Capítulo XIV

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Cuando ambos llegaron al palacio, T'Challa le dejó en la pequeña Sala medica, mientras Shuri, sonriente y feliz de ver al omega de nuevo, se acercó a él y le dió un fuerte abrazo que para extrañed de ambos hermanos, no fue correspondido.

—Bueno, voy a mirar como tienes el tobillo. Hermano, tu vete.

Una vez el monarca había abandonado la sala, Shuri empezó a mirar el tobillo del castaño.

—No lo tienes nada mal, está casi curado. —Anunció la chica con una sonrisa, pero el contrario no sonrió. —Se que estas afectado por lo de volver a la celda. Pero no quiero que vuelvas a ser como antes, no quiero verte como cuando llegaste.

—Me habéis encerrado en la celda de la última vez. ¿Era para recordarme lo que soy y de lo que sois capaces de hacerme si no cumplo las normas? —Murmuró.

—No lo sé. Lo mandó mi padre. —Dijo Shuri quien seguía mirando el tobillo del más alto.

—Dejalo ya, no creo que me vaya a morir por esto. Me voy a ir a trabajar, no se que hora es. —El omega apartó a la chica, y se levantó.

—Bucky, necesito curarte bien esto, luego quedan secuelas. No me obligues a enfadarme contigo. —Se cruzó de brazos aún manteniendo su sonrisa.

—Dejame en paz. Ya he dicho que estoy bien, deja de fingir como si te importase mi bienestar. —Después de apartar a la menor, abandonó la Sala médica, y sin cruzar palabra con nadie más, abandonó el Palacio. En ese momento solo quería salir corriendo. Y el único lugar que creía que era seguro era su cabaña, a si que se fue allí.

Por otro parte, Shuri, que no daba crédito a lo que había oído, fue a hablar con su hermano.

—¡Eres un idiota! —Fue lo primero que dijo. —¡Ya has conseguido tu propósito!

—¿Cual era mi propósito? —El príncipe intentaba mantenerse sereno.

—¿Acaso no intentabas quebrar al omega? Felicidades, ya lo has conseguido. —Se cruzó de brazos la menor. —Antes James y yo éramos amigos, pero ahora parece que me odia y se a ido.

El monarca se sorprendió y salió corriendo detrás del omega. Aquella era una imagen curiosa y que no solía verse. El príncipe corría vestido con un caro traje, marchándose de barro y hechando a perder sus zapatos. Él tenía un destino claro, quería hablar con el omega, pero antes de llegar a su cabaña, el capitán llamó su atención.

—¡Principe! ¡Está todo listo! ¡Podemos irnos! —Gritó el capitán a pleno pulmón.

Por un momento lo había olvidado. Maldijo por lo bajo mientras más calmado, siguió avanzando hasta llegar a la cabaña del omega.

Su sorpresa fue grande cuando le vio acompañado de su guardia, vestido con un traje de asalto y siendo puesto a prueba.

—Dices que tu puntería es buena, prueba a disparar a los blancos que te hemos colocado. —Dijo una de ellas.

El omega asintió y después de colocarse en la postura adecuada, disparó a los objetivos sin fallar. Luego, miró su arma, no estaba acostumbrado a armas de tanto peso.

—No sabía que también fabricaban armas. Es una sorpresa. —La mirada del omega acabó en el alfa, quien ahora le miraba sin disimular la pena que sentía hacia él.

Con una orden, las dos Dora Milaje quienes eran las mismas que se habían encargado de meterle en la celda, se fueron.

—No te voy a mentir, tenía ganas de disparalas. —Comentó James sin pudor, cosa que sorprendió mucho al alfa.

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