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La mañana siguiente fue menos incómoda de lo que pensó, se despertó descansado, Mateo lo esperó a que se alistara y bajaron a desayunar, conoció al padre y el hermano menor del chico y fueron amables, le cayeron bien. Una hora después estaba en la puerta de la casa del menor, no estaban hablando, sólo escuchaban a Pedro hablando con su hijo menor. De vez en cuando sonreía ante las ocurrencias del pequeño, pero se mantenía en silencio. Mateo ante el silencio ajeno rodó sus ojos y tomó una de sus manos con una sonrisa de lado.

-"¿Vamos a ponernos tímidos? Anoche estábamos chapando con todo". Su sonrisa dejaba ver que sólo bromeaba, pero Manuel se sonrojó, porque sí, estaba tímido.

-"No sabía si lo de anoche me habilitaba el besarte cuando quiera y eso".

-"Ahora ya sabés, dame un beso antes de que te vayas". Lo atrajo con la mano que le sostenía y juntó sus labios en un casto beso, aunque pronto sintió la lengua del mayor abriéndose paso entre sus labios por lo que sacó la propia a su encuentro. No duraron mucho porque pronto escucharon pasos acercarse, se separaron y con una sonrisa se fue a su casa.

Había pasado una semana, no se habían visto todavía, pero hablaban todo el tiempo, estaban pegados a sus celulares. Hablaban hasta altas horas de la madrugada, se dormían con mensajes sin enviar. Sus amigos algo sabían, no era oficial, pero Mateo le había dicho a Daniel, Manuel a Valentín y los dos mayores se habían encargado de avisarse el uno al otro, por las dudas.

Estaban unos pocos amigos en la plaza, todos tomando y fumando, Manuel junto a Mateo, hablaban en voz baja y reían, pero las miradas nada desapercibidas de sus amigos estaban siendo molestas. Si ya sabían, ¿qué esperaban, que se besaran frente a todos?. Aunque aquél pensamiento le dio una idea a Mateo que se acercó al oído del mayor para decirle que se alejaran un poco del grupo, Manuel asintió y se levantaron lentamente, con sus cervezas en mano y rodando sus ojos por lo poco disimulados que estaban siendo todos al observarlos.

Caminaron un poco alejándose unos metros de su grupo de amigos, estaba algo nervioso porque una cosa era que todos sepan, otra era que los vean, pero juntando valor, tomó un largo trago a su lata antes de pasársela al mayor y cuando hubo acabado la lata se la quitó de la mano mientras se acercaba para besarlo por sorpresa. Escuchó un silencio muy intenso y luego los gritos, chiflidos, aplausos, básicamente, a sus amigos siendo unos tontos. Pero qué podía importarle aquello cuando Manuel abrazaba firmemente su cintura mientras sentía el sabor del alcohol en su lengua, el calor del cuerpo ajeno contra el suyo en esa noche fría.

No volvieron de inmediato con los demás, se quedaron lo suficientemente lejos para no escuchar más que las carcajadas ocasionales de algunos.

-"¿Pensás que nos van a joder mucho?". La voz del mayor resonó en una vibración en su oído ya que posó su cabeza bajo su barbilla, su oído contra su pecho.

-"Un poco, se van a cansar enseguida, espero". Hizo silencio por unos largo segundos. "Me di cuenta que nunca te pregunté si podía besarte frente a los chicos... ¿me pasé?". Sintió cómo el mayor negaba varias veces con su cabeza y buscaba su rostro con el propio, por lo que lo miró, y recibió con gusto los labios ajenos. Parecía que no podían parar de besarse.

Manuel alejó las manos de su cintura y las subió para tomar entre sus manos el rostro del menor, esta vez era Mateo quien abrazaba su cintura. Si algo le gustaba demasiado, era que Mateo se veía hermoso del ángulo en el que estaba, la manera en la que miraba sus labios, sus ojos entrecerrados, tan cerca, la seriedad con la que se acercaba, sus ojos cerrados, concentrado en el beso. No podía evitar abrir sus ojos y mirarlo.

-"¿Cerrás los ojos cuando nos besamos?". La pregunta luego de haber cortado el beso hizo que Mateo levantara ambas cejas con sorpresa, pero rió de todas maneras.

Domésticos - TrueplikDonde viven las historias. Descúbrelo ahora