•Capítulo 34

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La cena de nochevieja ha estado muy bien, cenar con la familia Bieber fue un caos total.

Pattie y yo hicimos comida como para una semana y tampoco faltaron los pequeños con sus bromas y sus fechorías tirando dos copas y un plato haciéndolos añicos.

Después de reírnos como si la vida nos fuera en ello, no faltaron los típicos bailes y el cotillón con pelucas brillantes, mata suegras y confeti.

Mañana sería un desastre para limpiar esto.

Cuando sonaron las campanadas y la cuenta atrás por la televisión nos concentramos en ello y luego empezamos a festejar el año nuevo.

Vimos por el jardín, parados en frente de la piscina, los fuegos artificiales y ahora nos encontrábamos entrando en la casa de nuevo.

-Justin, ______, ¿Por qué no salís un rato de fiesta por ahí? Hoy la noche es joven- dijo Pattie con Jazzy en brazos.

-No sé- reí nerviosa- no creo que...

-Vale, mamá- rió Justin mirándome. La verdad es que me apetecía un poco- ______, ve a cambiarte si quieres, yo te espero aquí.

Sonreí y me despedí de sus padres y los pequeños antes de que se fueran al hotel y subí a cambiarme los zapatos.

Llevaba una blusa negra con una falda ajustada brillante.

De zapatos tenía unas zapatillas de estar por casa, sí, me tiré toda la nochevieja con esos zapatos, pero a parte de que no salimos de aquí, no iba a ponerme tacones para estar en casa, Pattie me dijo que hacía bien y la dejé unas bailarinas mías para que se las pusiera abandonando a sus tacones de infarto.

Una vez entré en el vestidor y me puse mis tacones negros y agarré el móvil con mi mano, bajé nuevamente encontrándome con Justin sentado en el sofá.

Él llevaba unos pantalones negros, una camisa blanca y una chaqueta de vestir. Perfecto.

-¿Nos vamos?- preguntó sonriendo y poniéndose en pie.

-Claro...-Justin se dirigió hacia la puerta- ¡Espera! Guárdame el móvil en tu bolsillo.

Justin rió y retrocedió para cogerme el móvil de las manos.

-Por cierto, estas guapa con ese traje- sonrió y me besó los labios fugazmente, mis ojos se abrieron a más no poder por la sorpresa y recordé sus palabras de ayer.

Suspiré feliz y caminé detrás de él hasta su coche ya conocido.

Una vez nos acomodamos en los asientos, Justin arrancó rumbo a la discoteca más grande de la ciudad, según él.

-Va a estar todo lleno, sería mejor ir a un sitio más tranquilo- dije mirando por la ventana.

-Tonterías, no creo que este tan lleno, la gente ahora prefiere irse al campo de botellón...

Sus palabras se vieron interrumpidas cuando cruzamos la esquina anterior a la discoteca.

Los laterales llenos de coches y al menos cien personas en cada acera bebiendo, bailando, hablando y haciendo muchas cosas más.

-Con que no iba a estar hasta arriba, eh- reí y Justin se encogió de hombros con una tímida sonrisa.

-Vamos a aparcar primero- salió calle abajo pasando de largo la discoteca. Debo de reconocer que el ambiente me estaba enganchando. Se podía oír la música desde varios metros a distancia.

Después de estar 20 min buscando algún sitio libre, logró aparcar en donde ni siquiera se escuchaba la música.

-¿No podrías haberlo dejado en doble fila? La policía no suele hacer mucho caso en Nochevieja.

-Eso que te lo crees tu, anda, vamos.

Salimos del vehículo y cerramos las puertas para empezar a caminar unos 10 min hasta la discoteca.

Intenté seguirle el paso a Justin, y éste cuando se dio cuenta de mi torpeza por andar rápido, disminuyó el ritmo y me cogió de la mano para caminar juntos.

Su toque me produjo una descarga por mi espina dorsal y se me puso la piel de gallina, aunque pienso que eso último es obra del frío.

-Ya casi estamos, ¿tienes frío, ______?- susurró cuando empecé a tiritar levemente.

-Un poco, pero dentro se me pasará- reí.

Él rió dos segundos para luego soltar mi mano y abrazarme con un brazo para darme calor. Que lindo. Me encanta.

Una vez estuvimos frente a la discoteca, tuvimos que pasar frente a borrachos llorones, borrachos haciendo de toreros, borrachos locos y gente besándose. El portero nos dejó pasar poniéndonos un sello en la mano por si necesitábamos salir, para que pudiéramos entrar de nuevo.

-Estos hombres son armarios empotrados, creo que a sus madres les costó mucho parir tal cosa, pobre de ellas- le dije a Justin por encima de la música mientras nos metíamos entre la gente para ir a la barra.

-Creo que la noche te afecta- rió con melodiosas carcajadas y aún sin soltarme se apoyó en la barra metálica una vez llegamos.

-¿Qué vas a querer?- preguntó.

-Mmm un Malibu con piña colada, ¿y tú?

-Agua- sonrió.

-¿Agua? Ah es verdad, que tienes que conducir- reí y Justin se burló de mi durante unos segundos antes de que llamara al camarero.

-¡Eh, camarero!- gritó levantando la mano.

-Dime- dijo éste.

-Es obvio que queremos pedir bebidas, no creo que sepa ni que oficio tiene, mañana lo echan- susurré para mi misma, aunque Justin me debió escuchar porque me cogió de la mano riéndose disimuladamente.

-Una botella de agua y un Malibu con piña, por favor- pidió amablemente.

-Ahora mismo- dijo antes de darse la vuelta.

-No seas tan mala, hay mucha gente aquí y se sentirá... No sé- rió.

El barman vino con un vaso de plástico con mi bebida y una botella de agua fría para Justin.

Soltó mi mano para cogerlo y cuando me dio el mío probé de la pajita el contenido. Delicioso.

-Vamos a la pista, ven- me agarró del brazo sonriente llevándome a un sitio atestado de gente, una vez pasamos a la multitud, nos quedamos en un sitio más tranquilo, aunque la gente rondaba casi empujando.

No more {Justin Bieber} SIN EDITARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora