Capítulo 5: Los mundiales

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Que tengamos que levantarnos temprano para encontrarnos con los Diggory fue abrumador. La noche anterior nos habíamos quedado con Ron, Hermione y Harry jugando al ajedrez en parejas. Obviamente, yo estuve con Ron ya que Hermione quiso que la ayude Harry. Ganamos, como era de esperarse, pero nos dormimos tarde.

Mi mejor amiga, quien siempre tiene ganas de todo, nos levantó a los gritos y a Ron con almohadanazos para que se moviera. Harry cayó del sillón mientras que yo trataba de qué mis piernas reaccionaran. Hermione me empezó a apurar para que usara el baño rápidamente y yo elegí un jean con una chaqueta por si hacía frío.

- ¿Ya están todos listos? - preguntó el señor Weasley con la voz alta.

- ¡Espera, papá, no somos un flash! - gritó Fred tomando su mochila.

- ¿Por qué hay que estar tan temprano allí? - habló Ron comiendo una tostada.

- Nos vamos a encontrar con Amos y su hijo, ya te lo he dicho, Ron.

La señora Weasley nos dio un beso en la mejilla a cada uno para luego empezar a caminar. Me tambaleé junto a Harry mientras nos chocamos y reímos. Él me abrazó por detrás y me besó en los labios. 

Y me tomó la mano para luego arrimarse a mí. Después de unos minutos ya no tenía sueño y por fin habíamos llegado al punto de encuentro. Vi a Maddie y Cedric llegar, con su padre, y me adelanté a ellos para saludarlos, todavía agarrada de la mano de Harry.

- ¡Maddie! - la abracé y ella también.

- Me fui tres días, ¿tanto me has extrañado?

- Obvio que sí - dije y lo saludé a Cedric. - Y tú, que bien que cuidaste de ella... - él sonrió. - ¿Cómo estás, Cedric?

- Muy bien, Mack - y miró a Harry con picardía y a mí al mismo tiempo. - Ustedes... Ya son pareja, ¿verdad?

- Sí, desde el año anterior - dijo Harrry.

El padre de Cedric era muy parecido a él solo que más regordete y con ojos castaños. Saludó al señor Weasley y luego se dirigió a nosotros con aire extrañado.

- ¿Son todos tuyos, Arthur?

- Solo los pelirrojos - aclaró y señaló a Hermione, y a mí. - Ellas son amigas de mi hijo Ron.

- Ah, ¡Harry Potter! - exclamó Amos Diggory al ver a mi novio. - ¡Qué placer, muchacho, qué placer!

- Igualmente, señor - le sacudió la mano Harry con una sonrisa.

Tuvimos que trepar una colina donde de lejos parecía que se encontraba un zapato. Me pareció extremadamente raro hasta que identifiqué (por lo lejos que estábamos de todo y no había ni un solo alma) que era un traslador. Harry lo miró con el ceño fruncido y yo dije:

- Sirve para que vayamos a un lugar muy lejano, nos traslada a él.

- ¿En serio? ¿Un objeto común y corriente?

- Sí, tiene que ser muy sutil y sencillo bien disimulado para que, si algún muggle lo encuentra, no sospechen.

El señor Weasley nos dijo que nos acerquemos más y que tomemos la bota. Los gemelos me apuraron mientras que el padre de Cedric gritó:

- Uno, dos, ¡tres!

Y el mundo pareció estar girando y no podía enfocar la vista en donde nos encontrábamos. Con un grito, caímos en el piso y, aunque sentí que me había roto cada uno de mis huesos, estaba intacta. Hermione se corrió sus cabellos para atrás y Ron evitaba vomitar. Harry, Maddie y los gemelos miraron alrededor y todos pudimos observar cómo los padres y Cedric venían del cielo, caminando en el aire y bajando como expertos.

Mackenzie y el cáliz de fuego | [MEH #4]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora