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Manuel conoció a Mateo gracias a un grupo de amigos en común, lo tenía de vista, era amable y gracioso. No sabía en realidad mucho de él, pero siempre lo saludaba cuando lo cruzaba. Últimamente era casi siempre, sus amigos lo invitaban a todos lados, no era como si pudiese evitarlo.

Al principio ni siquiera se daban una segunda mirada, además el menor parecía ser alguien interesado en salir, beber, fumar y coger; no es que a Manuel no le gustara, sólo pensaba que una buena juntada era tomar y comer en casa de un amigo, escuchar música, tener largas charlas. Le costaba desenvolverse en ciertos espacios, asistía a fiestas llenas de alcohol y drogas porque Valentín lo invitaba, pero si pudiera siempre declinaría.

Por esto mismo, su relación no había avanzado demasiado durante meses, pero una noche Valentín se fue sin avisarle, pasaba tiempo con su reducido grupo de amigos, estando ellos, Manuel podía hablar con los demás, pero sin las risas de Dani o las ganas de hablar de lo que fuese de Valen, él solo sería muy incómodo. Esa noche recuerda que los buscó por todos lados, no sabía si irse o esperarlos, pero estaba en una esquina deduciendo sus posibilades.

Con su mirada recuerda haber hecho contacto con el menor que estaba rodeado de amigos, riendo. Con cierta incomodidad tomó su celular y notó que sus amigos seguían si avisarle a dónde fueron, con un suspiro se dio vuelta para buscar de una vez la salida y volver a su casa, pero al dar varios pasos, el morocho apareció a su lado con una gran sonrisa.

-"¿Manuel, no?". Elevó el tono de voz ya que había música retumbando por toda la casa. Manuel asintió ligeramente y el menor volvió a hablar. -"Valen y Dani tuvieron que irse, me pidieron que te avise, pero no te encontraba".

Manuel asintió otra vez y murmuró un agradecimiento antes de encarar hacia la puerta, ya no tenía nada que hacer ahí, estaba aburrido sin las bromas de los dos mayores. Estando ya afuera, caminó hacia la calle pero antes de llegar, Mateo estaba otra vez a su lado.

-"Manuel, nunca hablamos, deberíamos aprovechar para conocernos mejor". La sonrisa nunca se había ido de su cara, era raro, ¿cómo podría estar siempre de esa manera?. Pero nunca le había dado una oportunidad, justo ese momento, era un buen momento, así que accedió.

Se sentaron en el patio de atrás con una cerveza cada uno, estaban uno al lado del otro en silencio viendo cómo se desenvolvía a fiesta, eran las 3 am y Manuel sentía que podía tranquilamente irse a dormir, pero no quería darle una mala impresión a Mateo. Sin embargo no tardó mucho el menor en comenzar a hablar.

-"Sos un toque callado, me había dado cuenta antes pero no sabía que tanto". Rió antes de llevar la botella a su boca y darle un largo trago. Manuel no sabía si lo decía mal o bien, ¿se estaba burlando?.

-"Perdón, me cuesta soltarme si no conozco bien a la gente". Su mirada fue hacia el suelo, no sabía bien cómo soltarse, quería caerle bien al morocho, sus amigos lo querían mucho.

-"No lo dije mal, estaba diciendo nomás, igual siempre me caíste bien". Sonrió amistosamente y Manuel se sintió un poco mejor.

-"¿Cómo te caigo bien si nunca hablamos?".

-"Nunca te vi faltarle el respeto a nadie ni nada parecido, eso me cae bien". El menor habló mientras se encogía de hombros y eso hizo sonreír a Manuel, nadie habla en realidad de ser respetuoso.

Se sentía mejor, le gustaba hablar con Mateo. Hablaron de música, estuvieron más de una hora pasándose data, la buscaban en sus celulares y compartían los auriculares del mayor. Al principio a Manuel le costaba dar su sincera opinión, pero al recibir sólo un grito ofendido seguido por una fuerte carcajada, se sintió cada vez más a gusto. Por alguna razón, se desenvolvió cada vez más, podía decir que tomaba confianza y estaba siendo el verdadero Manuel que es.

Las próximas dos horas hablaron sobre sus amigos, sus gustos en la comida, sobre sus familias e incluso sobre sus años escolares, Mateo no paraba de ser amable y gracioso, ahora Manuel podía reírse con verdaderas ganas, pero había llevado horas de conversación sin parar, de la noche hasta la salida del sol. Si bien el mayor se estaba divirtiendo, estaba teniendo sueño, el sol estaba saliendo lentamente y ya era hora de volver a su casa.

En una diferente ocasión hubiese dudado, pero ahora simplemente bostezó estirándose para luego comentarle al menor que ya se iba. Éste sonrió ampliamento y lo acompañó hacia el frente de la casa y luego de intercambiar números, Manuel se fue a su casa.

Sus conversaciones y momentos juntos fueron sucediendo con más regularidad, en cada fiesta terminaban tirados en algún lado hablando y riendo, se divertían sinceramente, algunas veces amanecía y estaban sobrios hablando de política, otras veces no llegaban a ver el amanecer debido al alcohol consumido. No sabía si podía llamarlo en sí un amigo, pero sin lugar a dudas era un conocido que le caía muy bien.

Hablaban por mensajes, a veces Mateo lo llamaba a las tres de la madrugada, las primeras veces pensó que era una emergencia, pero resultó ser que el menor estaba aburrido. No recordaba que uno de sus amigos lo llamara para eso, fue incómodo para él, es diferente hablar tres horas con una persona cara a cara, que diez minutos por llamada telefónica. Pero el morocho sabía cómo llevar la situación, no parecía importarle la incomodidad ajena y siempre tenía algo que comentar, incluso si sólo le contaba lo que estaba haciendo en el momento.

Mateo era doméstico, si quería acostar su cabeza sobre sus piernas, lo hacía, si quería abrazarlo de la nada, lo hacía, si quería incluso eructar mientras comían, lo hacía; y aquello lejos de desagradarle, le gustaba. Le gustaba que el menor se sienta tan cómodo siempre, le hacía sentirse en confianza a pesar que no intentaba hacer mucho de lo que él mismo quería.

Los meses pasaron y Manuel empezó a notar que ante cualquier problema acudía a Mateo primero, antes que a Valen, a quien siempre le contaba todo. De hecho, fue él quien se lo hizo notar, primero lo negó, pero ahora lo podía ver. Discutió con sus padres y al primero que le contó fue a Mateo, terminó de rendir algunas materias del colegio y se lo contó primero a Mateo; pero no era con esa intención, siempre estaban hablando, era lógico que se lo diga primero a él.

Aunque tal vez Valentín tenía razón, ni siquiera fue una especie de reproche, de hecho lo dijo riendo, pero ahora no podía dejar de pensar en aquello. Se sentía intenso, como si tuviera 15 años y un nuevo amigo, se sentía tonto también, porque él no paraba de mensajear a Mateo, así que decidió bajar la regularidad con la que escribía.

Una mañana hablaba con él un par de mensajes y luego lo dejaba en visto, a veces le contestaba en la noche habiendo estado todo el día con aquél mensaje de buenos días del morocho en su mente y celular. En persona era algo más difícil, hablaba con él como siempre, pero le decía que tenía que ir a ver a sus amigos, al principio Mateo parecía estar de acuerdo sin problema y se divertía con otro de sus amigos, pero como era de esperar, semanas de eso llevó a que se comenzaran a alejar.

Los buenos días por parte ajena cesaron y las conversaciones también, ya no se acercaba con una cerveza en la mano y en las rondas de las fiestas nunca le hablaba directamente a él. Tal vez los pensamientos que tenía eran acertados y en realidad estaba molestando al pobre Mateo. Así que a pesar de que moría de ganas de hablarle, se iba siempre con Valentín y Dani.

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Bueno, lo corté medio como el ogt pero bueno. No es mi primer ficción ni nada de eso pero es la primera en esta cuenta donde no me siguen todos los que me conocen ah.

La portada es una porquería también porque no tengo nada que ver con editar fotos, yo escribo nomás (?)

Domésticos - TrueplikDonde viven las historias. Descúbrelo ahora