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Capitulo: Casemonos.

El albino de mediana edad estaba echado sobre la mesa con el ventilador en la cara, miraba el plato donde antes hubo una buena porción de helados de varios sabores, con nueces picadas y bananas, con salsa de manjar, frambuesa y leche condensada, aún podía saborear el empalagoso postre. Meditaba sobre la forma tan extraña en que los dos chicos que habitualmente lo rondaban como satélites a su persona de pronto había desocupado la casa, Kagura había salido con Soyo, en teoría, había llamado a la hija del yakuza que controlaba esta zona y era cierto, por otro lado Shimpachi fue a buscar unas compras de su hermana algo incuestionable, cuando la misma lo llamo para solicitar su ayuda. 

Si sus vacaciones iban a hacer así, prefería que acabaran lo antes posible, miro algo que hacer, pero Shimpachi había hecho el aseo de la casa, y cocinado arroz con sake, que quedo caliente en la olla de cerámica, encontró algunos bocadillos en el refrigerador para calentar y servir, una sopa con un muy buen aroma, se rasco el pelo, no lo había visto cocinar en ningún momento, cuando había preparado esos platillos que estaban guardados. 

Se puso de pie para investigar aquello que lo intrigaba, debía ocupar su mente en algo, ya había leído la Jump de esta semana. Shimpachi fechaba los potes de comida antes de guardarlos en el refrigerador, pero tal fecha no estaba escrita, frunció el ceño, no las había cocinado él ¿que estaba pasando? Acaso un pervertid estaba rondando la casa y tenía un fetiche sobre cocinar a terceros.  

Saco una croqueta de uno de los envases y abrió los ojos de par en par cuando noto el increíble sabor, seguro que recién hechos y calientes eran aún mejor. —Ese mocoso no cocina así, su cocina es aburrida. 

El timbre de la casa sonó, se puso de pie, guardo la caja con las croquetas apresuradamente y fue a abrir. Seguro era una de los muchachos, que habían olvidado las llaves, podía apostar que así era. Con eso en mente y gran expectativa se abalanzo a la puerta.

Tsukuyo estaba de pie en el sombra del árbol de naranjas resguardándose del calor, se había vestido perfecta para la ocasión, llevaba una blusa floral, color pastel con vivas calendulas anaranjadas, una falda larga que empezaba desde su cintura hasta abajo de sus tobillos, unas sandalias negras con correas, y el cinturón negro grueso a la cintura, había dejado su kiseru en su bolso, llevaba su cabello en una cola alta que dejaba su cuello al descubierto, cuando Gintoki le abrió la puerta murmurando improperios por tener que salir al sol, se le cayo la mandíbula al suelo, por lo guapa que estaba.

—Tsukuyo... — se quedó sin palabras, él que siempre tenía algo que decir, por muy estúpido y muy sinsentido que fuera.

—Buenas Gintoki ¿me permites?— rebozo confianza justo en ese momento. Avanzo, sin que él la viera se abanico el rostro estaba muy avergonzada por supuesto. 

—S-si claro... — reacción tardía, seguida de un tartamudeo nervioso. Recibió una visita de la mismísima manifestación de la diosa del verano, como no iba a estar muerto de los nervios. 

La rubia por lo general mantenía su distancia con él, a veces le traía regalos, o cocinaba cuando se daba cuenta de lo ocupado que estaba, por lo general venia a visitar a Kagura a platicar cosas de mujeres, las veces que lo visitaba a él solo entraba si estaba acompañado, osea nunca estaban solos en casa juntos, ni se visitaban en sus trabajos respectivos lo que los ponía aún más nervioso a los dos. La vibra fuerte que desprendía de ella hizo que se le encogieran las bolas a Gintoki quien muy tímidamente le ofreció un poco de té. 

—Té de cebada si tienes— le pido ella firme sentándose en el sillón en plena sala, dejo su bolso a un lado. 

Tsukuyo sabia Kagura preparaba bebidas frías para este tiempo. 

¿Qué clase de policía eres?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora