cap VIII

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Por fin, el día que los dos monarcas esperaban con ansia llegó. Habían empezado a preparar todo, la habitación donde se llevaría acabo la fiesta estaba siendo pulcramente limpiada y decorada para la ocasión a demás que los dos monarcas habían ido a comprar sus trajes para ese día.

"Hay que llevar ropa adecuada, si eres omega, debes llevar ropas de omega y un lazo azul. Si eres alfa, ropa de alfa y un lazo rojo"

Recordó aquellas palabras el omega, mientras veía los ropajes que le ofrecía Ramonda para aquella ocasión.

—Son ropas elegantes de omega, las mandé hacer cuando dejaste de ser un esclavo y te convertiste en aliado. —Sonrió la mujer mientras dejaba con suavidad la ropa encima de la cama, y luego las estiraba con cuidado.

—Muchas gracias, no se que decir... —La sonría del castaño reflejaba a la perfección lo que sentía.

—Mañana no trabajarás por la tarde, te voy a enseñar nuestro idioma para que puedas comunicarte mejor con todo el mundo.

El omega volvió a sonreír, cautivado por la amabilidad de la reina, no entendía como ella pedía ser tan amable con  él, después de ser uno de los  culpables de hacer sufrir a su pueblo.

—Barnes, cambiate, ponte esta ropa, no quiero seguir viéndote vestido como un vagabundo. —Ordenó de nuevo con una sonrisa.

Y él ni corto ni perezoso, tomó entre sus manos aquellas delicadas prendas y fue al baño a cambiarse. Se miró al espejo, más concretamente su cuello. Palpó con cuidado la zona donde estaba aquella cicatriz que tanto dolor le causaba. Respiró hondo antes de empezar a vestirse, miró su rostro, su barba dejada, su cabello largo, enredado y sucio el cual había empezado a hondularse. Suspiró.

—Ramonda, ¿le importaría decirme donde hay cuchillas? Desearía poder afeitarme y... ¿Acedentarme?

— Querrás decir adecentarte. Y claro James, pero de se va a encargar Shuri, ha sido muy explícita con eso. —Le corrigió con una gran sonrisa. —Vistase, hoy me gustaría darle algunas lecciones de como debe comportarse en la fiesta.

Minutos después, James salió vestido con una simple camisa negra con algunos bordados en plata, que le recordaban levemente a los bordados que llevaban los dos monarcas, unos pantalones completamente negros, y una chaqueta de cuero color granate.

—¿Mas cómodo con esa ropa? Se supone que es parecida a la que usáis en Brooklyn. —Comentó con suavidad al ver como el omega salía.

—Bueno, no suelo usar este tipo de ropa, siempre he usado un traje de asalto, pero me gusta, aun que... El pantalón en muy ajustado en la parte de las piernas. ¿No cree que será difícil que trabaje de este modo?

—James, cariño, en serio, no vas a trabajar con esta ropa. Esto no es para que trabajes, si no para que uses otro tipo de prendas que no sea la de un campesino. —Suspiró la mujer.

—Bien, ¿cuanto le costó? Es mejor que le de el dinero del cos...te. —El castaño quería continuar, pero Ramonda le miró con severidad. —¿Es un regalo? —Quiso afirmar, pero le salió una pregunta.

—Si, es un regalo. —Sonrió de nuevo la monarca.

No pasaron ni dos minutos cuando Shuri entró llamando a gritos a su amigo, al parecer, ya habían llegado de hacer compras, y entre sus manos llevaba una bolsa que colocó frente al omega.

—Pareces un actor famoso con esa ropa. —Se mofó de él su amiga. —Venga, vamos a que te arreglen ese pelo y esa barba, ya está muy crecida.

—Bien, vamos entonces. —Animado, el omega se colocó al lado de su amiga. —Gracias por los regalos, reina. —Dijo de forma de despedida, mientras ambos abandonaban la habitación.

La Promesa De Un Rey Donde viven las historias. Descúbrelo ahora