•Capítulo 26

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Nada más girar la llave dentro de la cerradura y empujar ligeramente la puerta, tuve la certeza de que no había nadie en la planta de abajo. No solo lo revelaba la ausencia de ruidos, que era evidente, si no también algo más complejo e intangible.

La falta de luces.

Cerré lentamente y dejé las llaves de Justin en la pequeña mesita que había al lado.

Hace un rato miré la hora en el móvil que marcaba las doce de la noche, un poco tarde ya que mañana Martes había clases.

Cuando huí de Justin vi sus llaves reluciendo en la lisa madera sobre un platillo y no dudé en cogerlas para despejarme dando una vuelta aclarando mis sentimientos o lo que sea que tuviera que pensar.

Subí lentamente las escaleras intentando no hacer ningún ruido.

¿Seguirían los pequeños aquí?

Una vez frente a la puerta de mi habitación, la abrí lentamente intentando imaginar su contenido.

Ahogué un suspiro cuando vi a Justin solo en mi cama durmiendo cómodamente ocupando todo el colchón.

Me acerqué y vi una pequeña nota en la mesilla de noche.

«Justin, mi amor, hemos venido a por los niños para instalarnos en el hotel, después de que salgas de clases vendremos aquí, un beso.

Pattie»

Desvié mi mirada de la nota escrita por la bonita y clara caligrafía de Pattie, mi madre, ni siquiera nadie me había escrito una nota ni para decirme algo parecido a eso, pero dejé a un lado mis problemas que aún seguían presentes pero un poco más lejos de mí, para centrarme en uno más cercano.

¿Dónde se supone que dormiría yo?

No tenía el coraje suficiente como para decirle que se echara a un lado o para que se fuera a su propia habitación.

{...}

Desperté por la alarma del móvil y estiré mi brazo a través de la mesita ajena para apagarla.

Anoche no tuve más remedio que irme a dormir a la cama de Justin, que tengo el gusto de decir que es la cama más cómoda en la que he dormido en toda mi vida.

Aspiré su olor impregnado en el edredón sin ser consciente de ello, al percatarme me levanté rápidamente y con la misma ropa de ayer bajé a la cocina.

No me atrevía a entrar por si Justin seguía en mi cama.

Con el móvil entre mis manos le mandé un mensaje a John diciendo si podía venir a recogerme después de clases, necesitaba hablar con alguien.

Entré a la cocina donde me percaté al instante de una figura comiendo cereales.

-Buenos días- saludé tímidamente.

-Hola- simple y seco.

Fui al frigorífico sacando solamente un envase pequeño de zumo de manzana y del armario un paquete de galletas.

Me apoyé en la encimera de la cocina mientras Justin comía en silencio en la mesa.

Me acordé de su olor transmitiéndose a través de las sábanas mientras comía una galleta, un olor adictivo y riquísimo.

Pero, ¿Qué? Necesito dejar de pensar en Justin de esa forma, necesito volver a verlo como mi infierno que es, como mi limón escociendo en la herida. No temiéndole a ratos y pensar en él como el ser perfecto que empezaba a imaginar en mi mente.

No, nadie es perfecto, no, yo no me permitiré más confundirme de camino por donde no hay final feliz.

No, nada conmigo puede tratarme para ser feliz.

-¡______!- chillaron.

-¿Qué?- pregunté entre asustada y confusa.

Hasta ahora no me había dado cuenta de que tenía la pajita entre mis labios y estaba mirando a la nada, metida en mis pensamientos.

-Te he llamado veinte veces, sube a cambiarte antes de que me hagas enfadar.

Su tono era tranquilo pero de advertencia.

-Voy.

Me acabé todo a una velocidad importante, tiré los envoltorios a la basura y salí de ahí evitando que fuera al instituto con algún hematoma o con algo adolorido.

-¿Nos vamos?- dije bajando las escaleras colocándome la mochila y metiendo el teléfono móvil en el bolsillo de la chaqueta.

Justin estaba en la puerta, la abrió y salimos dirigiéndonos hacia el coche.

Saludó con una sonrisa al que supuse que era su vecino y nos metimos en el vehículo azul caribe de siempre, amaba este coche.

Íbamos por la mitad de camino cuando le hablé por primera vez en todo el trayecto.

-Justin...- alargué.

-Dime- dijo, pero no desvió su mirada de la carretera concentrándose en el camino gris del asfalto.

-A la salida... Mmm voy a... que te puedes ir sin mi, ya iré luego a tu casa yo...- susurré, no sabía cuales eran las palabras exactas.

-¿Con quién vas a ir?- su mandíbula se apretó.

Aparté mi mirada de su perfil- Con John.

-¿Quién es ese?¿El tío del otro día?

-Si...

-No vas a ir con nadie, después de clase nos esperan mis padres y mis hermanos.

-Tengo que hablar con él, además ¿Por qué no puedo?

-Porque... primero porque no le conoces de nada y segundo nadie quiere ser tu amigo, mírate, no sirves para nada, ya es raro que beses bien, eres una mantenida, no tienes a nadie salvo a mi y el dolor, te odia hasta tu propia familia, a él solo le interesas por lo que sea, pero si te lleva con él y no te veo, mejor para mí. Haz lo que te la gana.

Sus palabras me dolieron, siempre me dolía todo lo que Justin decía o cuando me pegaba, pero no sentí esas ganas de llorar y de querer que todo fuera diferente.

Me dolieron en el corazón, estrujándome de una manera que nunca antes había experimentado y deseaba que de sus labios salieran palabras bonitas dirigidas a mi persona.

Paró en un semáforo y sin decir nada, me bajé del coche cogiendo mi mochila a la velocidad de la luz.

- ¡______! ¡¿______?! - Cerré la puerta bajo sus gritos y corrí hasta cruzar una esquina fuera de su vista.

¿Qué es todo esto?

Caminé por veinte minutos hasta que encontré un pequeño banco en un parque, el banco estaba fuera de la vista de gente, aunque no es que hubiera mucha a estas horas tempranas.

Sin ser consciente empecé a sollozar mirando el camino de arena que había para caminar por el parque.

Saqué mi teléfono y marqué un número.

"¿Hola?" Contestaron.

"Te necesito"

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No more {Justin Bieber} SIN EDITARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora