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Desde el sábado, el último día que se vieron, Mateo había recibido mensajes de Manuel todos los días, pero desde el celular de Valentín. Le parecía lindo, que el mayor se esforzara para arreglar lo que sea que tenían. Aunque al principio pensó que Valen le estaba jugando una broma, sobre todo porque habían varios mensajes en forma de confesión que eran cuestionables hasta que pidió un audio de confirmación y escuchó la voz del mayor diciendo que lo extrañaba a él y a sus besos, que iba a remarla todo lo que sea necesario. Mateo recuerda haber chillado de emoción.

El último mensaje del mayor le había llegado hace unos días, se ve que tuvo que a devolver el celular, o dejar un poco en paz a su amigo, pero Mateo lo extrañaba, casi quería olvidar todo los problemas entre ellos y sólo escuchar música con el mayor.

Había tenido tiempo de pensar, no fue para tanto aquello, lo de Manuel con esa chica, pero le había dolido sentirse usado, ilusionado. Pero ahora, casi dos semanas después de eso, con la mente fría otra vez, no fue la gran cosa. Se sentía un poco avergonzado por haberse molestado y un poco más por haber llorado, pero lloraba cuando estaba frustrado, estaba justificado.

Así que había decidido ver a Manuel, pedirle perdón por el escándalo y tratar de arreglar las cosas. No tenía muchas maneras de contactar al mayor, así que le dijo a Valentín que le avisara que lo esperaba en su casa, quería hablar con tranquilidad.

Se suponía que Manuel llegaría en cualquier momento, eran las 19 hs, lo invitó para hablar, si todo salía bien o al menos no peleaban, le pediría que se quede a dormir. Le envió un mensaje a su padre diciéndole que traía un amigo. 

Apenas el mayor estuvo en su casa, lo invitó a su habitación, no quería tener luego a su hermanito revoloteando alrededor de ambos. Manuel estaba silencioso, parecía tímido y eso le gustaba, pero quería ese Manuel que en audios le había dicho que le gustaba y lo extrañaba.

-"Te podés sentar, y me podés decir todas esas cosas que me dijiste en los audios". Dijo con una sonrisa mientras se sentaba en la cama e invitaba al otro a hacer lo mismo.

-"Estoy nervioso, pensé que me ibas a mandar a la mierda". Dejó salir esa risa que tanto le gustaba y no pudo evitar sonreír ampliamente.

-"Dame un beso, después hablamos". Dejó salir aquello mientras se acercaba para acortar la distancia entre ellos. Manuel respondió de inmediato haciendo presión, aunque no profundizaron demasiado el beso. Se alejaron sonriendo. Mateo tomó una de las manos ajenas y mantuvo una sonrisa tranquila antes de hablar. "Perdón, te hice alto escándalo el otro día, no era para tanto".

-"Sí era, yo me hubiese molestado lo mismo".

-"No me molesté, me frustré". Giró los ojos pero no dejó de sonreír. "Pero eso, quería pedirte disculpas".

Manuel se limitó a negar repetidas veces pero no rechazó sus disculpas, aunque tampoco las aceptó.

-"Hablé mucho con Valen, me lavó la cabeza prácticamente, pero quiero estar con vos, en serio, aunque ni a palos le digo a mis viejos". Dijo haciendo una mueca, pero Mateo estaba más que conforme con lo primero que dijo, por ahora.

Tomó con ambas manos el rostro de Manuel, se mantuvo en silencio, lo miró a los ojos fijamente.

-"Por favor, si no aceptás ser mi novio me voy a poner a llorar hasta la semana que viene". Le latía el corazón con rapidez, se sentía ansioso, pero Manuel asintió ligeramente antes de besarlo con fuerza. Terminaron acostados, abrazados, Mateo escondía su rostro en el cuello del mayor, aspiraba el perfume ajeno y sonreía con amplitud, justo lo que le gustaba.

Manuel abrazaba la cintura del menor, esperaba que no sintiera los latidos rápidos de su corazón y juntando todo el coraje posible, habló. "Me re gustás, Mateo, es re loco... nunca me había pasado".

-"Manuel...". El menor murmuró suavemente aún sin alejarse, y empezó a dejar suaves besos, no tan castos, en su cuello. "Si no querés decime, pero tengo terribles ganas de chuparte la pija... ¿puedo?".

El mayor se puso nervioso, obvio que quería, pero estaba algo inseguro, no sabía qué contestar. Para pasar su nerviosismo, buscó con sus labios los ajenos y se besaron, el sabor de la lengua ajena llenaba sus sentidos, la frustración de la vez anterior y el hecho de que Mateo estaba sobre él, hacían que se removiera y otra vez esa fricción que lo hacía exalar por la nariz, trataba de no hacer tanto ruido.

Dejó que Mateo se acomodara entre sus piernas y suaves gemidos salían de sus labios al sentir que el menor simulaba embestidas muy leves que incrementaban la fricción. No quería otra cosa que el otro se la chupara como había preguntado. Pero pasaron los minutos, le dolía que rozarse no era suficiente y los gemidos cada vez eran más fuertes, parecía que el otro pensaba terminar así, no quería, puso una de sus manos en la nuca ajena y en el calor del momento olvidó su timidez.

-"Dijiste que me la ibas a chupar, dale...". El menor ni siquiera llegó a notar lo sonrojado que estaba Manuel porque ya estaba besando la línea de su mandíbula, con bruscos y húmedos besos bajó por su cuello hasta que se encontró con el cuello de su buzo, ni siquiera se molestó en sacarlo, lo salteó por completo y se arrodilló entre sus piernas mientras levantaba ligeramente su ropa para poder ver el borde de su pantalón. Se acomodó para poder agacharse y sin perder tiempo bajó sus prendas lo suficiente para lamer desde la base a la punta.

Manuel cerró sus ojos, y se relajó, trataba de regular su respiración cuando sintió la presión de la lengua del menor sobre la punta, luego el calor que envolvía su miembro.

No tardó mucho en sentir que terminaba, así que puso una de sus manos sobre la cabeza ajena, el menor lo miró y apenas pudo susurrar que estaba por acabar. Mateo sonrió antes de tomar la punta en su boca mientras lo masturbaba hasta hacerlo acabar con una de sus manos. El orgasmo lo golpeó con fuerza y a su mayor pesar, gimió ronco, largo y profundo, siempre estuvo avergonzado de los sonidos que solía soltar ante un orgasmo.

Pero a Mateo pareció gustarle, o al menos ni siquiera importarle, porque metió su propia mano en sus boxers para masturbarse y lo besó hasta sentirse terminar. A pesar de sentirse sudado y agitado, se recostó sobre el mayor y besó suavemente su cuello, con pereza.

No hablaron, pero intercambiaron besos y caricias por largos minutos, hasta que Mateo dijo que iba a tener que bañarse rápido. Así que mientras escuchaba la ducha, Manuel estaba acostado con una sonrisa amplia plasmada en su rostro. Siempre cuando empieza una relación uno se siente casi volando en las nubes, pero no sabía si sus sentimientos eran exagerados o su pecho en realidad saltaba de felicidad, de comodidad estando con el menor.

En resumen, Manuel se quedó a dormir, nunca había besado tanto a alguien en tan poco tiempo, pero parecía no poder parar de sentir a Mateo, lo necesitaba cerca, quería abrazarlo hasta el amanecer.

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Domésticos - TrueplikDonde viven las historias. Descúbrelo ahora