Capítulo 36: Lord Voldemort

777 57 31
                                    

Voldemort apartó la vista de nosotros y empezó a examinar su propio cuerpo. Las manos eran como grandes arañas blancas; con los largos dedos se acarició el pecho, los brazos, la cara. Los rojos ojos, cuyas pupilas eran alargadas como las de un gato, reflejaron en la oscuridad. Levantó las manos y flexionó los dedos con expresión embelesada y exultante. No hizo el menor caso de Colagusano, que se retorcía sangrando por el suelo, ni de la enorme serpiente que otra vez había aparecido y daba vueltas alrededor de Harry y yo, emitiendo sutiles silbidos. Voldemort deslizó una de aquellas manos de dedos anormalmente largos en un bolsillo de la túnica, y sacó una varita mágica. También la acarició suavemente, y luego la levantó y apuntó con ella a Colagusano, que se elevó en el aire y fue a estrellarse contra la tumba a la que estábamos atados. Cayó a nuestros pies y quedó allí, desmadejado y llorando. Voldemort se volvió, hacia Harry ahora, sus rojos ojos, y soltó una risa sin alegria, fría, aguda.

- Señor... - rogó con voz ahogada. - Señor...  me prometiste... me prometiste...

- Levanta el brazo - dijo Voldemort con desgana.

- ¡Ah, señor... gracias, señor...!

Alargó el muñón ensangrentado, pero Voldemort volvió a reírse

- ¡El otro brazo, Colagusano!

- Amo, por favor... por favor...

Voldemort se inclinó hacia él y tiró de su brazo izquierdo. Le retiró la manga por encima del codo, y se vio algo en la piel, algo como un tatuaje de color rojo intenso: una calavera con una serpiente que le salía de la boca, la misma imagen que había aparecido en el cielo en los Mundiales de quidditch: la Marca Tenebrosa. Voldemort la examinó, cuidadosamente, sin hacer caso del llanto incontrolable de Colagusano.

- Ha vuelto - dijo con voz suave. - Todos se habrán dado cuenta... y ahora veremos... ahora sabremos...

Apretó con su largo índice blanco la marca del brazo de Colagusano. Harry se retorció y chilló del dolor otra vez. Traté de sacar las cuerdas para ayudar a Harry, y Colagusano dejó escapar un nuevo alarido. Voldemort retiró los dedos de la marca de Colagusano, y la Marca Tenebrosa se había vuelto de un negro azabache.

Con expresion de cruel satisfaccion, Voldemort se echó atrás la cabeza y contempló el oscuro cementerio.

- ¿Cuántos tendrán el valor de regresar? - susurró, fijando en las estrellas sus brillantes ojos rojos. - ¿Y cuántos serán lo bastante locos para no hacerlo?

Comenzó a pasear de un lado a otro ante Harry, Colagusano y yo, barriendo el cementerio con los ojos sin cesar. Después de un minuto nos volvió a mirar a ambos, y una cruel sonrisa se retorció en su rostro de serpiente.

- Están sobre los restos de mi difunto padre, niños - dijo con un suave siseo. - Era muggle y, además, idiota... como tu querida madre, Harry. ¿Pero los dos han tenido su utilidad, no? Tu madre murió para defenderte cuando eras niño... A mi padre lo maté yo, y ya verán lo útil que me ha sido después de muerto.

Voldemort volvió a reírse. Seguía paseando, observando todo mientras andaba, en tanto la serpiente describe circulos en la hierba.

- ¿Ven la casa de la colina? En ella vivió mi padre. Mi madre, una bruja que vivía en la aldea, se enamoró de él. Pero mi padre la abandonó cuando supo lo que a ella: no le gustaba la magia. La abandonó y se marchó con sus padres muggles antes incluso de que yo naciera, y ella murió dando a luz, así que me crié en un orfanato muggle... pero juré encontrarlo... Me vengué de él, de este loco que me dio su nombre, Tom Riddle.

Siguió paseando, dirigiendo sus rojos ojos de una tumba a otra.

- Lo que son las cosas: yo reviviendo mi historia familiar... - dijo en voz baja. - Vaya, me estoy volviendo sentimental... ¡Pero miren, niños! Ahí vuelve mi verdadera familia...

Mackenzie y el cáliz de fuego | [MEH #4]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora