15. Borrachos en América.

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—Lo siento, ¿vale? — fue todo lo que dijo luego cinco minutos de intensas miradas.

—¿Por algo en específico?

—He sido un tonto, no sé qué me pasa. Y no creí que terminarías con Chad, estaba volviéndome loco, literal — se puso una mano sobre la boca, parecía enserio frustrado.

—Bien, disculpa aceptada. Pero William, debes detenerte con esto — lo mire fijamente y él a mí. Sus ojos verdes me hicieron volcar el estómago como nunca nadie y él se relamió sus finos labios.

—Especifica "esto".

—Tus desequilibrios emocionales a causa de alguien más.

—A causa de ti — corrigió.

Hubo un silencio breve en el que antes de incomodarnos parecíamos tigres actuando sigilosamente para posteriormente atacar a una presa. Yo comencé a alzarme sobre mis puntillas, él tomó mi mano derecha con soltura y nos acercamos demasiado.

—Chicos, el postre está servido — avisó Connor. William y yo nos tensamos a la altura de los hombros, yo me volví a parar bien y él se alejó, pero sin soltar mi mano.

Caminamos hasta la mesa pero tuvimos que separarnos porque anteriormente ya habíamos elegido sillas apartadas.

El postre estaba servido sobre cada uno de nuestros platos pequeños, yo cogí el tenedor para comenzar a comerlo pero William cogió su celular y rápidamente tecleó en él. Lo siguiente que ocurrió fue mi celular haciendo vibraciones en mi bolsillo.

"De William Strat:

Aún hay algo que quiero decirte, pero me gustaría esperar. ¿Qué opinas de que cenemos hoy a solas? Conozco un lugar genial."

Yo solo le respondí:

Me parece perfecto.




La cena fue más que exquisita.

William me pareció la persona más interesante del planeta por esa noche, y si antes ya me gustaba pasar tiempo con él ahora era como si en América se volviera más intelectual y elocuente. Sabía tantas cosas sobre las diferentes culturas del continente y no paraba de hablar de sus distintas fans latinas. Decía que amaba a todas sus fans, pero que las latinas tenían cierta picardía en los ojos y una energía inagotable que las volvía muy interesantes. Por otra parte me había dicho que realmente le gustaba mucho la ciudad de Los Angeles, pero que siempre terminaba con muchas notas de prensa encima que le daban mala fama.

—Pareciera que me vuelvo loco al llegar aquí — dijo luego de meter una papa frita a su boca.

Y eso, su elección de cena.

Habíamos ido por unas hamburguesas a un lugar que pasaba muy desapercibido. Uno de esos lugares poco valorados donde encuentras una comida estupenda y mucha tranquilidad. Pero lo que más me fascino de su elección fue que no creyera que las citas (porque luego aclaro que esa era una cita) siempre debían ser en lugares románticos, cursis o costosos.

Hablamos de tantas cosas tan diferentes, desde nuestras infancias hasta las razones por las cuales creemos que terminaremos siendo un par de ancianos locos que den de vez en cuando un whiskey o un poco de droga a sus nietos, aun cuando sepamos que eso no es lo más sano. Y sí, menciono la otra cosa que quería decirme y fue que sabía lo que estaba ocurriendo conmigo, que Edward le dijo algo sobre que las chicas nos confundimos fácil sobre nuestros sentimientos, en especial cuando nos hemos negado rotundamente a ellos. Eso solo pudo explicar la razón por la cual sus canciones dicen toda la verdad acerca de las personas, es un rubio muy sabio. También le dijo que debía darme tiempo de acostumbrarme a la situación y que estaba seguro de que mis decisiones serían buenas para ambos.

Rockstar en la friendzone | EDITANDO | Angie JackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora