Capítulo 22: El Club de Pelea - Octavos de Final (6)

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—Por esto me llaman Demone Sporco. Significa demonio sucio, eso define a mi estilo de lucha. Utilizaré cada pequeña arma que pueda esconder en mi cuerpo para acabar con mis enemigos. Ahora, voy a terminar esto. Lo siento niño, te metiste en un mundo que no es para cualquiera, adiós —decía de forma risueña y confiada mientras levantaba su pierna, listo para pisar con fuerza al joven gangster e insertar su torso y rostro contra las chinchetas. 

Apenas un breve instante antes de que Di Paolo extendiera su pierna para realizar su patada, Tatiano reunió fuerzas en sus brazos y piernas a pesar de estar heridos por las chinchetas y se levantó bruscamente hacia atrás, dirigiendo un cabezazo directamente al mentón de Di Paolo y logrando ponerse nuevamente de pie. Instantáneamente y sin siquiera voltear, el joven gangster extendió sus brazos hacia atrás y tomó a Di Paolo de la camisa, levantándolo con todas sus fuerzas y estampándolo contra el suelo por delante de él. Todas las chinchetas se clavaron en la espalda del ex soldato, quién quedo boca arriba lanzando un terrible alarido de dolor. Tanto el presentador, como Benito, Ringo, Jon y el público observaron expectantes e impactados.

Di Paolo, que se encontraba boca arriba mirando hacia el techo del estadio, por un instante y a pesar de su ya dificultada visión debido a los golpes, logró distinguir una extraña forma humana a unos pocos metros de altura, directamente encima de él. Se trataba nada más que de Tatiano, quien, a pesar de haber inmovilizado a su rival, decidió rematarlo de una forma terrible, saltando lo más alto que podía sobre él para caerle encima. El ex soldato no tuvo ni siquiera tiempo de gritar, y peor fue para él mantener la boca abierta en el momento en que ambos pies de Tatiano impactaron en caída libre contra su rostro, con tal fuerza que su cuerpo se levantó casi sobre un metro de alto. De esta forma, el furioso novato destrozó el rostro de Di Paolo y, por supuesto, lo dejó finalmente inconsciente.

El referí dio por finalizado el combate. El presentador comentaba la conclusión mientras el público alentaba eufóricamente al joven Tatiano, quién al final logró cumplir las expectativas iniciales. El adolescente se agachó delante del malherido rostro de su rival y le lanzó un gran escupitajo, para luego sonreír arrogantemente y saludar a su público.

—Esto fue peor de lo que esperaba. ¿Qué demonios? Entre esas chinchetas y la sangre, mi traje quedó hecho un desastre —se quejaba Tatiano como si nada, mientras abandonaba la arena.

—¡Jaja! Ya lo viste, ese es mi muchacho. ¿Qué opinas, Ringo? —comentaba Benito.

—Reconozco que lo has entrenado correctamente, tiene buenas habilidades. Sin embargo, nunca aceptaré la crueldad y el sufrimiento innecesario en una pelea. Parece que lo has entrenado para que sea como tú.

—¡Vamos! No seas así. El chico sólo se enfadó por los trucos sucios de ese Demone. Cualquiera querría darle una paliza a ese maldito. Recibió lo que merecía.

—No voy a entrar en debate. Además, ahora será el combate Ugo —respondía Ringo, quién parecía interesado en ver las habilidades actuales del viejo rival de su sobrino.

—¡Los médicos están llevándose a Demone Sporco! ¡También atenderán las heridas del ganador, Giovane Fumante! ¡¡Ahora sí, daremos comienzo al siguiente combate!! ¡¡Por el lado oeste, tenemos al luchador del estilo vale tudo callejero!! ¡¡Black Rock Punch!! —anunciaba Mike-Z a toda voz.

Este joven luchador que rondaba los veinte años había era parte de la pequeña pandilla formada por la rebelde Blue Hanger Chain. Al igual que ella, era un joven que había abandonado tanto la escuela como su hogar, dedicándose a la lucha callejera y haciendo dinero en pequeños clubes de pelea ilegal. Era la primera vez para él participando en un torneo de la Arena Mayor del Distrito 11 —así se le llamaba a las veinticuatro grandes arenas de lucha clandestina que existían en la ciudad de Neotrópolis—, y a pesar de ello había alcanzado colocarse entre los dieciséis mejores luchadores. En cuanto a su contextura física, su estatura rondaba el metro ochenta, poseía músculos bien marcados y una piel cubierta en gran parte de cicatrices, que eran la prueba de su dura experiencia en el estilo vale tudo callejero. En contraste con su salvaje cuerpo, su rostro mantenía los rasgos de un adolescente. Sus ojos de color rojo oscuro se rodeaban de ojeras negras, también prueba de haber vivido en las calles pasando más tiempo luchando que durmiendo. Su cabello negro era largo hasta los hombros, lacio pero alborotado y despeinado. Vestía un pantalón de uniforme escolar negro y un chaleco sin mangas, también negro, con bordes blancos y abierto a la mitad. En la muñeca izquierda llevaba atado un pañuelo rojo que nunca se lo había visto usándolo. Como armas llevaba manoplas, las cuales había utilizado para derrotar a sus oponentes anteriores.

Odisea de Clanes | Volumen 1 - Primera Odisea en IneriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora