Capítulo XXIV

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—“Tenemos a nuestros objetivos".

Escucharon la voz del omega por el comunicador.

Acto seguido, dicho aparato empezó a escupir pregunta tras pregunta: "¿Dónde?" "¿Quienes?" "¿Los estás siguiendo?"

Eran demasiadas cuestiones como para responder a todas. Miró la exposición en la que se encontraba, y luego volvió a hablar.

—Exposición número 3, cerca de la planta circular con estatuas. —Su descripción fue escueta, pero sirvió.

"¿Que hacemos, capitán?" —Escuchó la voz de Sam.

"Nada, no sabemos cuantos agentes tienen aquí. Lo mejor será seguir con el plan, no podemos arriesgarnos a una confrontación armada en un lugar público." —Aconsejó el americano.

"A demás... No tenemos permiso de hacer nada aquí." —Siguió el alemán.

Hubo minutos de silencio. El omega se había quedado en su posición, sin moverse, como si fuera una de las muchas estatuas que adornaban aquel museo.

Su imaginación había empezado a fantasear sobre el asesinato de aquellos agentes, y poco a poco se permitió seguir divagando.
Las imágenes que llegaban a su cabeza era de los miles de opciones que tenía, y con ellas, sus consecuencias. La verdad era que el omega era muy pesimista conforme a su futuro.

Una voz a su lado le sacó de sus pensamientos: Steve, supuso antes de levantar su rostro y ver los orbes azulados y preocupados del alfa.

—Natasha y Tony han conseguido la llave y T'Challa y Clint han encontrado la zona de catering. Nos podemos ir ya. —Susurró de forma calmada, como si hablase con un animal o un niño asustado. Y en cierta forma no se equivoca en usar ese tono. —Hablaremos de todo en la base.

Sin decir nada empezó a caminar. No sabía si era el miedo o la incertidumbre lo que le estaba atacando como un enjambre de avispas, pero tenía un mal presentimiento.

Mientras caminaban hacia el metro, evitando el millar de cámaras que adornaba la capital de Alemania, escondiéndose entre la gente y debajo de sus abrigos. Alemania no era una capital de mucho movimiento, por lo que sus calles permanecían vacías una vez que la luz del sol desaparecía.

El equipo se paró casi al completo cuando, en un escaparate de una tienda de electrodomésticos, vieron una noticia que les heló la sangre.

El cadáver de dos personas habían sido hallados en un río, ambos en un avanzado estado de descomposición, sin ropa, sin documentación, sin testigos y con una marca extraña en su cuerpo: una quemadura demasiado dañada como para saber que era. Otros dos Jonh Does que se sumaban a la lista de personas sin identificar.

Olvidando aquella noticia, el grupo siguió moviéndose hasta llegar por fin a su base, y fue cuando uno de ellos gritó de manera escandalosa:

—¡Las cámaras del Metro!

—¡Dentro del metro no hay cámaras, pedazo de imbécil! ¡Solo en la entrada!

—¡¿Pero como lo vas a saber si no has visto un metro de estos en tu miserable, corta y desgraciada vida!?

Y fue en ese momento en el que Steve se llevó las manos al rostro y lo masajeó con paciencia. Los roces entre Sam y Bucky eran cada vez más fuertes, algún día llegarían a lastimarse.

Del pasillo salieron Sam y Bucky quienes aún discutían.

—James, ¿nos vas a contar ya a quienes nos enfrentamos? —Intervino T'Challa para calmar la pelea.

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