Capítulo XIX

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-¿Cual es su estado? ¿Encuentran pulso? -Steve preguntó preocupado en un Alemán muy torpe, estaba al borde de las lágrimas al ver el cuerpo de su amigo, gris, con los labios morados y su ropa y rostro llenos de sangre. Se sentía el peor capitán del mundo. Había dejado que sus hombres murieran, y lo peor, es que cuando conseguía encontrar a su mejor amigo, a quien daba por muerto y que ahora trabajaba como un esclavo en uno de los países más poderosos del planeta, se lo arrebataban de entre los brazos tan rápido que no podía creerlo.

En menos de media semana, había perdido de nuevo a su mejor amigo y había perdido a una docena de buenos alfas. ¿Y todo por qué? Por no evacuar el edificio una vez habían conseguido apresar a Arnim Zola. Quien como era de esperar, no decía nada coherente.

Steve se llevó las manos a la cabeza y revolvió su rubio y sedoso cabello como si con aquello lograse callar las voces que sonaban en su cabeza. Aquellas que ahora sin su pareja eran imposibles de callar, la voz de su padre diciendo que jamás sería un buen policia, y menos, soldado. Las voces de todos los que una vez le llamaron débil e inútil, y su propia voz diciendo que podría haberlo hecho mejor, que si fuera un buen capitán, todos hubieran podido sobrevivir, y que ahora su mejor amigo estaría junto a él, celebrando su victoria. La misma victoria de sabor agridulce que ahora presenciaba. Con un fuerte enojo, se marchó para encarar al doctor, podría descargar toda su furia con él, pero eso no era acorde a sus principios (de los cuales estaba empezando a dudar) si usaba la fuerza, el médico podía hablar, pero también había visto como James había acabado una vez había usado la fuerza contra él. Pero Zola no era un inocente, no. Aquel médico había experimentado con omegas

Pero no era el único que se sentía así. Erik se debatía en una batalla interna, deseaba que ambos hombres despertasen, claro que lo hacía. Estaba muy preocupado por su primo y por aquel Omega, aun que era claro por quien sentía más aprecio. Pero en su mente aun estaba aquella retorcida fantasía, la fantasía de ver como su primo desaparecía y él era rey, un rey que podía dar la orden de destruir a quienes habían hecho daño a su pueblo o cualquiera que hubiera discriminado a una persona por el oscuro color de su piel. No. El no era T'Challa. El sí usaría su poder para la guerra. ¿Y porqué no hacerlo? Su pueblo y las personas afroamericanas habían sufrido una discriminación injusta, y él lo sabía, obvio que lo sabía. Él no había crecido en un reino, ni en un castillo. No. Él había vivido junto a su padre en un barrio pobre de New York, un lugar donde el hambre, la suciedad y la pobreza era algo normal. Y si. Él sentía un interno y profundo odio, y por eso no podía reinar, o por eso le decían que no podía ser rey. Pero... ¿Que pasaría si lo pudiera ser?
Por un momento sintió en sus labios el dulce sabor de la victoria. ¿Pero a que precio? Por un momento se odió a si mismo. ¿Que diría su padre? Aquel hombre justo que luchaba por unos derechos equitativos, y que la discriminación acabase para ambos bandos.
Sacudió su cabeza desechando cualquier pensamiento oscuro.

Por otro lado estaba Okoye, aquella que siempre había estado al lado del príncipe desde que él tenía 6 años y ella 18. Se sentía inútil, completamente inútil. No sólo había fallado a la familia real, también había fallado como Dora Milaje. Al ver el estado del príncipe su ánimo decayó. Ambos hombre presentaban profundos cortes y una notoria hipotermia. Su misión era fácil, ella tenía que evitar que el joven príncipe terminase herido, y había fallado estrepitosamente. ¿Como se presentaría ante la familia real?

Todos los presentes aguardaron a que el médico buscase el pulso de ambos jóvenes. Aun que a uno de ellos se le veía respirar, lo hacía con una debilidad alarmante.

Una vez ambos hombres estaban en una camilla, y con sus respectivos respiradores manuales, fueron llevados hasta el hospital más cercano.

El futuro rey tenía fuertes contusiones por todo su cuerpo, presentaba dos costillas rotas y una laceración en su pierna. Tenía un grado bajo de hipotermia, pero al no haber comido en casi 4 días, estaba débil y algo desnutrido.

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