La Promesa De Un Rey

Capitulo XIII

Los residentes de aquella tribu eran más amables de lo que parecían. James, quien seguía siendo cargado como un saco de cemento, se resignó a mirar el terreno y los talones de su nuevo captor.

—Si T'Challa me tenía encarcelado en su dominio... ¿No cree que es peligroso que esté aquí? —Trató de convencer al alfa.

—No, no lo creo. Mis dominios, como tu los llamas, no están al mando de T'Challa, por esa razón, te puedo tener aquí encerrado como tu dices.

—Ya bueno, es que quiero seguir viviendo, y él precisamente no se toma demasiado bien la desobediencia. —James no sabía como convencer al jefe de la tribu para que le dejase irse.

—Ahora estas en mi tierra, y estas herido. A demás no quiero tener otra guerra con el rey, a si que te dejaré ir cuando puedas andar por tu cuenta. —Asintió el alfa y siguió andando de forma enérgica.

Por otra parte, en el Palacio, Erik buscaba al omega para invitarle a comer con él. El monarca ya había comido, pero sabía que James no lo había hecho, y al no haberle visto a la hora de la comida, se preocupó.

Por esa razón, había empezado a buscarle por donde se suponía que tenía que estar trabajando, y el último sitio donde le quedaba mirar, era el despacho de su primo.

Sin llamar a la puerta, entró a dicha sala, haciendo saltar de la silla a su primo y alertando a Okoye, quien casi ataca al otro monarca.

—Erik, ¿Que haces aquí? —Preguntó algo molesto.

—Busco a James, pero no hay manera de encontrarle. ¿Donde está? —El de rastas se apoyó en el marco de la puerta  mientras esperaba a la respuesta.

—Tiene el día libre, estará con la tribu de la frontera. ¿Para que lo quieres? —El príncipe dejó de escribir y miró a su primo.

—No le he visto a la hora de comer, y tampoco le había visto trabajando y tampoco le he visto en su cabaña. —Se encogió de hombros el contrario. —Le quería invitar a comer.

—Debería estar. —Sentenció el príncipe.

—Pues no está, a si que o se a escapado, o te lo han secuestrado. —Contestó Erik de forma distraída.

—Okoye, manda a alguien a comprobar donde está James, si se ha escapado puede que alerte de nuestro ataque. —Esa no era su mayor preocupación, hacía unas horas le había besado, y ahora el omega estaba desaparecido.

—Señor, no han alertado de ninguna salida, debe de seguir aquí. —Informó Okoye.

—Da igual, buscarle. —Ordenó mientras se ponía de pié. —No puede haber ido lejos.

Mientras las Dora Milaje buscaban al americano, él disfrutaba de un pequeño banquete que el líder de aquel lugar había preparado.

—Mastica, que vas a ahogarte. —Rió el alfa mientras veía comer al más pequeño.

—Perdón, no he comido. ¿Que hora es? —Preguntó nada más tragar.

—Las seis menos cuarto. —Informó el alfa.

—Que día más largo. —Suspiró.

—Bueno, cuando termines de comer irás a que te venden ese pié. —Ordenó con una sonrisa el alfa que todavía no conocía.

—Por cierto. No nos hemos presentado. ¿Quien eres? —Se mostró algo más receptivo el omega.

—Por si no te acuerdas, soy el alfa contra el que chocaste en la fiesta. Llamame M'Baku.

—James, aun que ya sabrás que todo el mundo me conoce como "el omega del príncipe" O... "El prisionero" —Habló con aparente normalidad.

—Bueno, aquí te haremos llamar lobo blanco. Quieras o no. —Sonrió de nuevo el alfa.