¡Que les jodan! ¡Que les jodan a todos!
Cierro de un portazo y me adentro en la noche oscura.
Hace mucho frío, pero no me importa.
Ya nada me importa.Si tengo algo claro, es que, pase lo que pase no pienso volver a casa.
No voy a soportar ningún insulto más, ninguna bronca de mis padres, ni un mísero arañazo va a rasgar mi piel a partir de ahora.
Juro por Dios que no.No tengo adonde ir, son las dos de la noche y todo debe estar cerrado.
Los Ángeles no pierde su encanto durante las horas sin sol.Me pongo la capucha de mi chaqueta e intento no imaginar la cara de pocos amigos que debo tener en este momento.
Tengo el pelo despeinado y el maquillaje que cubre mis ojos está corrido en mis mejillas a causa de las lágrimas que he derramado.No hay nadie en la calle.
Camino sin rumbo hacia algún bar que todavía esté abierto.
Meto la mano en mi bolsillo y encuentro algunas monedas.Necesito beber.
Quiero emborracharme y olvidar todas mis movidas por una noche.
Aunque nunca me haya emborrachado he bebido lo suficiente como para saber que me encanta el vodka.
Así que pienso pedirlo sin pensármelo dos veces.Me dirijo al Monty Bar, es probablemente el bar más famoso de California, y no es precisamente barato, pero es el único sitio que sé que cierra tarde.
Camino lo más deprisa que puedo, parece que a cada momento haga más frío.
Cuando llego al bar me encuentro con un hombre enorme vestido con un traje negro a la entrada.
¿Que cojones?—Lo siento señorita, no se puede pasar. -Dice el armario.
Oh, te digo yo a ti que sí.
—¿Porqué? No veo que esté cerrado. -Miro dentro y las luces están encendidas.
—Está reservado, tiene que marcharse.
—Oye, llevo un buen rato caminando y hace un frío de la hostia, no hay ningún otro sitio abierto y necesito beber algo, así que voy a entrar me dejes o no.La cara que pone el hombre me asegura que lo he cabreado.
Justo cuando va ha hablarme, alguien de dentro del bar se le adelanta.—Déjala pasar.
El hombre se aparta a regañadientes y me permite entrar.
Una vez dentro me doy cuenta de lo incómoda que es la situación.
Sólo hay una mesa ocupada en el bar, por siete hombres que están tomando unas cervezas.El chico que me ha dejado pasar me mira como esperando que le de las gracias, pero aparto la mirada de la suya y me siento en la barra.
No estoy de humor para agradecerle nada a nadie.Me pregunto qué estarán celebrando para haber reservado el bar y sobretodo porqué cojones han contratado a un hombre de seguridad.
El camarero aparece detrás de la barra y por fin creo que las cosas me irán bien, o al menos podré beber de una vez.
—Ponme un vaso de vodka, solo.
—¿Cuantos años tienes? -Me interroga el muy mamón.
—Tengo veintiuno. -Miento.Hace una mueca insatisfecho.
—Está bien, cumplo los veintiuno en una semana.
—Con esa edad lo único que puedo servirte es un vaso de leche con galletas.Todos se ríen y yo aprieto los dientes.
—Me quedan siete días para cumplir la mayoría de edad, no me jodas. Te daré el doble de lo que vale.
El camarero me mira un momento y pienso que igual está debatiendo mentalmente si debería servirme el vodka o echarme de su bar.
Finalmente agarra un vaso y me pone a bebida.
Aleluya.Le pago y gracias a Dios no me hace pagar el doble.
No puedo evitar sonreír.
Miro al chico que me ha dejado entrar.Pone mala cara cuando ve que me he salido con la mía.
Tiene el pelo corto y los dos brazos llenos de tatuajes.
Me mola su rollo.Cada vez que el grupo se ríe el sonido retumba en el local.
Cojo el vaso y le doy un sorbo.Está fuerte.
Normalmente lo hubiera pedido con algo más para que no quemara tanto, pero quiero emborracharme, no perder el tiempo.Los chicos tienen un color rosado en las mejillas que me indica que no soy la única que tiene el propósito de emborracharse.
Continúo bebiendo y cada vez es hace más fácil que el líquido baje por mi garganta.
De repente empiezo a encontrarme mal.
Tengo mucha hambre pero después de lo que me a cobrado, que aunque fuera el precio normal de la bebida es carísimo, no me queda dinero para comprarme algo de comer.Se me pasará.
Continúo bebiendo y siento la mirada del tatuado fija sobre mi.
Me giro y le pillo mirándome.¿Qué le pasa?
Decido dejarlo estar y cojo de nuevo mi vodka.
Ya puedo beberlo como si fuera agua.
No me quema la garganta y hace que el calor me suba por las mejillas.Me estoy mareando.
Tengo ganas de vomitar.Se me pasará...
Para cuando termino de beberme el vodka me doy cuenta de que no se me va a pasar hasta que vomite.
Me levanto despacio para ir al baño.
Cuando doy unos pasos mi cuerpo se tambalea y no puedo controlarlo.
Por un segundo soy consciente de que me voy a caer, pero no me da tiempo a poder avisar a nadie.Mi cuerpo se desploma en un segundo, entonces veo unos brazos tatuados que me agarran y después todo se vuelve negro.
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Stay (Adam Levine)
Romansa"Y entonces llegó él, y consiguió que la sonrisa de la chica, no estuviera rota nunca más"