La Promesa De Un Rey

Capítulo II

T'Challa, al ver como el omega perdía el sentido, abandonó la celda, se lavó las manos, la cara y los zapatos.

—Okoye, manda a una guardia a vigilarlo, no le den de comer ni de beber hoy. —Y sin decir nada más, se fué de nuevo al hospital, entró en la habitación, y de inmediato fué bombardeado por preguntas de su hermana y de su madre, su padre seguía dormido.

—Hermano, ¿donde estabas? ¿Por que has desaparecido? —No quería mencionar los gritos que había escuchado a lo largo de la última hora.

—Estaba terminado un trabajo, nada de lo que preocuparse. —Su madre le miró, entristecida, su hermana lo notó y decidió seguir preguntando.

—¿Has escuchado los gritos? ¿Que crees que habrá pasado? Se veía que la persona estaba... Sufriendo. —Su hermana tenía el ceño fruncido, sabía que ningún saqueador salia vivo de Wakanda, por lo menos al ser capturado.

—Shuri, no tienes de que preocuparte, no ha pasado nada más en el Reino, era solo un herido. —Trató de convencerla.

—No... Sonó muy lejos, no puede ser un herido, los heridos no gritan por hora y media, se les da un sedante. —Shuri quería poner entre las cuerdas a su hermano, le quería mucho, pero odiaba que le mintiera y le escondiera cosas.

T'Challa, que no sabía que más excusas razonables dar, decidió confesar, no podía seguir mintiendo a su hermana.

—Shuri... Esos gritos eran de un prisionero. —No quiso comentar que era un omega, su hermana solo hacia dos semanas que había descubierto que era alfa, y ahora protegía a todo los beta y omega que podía.

Shuri frunció el ceño, se acercó a su hermano y pudo notar muchos olores, entre ellos, sangre. Pero como el olor del omega era tapado por otros olores, no consiguió distinguirlo, su olfato tenía que mejorar.

—Hermano, has hecho lo correcto al hacerle un prisionero y no ejecutandole, pero cuando cumpla la condena ¿Que harás?

—Jamás cumplirá su condena. —Contestó de forma tajante su madre.

—En efecto, cuando tenga la información que necesito, le ejecutaré.

—¿Solo lo vas a usar? No te creía tan cruel... —Su hermana estaba decepcionada con su hermano, no podía creer que tuviera la sangre fría como para hacer aquello.

—Shuri, si consigo la información que quiero, podemos acabar con la agencia que nos roba. ¿No prefieres eso? Vivir sin preocuparte de que tu gente sea secuestrada. —Se trataba de su hermana, por lo cual, usaba un tono suave para hablar con ella.

Ninguno más dijo una palabra, y la habitación se inundó en un incómodo silencio, solo roto por el sonido que producía la máquina que marcaba los latidos del corazón del rey. Era de noche, eran más tarde de las doce, por lo cual, Ramonda decidió que ha era lo suficientemente tarde como para mandar a ambos hijos a sus habitaciones y que descansaran un poco.
Shuri, desobedeciendo a su madre, en vez de ir a su habitación, fué a los calabozos. Quería ver al prisionero.

Al llegar, empezó a buscarlo por las celdas, no sería muy difícil encontrarle, era el único blanco en todo el calabozo. Mientras avanzaba, notó el inconfundible aroma de un omega angustiado, decidió seguirlo, aun que le aroma era débil, no fué gran problema seguirlo y dar con el prisionero. Lo miró con pena, estaba atado de pies y manos, estaba repleto de heridas, sangre y suciedad, también parecía estar muy delgado. El omega le daba mucha pena, pero sabía lo que había ayudado a hacer, y había tenido suerte de que no lo hubieran ejecutado ese mismo día.

—¿Tu vas a ser mi nueva guarda? —Susurró con voz ronca el omega.

—No, yo soy Shuri, solo vengo a hacerte compañia. —Le contestó con felicidad y una gran sonrisa.