La Promesa De Un Rey

Capítulo XI

Seguían de risas, pero poco a poco, consiguieron sacar más información al omega.

—¡No! ¡Es un suicidio! Atacar por aire es una estupidez, no podéis. Os barrerán del cielo en cuanto os acerqueis. Tenéis que ir a pié. Y si podéis, sin armar ningún tipo de jaleo. Tienen radares. —Aconsejó James.

—Bien, ¿Atacamos Alemania? Se supone que es la menos cubierta. —Comentó Sam.

—No es la menos cubierta. Ni por asomo... Solamente es que es la más problemática. Ninguno de los allí presentes son capaces de hacer nada. Solo están peleando entre sí todo el rato. —Suspiró el omega. —Es más... Están en un lugar blindado. Y bajo tierra.

—Sabes mucho. —Murmuró Natasha.

—He estado en muchos sitios. Demasiados... —Suspiró.

En ese momento, los monarcas entraron en la Sala.

—No me termina de gustar que estéis aquí sin que me entere de lo que pasa. A demás estáis un montón de alfas con mi amigo Omega. —Dijo Erik nada más entrar por la puerta, sentándose al lado del Omega.

—Erik, por favor... —Suspiró el príncipe.

—Príncipe T'Challa, el lugar más cercano que podemos atacar es Alemania, pero está blindado. —Informó Steve.

—Y bajo tierra, está situada en uno de los refugios que utilizó Hitler en la segunda Guerra Mundial. Sé algunos atajos, pero dudo que podáis entrar sin que nadie os vea, es muy peligroso. —Murmuró James, al ver al monarca se encogió en su asiento.

—Tenemos muchos hombres y mujeres capaces de mucho, no te preocupes. También podemos contar con la Guardia del príncipe ¿No? —Preguntó Clint mirando a T'Challa, quien de forma inmediata asintió.

—Bien, seguiremos con esto después de comer. —Asintió el Príncipe mientras se levantaba del sofá. —James, ve a preparar las habitaciones para los invitados. Si te da tiempo, baja a comer.

El omega obedeció casi de inmediato. No por complacer al príncipe, ni mucho menos. Moría de hambre.

—Supongo que tendrá hambre. —Murmuró Erik.

Los invitados y los monarcas llegaron al Salón comedor, todo estaba perfectamente preparado para los invitados. Estos estaban gratamente sorprendidos por aquel trato tan amable, pero luego recordaron que era un trato de beneficio mutuo.

Tony no pudo resistir las ganas, y trató de hablar con el rey para tratar de hacer un trato y comprar el metal de aquella tierra. Por eso, decidió citarse con el rey para hablar con calma.

—Tony... No es momento de hacer negocios. —Suspiró su alfa.

—Steve, cariño, siempre es buen momento para hacer negocios. —Sonrió de forma coqueta y amable.

Pronto, el rey dió paso a la comida. Tanto el personal de trabajo, como los monarcas e invitados comían en el mismo lugar, pero no en la misma mesa.

20 minutos después de que la comida comenzara, James llegó y se sentó en la mesa de los trabajadores. Nada fuera de lo común para nadie. Todos estaban acostumbrados a verle rondar por el Palacio y comer con los trabajadores, quienes nunca le dieron una buena mirada. El no era trabajador: Era un prisionero.

Después de comer la reunión dió lugar. Ahora no sólo estaban los monarcas e invitados, la Dora Milaje asistieron a la reunión, y junto a ellas, Nakia.

—Cuando estemos listos, y con el permiso correspondiente haremos una redada en Alemania. Pero no podemos ir como cuando fuimos a París, no podemos estar al margen de la policía. —Informó T'Challa, estaba andando al rededor de los asientos, incapaz de estar quieto por el estrés que en ese momento sentía.