•Capítulo 9

410 15 2
                                    

-Yo... No estoy segura de ello, pero creo que aceptaré.

Justin asintió y cogió la mochila que se encontraba en el suelo- Sígueme.

Iba detrás de él caminando por la acera, llevaba mi mochila en su hombro y estaba callado, supongo que después de todo hasta las personas más viriles y crueles, tienen su corazoncito.

Vi un coche similar al de Justin, y en efecto era el suyo.

Sacó las llaves de su pantalón y lo abrió. Abrió la puerta trasera para dejar mi mochila y rodeó el vehículo para adentrarse en el asiento del piloto, me senté en el de copiloto y pronto arrancó, el camino estaba en silencio y sólo se podía escuchar las llantas resbalar velozmente por la carretera.

-¿Puedo preguntarte algo?- rompí el incómodo silencio.

Desvío su mirada hacia mi y yo le miré a sus ojos mieles por un segundo, poniendo la vista en la ventanilla- Y-yo bueno, si me quedaré contigo no tengo dinero para pagarte nada, ni comida, absolutamente nada.

-De eso no te preocupes, dinero no me falta, ahora cállate, me estas desconcentrando.

Ya volvió su maldita bipolaridad.

Apoyé mi cabeza en el cristal de la ventanilla y cerré los ojos ante el temblor de ésta.

Al cabo de varios minutos Justin aparcó frente a su casa y se bajó sin esperarme.

Tras coger mi mochila y cerrar la puerta del hermoso coche, seguí sus pasos y me adentré en la casa. Cerré la puerta de entrada y me quedé de pie en medio de la casa.

-¿Qué? ¿Piensas quedarte ahí todo el día?- dijo saliendo de la cocina con un vaso de zumo en su mano.

-¿Tengo habitación?- estaba en duda, un montón de preguntas me rodeaban en ese momento.

-Que pregunta más tonta... Segunda puerta a la derecha, la primera es la mía- señaló a las escaleras de caracol.

-Ah, gracias. ¿Vives solo?

-Se podría decir que si, mis padres vienen una vez al mes o menos, pero no te incumbe.

Subí torpemente las escaleras y me encontré con 4 puertas a la derecha y 4 a la izquierda.

Caminé hacia la que ahora sería mi habitación, y pude ver la primera, la de Justin, no entré pero pude apreciar unas paredes beige y una cama de acolchado azul marino, un escritorio y varias cosas por encima, pasa ser un adolescente que vive solo, tenía la casa bien organizada.

Ahí estaba yo, frente a la puerta blanca, la abrí lentamente y una cama con colcha blanca fue lo primero que vi, las paredes eran del mismo color que las de toda la casa, un beige como amarillento, le quedaba muy bien.

Era una cama matrimonial y una mesilla de madera blanca al lado, un escritorio a pocos metros de los pies de la cama y una puerta a su derecha del escritorio, fui a abrirla y me llevé una sorpresa.

¡Un vestidor! Era un jodido vestidor y no tenía ropa...

Tenía un armario de cristal opaco donde había perchas vacías, así hasta el último rincón de la pequeña sala, un sitio para los zapatos y arriba huecos para poner mantas o lo que quisieras, no tenía puertas el armario, a no ser por los pequeños cajones que había, que si tengo suerte sería para mi ropa interior.

Salí cerrando la puerta con la baba caída, me sentía como una princesa sin corona, como las llamo yo, y sin dinero, pero al fin y al cabo, una princesa de buen alma.

Me di cuenta que había una pequeña terraza también y al lado derecho de la cama, un cuarto de baño, la puerta estaba abierta así que no hacia falta ver mucho para saber que era.

Dejé la mochila encima de la cama y salí con una gran sonrisa encontrándome con Justin subiendo las escaleras -¿Te ha gustado?

-Muchas gracias Justin de verdad- el sonrió un segundo y me debatí entre darle un abrazo o no, sería mejor guardar distancias, él no a cambiado, sólo me ha ayudado cuando lo necesitaba.

Pasó de largo y se metió en su habitación, baje las escaleras de cristal y fui al salón, un sofá rojo estaba frente a una mesa de madera negra y pegada a la pared un armario con una televisión de plasma no muy pequeña y algunas fotos y objetos en él.

Me senté en el sofá e inspeccioné la sala, a mi derecha una mesa con varias sillas, todo de madera negra y un ventanal al lado, detrás del sofá hasta la pared no había nada y a mi otro lado la pared que separaba las escaleras del salón.

-Veamos que hay en la tele- susurré cogiendo el mando a distancia que había en la pequeña mesa negra, prendí la tele y pronto el telediario se dejó ver.

Cambié de canal y en la mayoría había anuncios, así que lo dejé de nuevo en las dichosas noticias.

{...}

Pasé sola todo el día hasta la cena, Justin se había quedado arriba en su cuarto y sólo bajó para decirme que hiciera la cena, y aquí estoy, poniendo la mesa en la cocina con los filetes y las patatas ya en los platos.

Al cabo de unos minutos Justin bajó y cenamos.

-Este filete sabe a azúcar ¿Qué mierda le has echado?- dijo levantándose de la silla.

-Me debí confundir, lo siento- susurré, pero él estaba furioso.

-¡Eres una mierda! Ahora vuelve a hacerlos y bien- gritó y me hizo levantarme de la silla.

-No voy a hacerlos de nuevo, aparte que no hay más filetes- perfecto _____, ya salió tu temperamento.

-Hudson, o ingenias algo o tu verás lo que es bueno- su voz era profunda y seria, estaba frente a mi mirándome amenazante.

Las palabras no me salían por sí solas, a lo que Justin me dio una bofetada que resonó en el inmenso silencio de la casa- Debería de dejarte de patitas en la calle, te dije que hicieras la cena, no un experimento asqueroso- me tiró al suelo y me pateó con su pie derecho.

Mi visión era cada vez más borrosa hasta que ya no pude aguantar y las lágrimas se desbordaron, Justin me dio una nueva patada y chillé por el dolor- Nadie te querrá por tus errores y no permitiré que te vaya bien nunca. No serás amada ni hablarás sin mi permiso mientras estés en mi casa.

Dicho esto salió dejándome tirada en el suelo, me dolía el corazón, no podía irme de su casa, no tenía nada.

Al cabo de llorar un rato en el suelo de la cocina, quité los platos y tiré la comida en la basura.

Subí con nuevas lágrimas asomándose y justo cuando estaba pasando por la puerta cerrada de Justin, un sollozo se me salió de la garganta -¡Cállate de una vez!- vociferó y pasé su cuarto para entrar al que supuestamente ahora sería mío.

Al abrir la puerta encendí la luz y la cerré de nuevo.

Salí al pequeño balcón apartando las cortinas blancas y abriendo la puerta corredera, me senté en una esquina donde el aire ya frío de otoño me recibió.

-Yo solo me equivoqué al coger la sal, a veces desearía ser fuerte, pero no puedo, todos me hacen débil- susurré mirando al jardín de atrás y visualicé una... ¿Piscina?

¡Una piscina, por todas las ovejas!

Hacía tanto que no me metía en una, exactamente 4 años.

Y así, después de contemplar la hermosa piscina con luces en su interior, me quité la ropa dejándome sólo en la interior, pues recordemos que no tenía nada más y ahora no tenía coraje de ir donde Justin, cerré el balcón y dejé la mochila en el suelo y al tenderme en la suave y cómoda cama, me quedé profundamente dormida, en la soledad, intentando no pensar nada, pues:

"A veces es mejor estar solo, que mal acompañado."

Aunque esa frase a veces no funcione para mi, ya que las malas compañías me rodean.

No more {Justin Bieber} SIN EDITARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora