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Manuel estaba acostado boca arriba en la cama del menor, tenía los ojos cerrados y movía uno de sus pies al ritmo de la música en los parlantes de la habitación, Mateo estaba a su lado mensajeandose con vaya a saber quién, a cada rato sonaban las notificaciones, pero no le importaba, sólo quería que le quite el sonido. Estaba con sueño, la noche anterior había discutido fuerte con sus padres, otra vez habían comentado con todos sus ideales homofóbicos que, a pesar que no fueron dirigidos a él o a alguien que conozca, no podía dejar de defenderse de alguna manera.

Desde que pasaba gran parte de su tiempo con Mateo, se dio cuenta que empezó a contestar más de lo normal, antes si lo retaban por algo, se callaba y asentía con la cabeza. Ahora se callaba pero por lo bajo contestaba, y en momentos como el de la noche anterior era escuchado.

Apenas Mateo lo vio en la puerta de su casa y le contó la discusión, suspiró con molestia diciendo que si quería seguir viviendo con sus padres tenía que callarse, no importaba que estén errados en todo, seguía siendo la casa de ellos lastimablemente con sus reglas, mejor era callarse y cuidarse, no empeorar todo, pero él estaba cansado de eso.

Veía cómo trataba Pedro a su novio y le llamaba la atención la cantidad de cosas que podía contestar Mateo sin que su padre se enoje o le dijera de todo, o lo castigara incluso. Nunca vio a Pedro reprocharle algo a sus hijos, ni siquiera con razón como esa vez que Mateo insistió en hacer una clase de juntada en su casa porque su padre no iba a estar, Manuel había insistido en que no lo hiciera, y había tenido razón, porque su casa se llenó de gente que no conocían que veían joda y entraban. Como para empeorar las cosas, Pedro llegó a horas de haber comenzado la joda, y fue muy amable en no matar a su hijo frente a todos, así que ya despejado el lugar, Mateo le dijo que suba a la habitación, que seguro su padre iba a retarlo un rato. Lo había dicho como si nada, Manuel estaba con los nervios de punta, sabía lo que era que te reten estando tan enojados, no quería dejar a su novio solo, así que no se animó a esperarlo en el cuarto, se quedó en la punta de la escalera, aunque no podían verlo desde ahí.

Pero había estado tan confundido, Pedro ni siquiera había levantado la voz. Con su tono tranquilo le preguntó a Mateo por qué lo hizo sin su permiso. El menor contestó que quiso, nada más que eso. Y después escuchó por 10 minutos a su suegro explicando por qué fue algo peligroso. Ni siquiera lo estaba retando, le estaba explicando que podría haber pasado algo malo, lo quería cuidar. El menor se disculpó por haber desobedecido y listo, un abrazo y ya estaba en la habitación.

Recuerda haber mantenido el silencio mucho tiempo, por largos minutos hasta no aguantar más y decirle que al final ni siquiera lo retaron. Mateo había levantado una de sus cejas cuestionando aquello, y dijo que sí, lo retaron. Y ahí una de las primeras conversaciones que le hizo darse cuenta de la diferencia entre cuidar, retar con amor y preocupación, y lo que sea que hacían sus padres.

A pesar de sus largas charlas sobre la situación de sus padres, no podía darse cuenta de eso solo todavía, cada vez que quería saber qué había pasado, le preguntaba al menor qué pensaba sobre lo que sea que le dijeran. Por lo general todo terminaba con un Mateo muy preocupado y un Manuel muy dolido.

La situación actual era que no había podido descansar, ya sabe que era hora de despertar, pero él no había dormido, estaba molesto por todo lo que no se animó a decirle a sus padres y encima su novio no silenciaba el celular, estaba a nada de reventarlo contra la pared.

-“Es la quinta vez que te lo pido, ¿podés silenciar esa mierda?”.

-”De poder puedo, ¿preguntabas eso o querías que le quite el sonido?”. Mateo se rió divertido y al sonar su celular rió aún más mientras leía lo que sea que estaba ahí.

Domésticos - TrueplikDonde viven las historias. Descúbrelo ahora