia y cayó a su lado, tomándolo del torso y poniendo su cabeza en su pecho.

- ¡Cedric, despierta, Cedric! - chillaba como cualquier otra vez. Estaba sudando y roja como un tomate. - ¡No me hagas esto, amor, Cedric!

Tratando de moverme, me acerqué a ella para levantarla y darle un abrazo. Ella lloró en mi hombro hasta más no poder y agonizaba del dolor como cuando Voldemort usó la maldición contra mí. No sabía cómo hacer para ayudarla y solamente pude darle un beso en la frente y decirle que la amo. Ella no preguntó nada por el momento y vi a los gemelos Weasley venir hacia nosotras.

- ¡Tendrán que llevar a la enfermería! - gritó George a Fudge en voz alta. - Mackenzie está herida...

- Dumbledore, los padres de Diggory están aquí, en las gradas... - escuché decir al ministro de magia.

- Yo llevaré a Harry, Dumbledore, yo lo llevaré... - dijo una voz detrás de el director. Era Moody. Quise gritar y explicar que él fue quien me llevó con Voldemort pero nada salió de mi boca.

- No, yo preferiría...

- Amos Diggory viene corriendo, Dumbledore. Viene para acá... ¿No crees que tendrías que decirle, antes de que vea...?

Maddie y yo hicimos contacto visual y no sabía quien de las dos estaba peor. Mi corazón se hacía un bollo y sentía que todo mi cuerpo perdía su estabilidad. No podía aguantar más, iba a caer, ¿qué me estaba pasando? Vi la marca en mi brazo, se la mostré a Maddie sin decir nada y ella abrió los ojos como dos platos, todavía llorando. Me sequé la sangre que caía de mi nariz y empecé a ver todo nubloso.

Mackenzie y el cáliz de fuego | [MEH #4]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora