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Capitulo: Estabilidad. 

—Tan entretenido es verme— había encontrado unos pantalones con hoyos y unas camisas con botones descocidos y los estaba cosiendo. Kagura le pregunto directamente a Okita que estaba echado en la mesa mirando lo que hacia. 

—Ni recordaba que tenia esta ropa— fingió que no la escucho. —Sabes coser. Impresionante para una mujer criada por los gorilas. 

Ella frunció el ceño. Por que siempre estaba provocando la ¿quería morir? —me crió un tío adicto al azúcar, sumamente infantil, no un gorila eso podría decirlo de ti. Hueles a gorila y mayonesa cada vez que llegas del trabajo.

—¿Y tus padres? tu padre ¿dónde esta?— él seguía intentando saber mas acerca de ella. No quería que fuese reservada con él, por ultimo sino era del todo amistosa con su persona quería saber más de ella. 

Kagura resoplo —muerto. Mi madre también ¿contento? no tengo padres como ves, los dos murieron y no tuve una infancia apropiada, podras apreciar que no contrato prostitutas para que me hagan compañía, ni las interrogo, maldito desquiciado—. Lo dejo en silencio unos segundos, los que aprovecho para ver que tan bien remendada dejo las camisas. 

—¿Viviste en un ambiente pobre? ¿tu madre también era una puta?— ella bajo la camisa y le arrojo las tijeras a su lado, las tijeras fueron justo a uno de sus ojos, el filo de las tijeras se detuvo a escasos centímetros, él mismo tomo el filo de la tijera sin parpadear siquiera. 

Kagura pateo la mesa y se la aventó, Okita arrojo las tijeras al suelo, esquivo la mesa y alcanzo a tomarla de los puños, antes que lo golpeará, la había hecho enfadar lo suficiente para que estallara de ira. Ella era condenadamente fuerte, a duras penas podía aguantar en esa posición, reteniendo la, no sabia que la madre era un punto sensible, hablaba muy despreocupada todo el tiempo como iba a saber que un tema delicado. Se dio cuenta a tiempo cuando ella le lanzo una patada a un costado de la cabeza, lo esquivo pero le llego un puñetazo directo al ojo.

Porque era así, había encontrado por fin algo que quería, que deseaba pero solo podía enterrar sus garras en ella, en vez de acercarla para tenerla cerca, solo hundía más fuerte sus uñas. Ella Kagura nunca iba a corresponder al paso que iba, ella solo se iba a alejar más de él.

—¡Voy a arreglar esa maldita personalidad tuya!— le grito antes de darme un golpe certero —¡Ka...!— se tapo la boca con ambas manos, el detective abrió los ojos. 

Los dos habían recibido varios golpes, del uno al otro, se detuvieron en ese instante. —Creo que tiene asuntos familiares sin resolver. 

—Tú tienes severos problemas mentales y trastornos de personalidad y no ando arrojandotelos a la cara— escupió la sangre que se había acumulado a un costado, trono sus huesos, y comenzó a recoger el desastre que había hecho como si nada. Okita vio como los raspones de ella y los moretones perdían notoriedad poco a poco. —Quedamos que mi vida privada no seria de tu incumbencia. 

Sougo la ayudo a voltear la mesa y dejarla en su lugar —me preocupo saber que viviste una infancia solitaria, sin adulto que te cuidara, por eso eres tan agresiva. 

—No saques conclusiones apresuradas. Luego que murió mi madre me pagaron un niñero, al igual que a mi hermano que tenia el propio—. Para Kamui un maestro Yato, un verdadero Yato, para ella un niñero humano.

—¿Tienes un hermano?— salto su interés. En la casa donde ella vivía, estaba el adulto sin relación sanguínea con ella, el niñero tal vez, pero no había hermano, y si se caso y se fue de casa, pero nunca hubo otro ocupante en su casa. 

¿Qué clase de policía eres?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora