Capítulo 4

182 20 0
                                    

Narra Kate:
Me despierto desorientada y automáticamente sé que no estoy en mi casa por el olor a limpio y por la cama, que es como el triple de grande que la mía.

Me miro en el espejo y recuerdo que estoy en casa de Adam.
Miro el reloj que marca la una y media. Mierda.
Tengo unas pintas terribles.

Ayer me quedé dormida tan rápido que ni siquiera lo recuerdo.
Me levanto y voy al baño para asearme.

Me recojo el pelo despeinado en un moño y salgo de la habitación.
La camiseta de Adam a resultado ser muy cómoda para dormir, pero creo que debería conseguir ropa nueva.

Cojo mi móvil y busco a Adam por toda la casa pero no lo encuentro por ninguna parte.
Espero que no se haya ido.
Su habitación está vacía, pero me cuadraría que se hubiera levantado antes.

—¿Adam? -No se me ocurre otra cosa que gritar su nombre y para mi sorpresa obtengo una respuesta.
—¡Kate, estoy en el baño!

Bien, está en el baño, ahora la pregunta es, ¿en qué baño?

Una puerta detrás mía se abre.
Cuando me giro me encuentro a Adam sólo con una toalla blanca atada a su cadera.

Su cuerpo está cubierto de diferentes tatuajes.
Entre los que resalta la palabra "California" es un estomago un poco más arriba de su ombligo.

Se le marcan los pectorales, y no me doy cuenta de que estoy mirando su cuerpo fijamente hasta que me habla.

—Me estaba duchando. ¿Has dormido bien?

El calor me sube por las mejillas cuando contesto.

—Sí, muy bien. La cama es cómoda. -Sonrío y sonríe él también.
—Había pensado que podemos comer en el salón, no hay paparazzis, de momento. Esto... había pensado que puedo reservar una habitación para ti en un hotel, pero, creo que deberías llamar a tus padres para que te confirmen que les parece bien que te alojes allí, no quiero que me denuncien por secuestro o algo así. -Se ríe.

A mi en cambio no me hace mucha gracia la simple idea de tener que hablar con mis padres.
Pero si no quiero que se meta en un lío, es la única opción.

—Sí, los llamaré después de comer.

Él asiente.

—Voy a cambiarme y prepararé algo. ¿Te apetecen macarrones?
—¡Sí! Me encantan. -Respondo eufórica.
—Perfecto, pues enseguida los hago.

Sonríe y cierra la puerta.
Me encantan sus ojos.
Y me encantan sus tatuajes.

Bajo al salón a esperarle.

Esta casa es enorme.
Debe sentirse sólo aquí.

Quizá no vive solo.
A lo mejor tiene novia...
No lo había pensado.

Saco el móvil de mi bolsillo y busco en internet "Adam Levine Novia"
Frunzo el ceño al ver unas fotos de él con una chica rubia, aunque él los frunce más cuando me mira el móvil.

—¿Que ves?

Lleva una camiseta negra con vaqueros y unos zapatos negros.
Le queda muy bien.

—Eh... nada, ¿quieres que te ayude con los macarrones? -Cambio de tema rápidamente.

Él levanta una ceja y después de ríe.

Sí, me ha pillado.
Me ha pillado de lleno.

Que vergüenza.
Por suerte no le da importancia.

—Tranquila, yo puedo.

Se va a la cocina, y yo retomo mi búsqueda sobre su vida sentimental.

Me informo y descubro que la chica de la foto fue su novia hace unos años, pero ahora está soltero.
Según Google.

Nunca está de más saberlo.
Busco el teléfono de mis padres y lo preparo para después.
Sólo espero que me dejen ir al hotel, porque no quiero volver a vivir con ellos...

Al poco rato Adam regresa con dos platos de macarrones.
Está sonriendo y probablemente orgulloso de su creación.

—Aquí tienes. -Deja los platos en la mesa.
—Gracias.

Me siento enfrente suya y pruebo los macarrones.

Me quemo, pero me da igual.
Están deliciosos.

Supongo que se nota en mi expresión que me gustan cuando Adam sonríe satisfecho.

—¿Te gustan?
—Mucho. -Digo con la boca llena.

Él se ríe.

Aunque le haya dicho que no voy a tratarle como un famoso.
Lo cual pienso cumplir, se me hace surrealista estar comiendo en la casa de Adam Levine, con Adam Levine.

He escuchado tantas canciones suyas...

Entonces rompe el silencio y me saca de mis pensamientos.

—Mira, este es el hotel que tenía en mente, es de confianza, me sabe mal que no puedas quedarte aquí... si fuera por mi
—No te preocupes. -Le interrumpo. -Ya me has ayudado mucho, de verdad. Y quiero buscar un trabajo para compensarte esto y lo del hotel.
—No tienes que compensarme nada, estás aquí porque yo quiero.

Me mira fijamente y yo me remuevo bajo la silla.

—Pero quiero hacerlo, y me vendrá bien trabajar algo este verano.

Asiente, y aunque parece pensativo no dice nada más sobre el tema.
Finalmente me enseña unas fotos del hotel.

Yo me quedo boquiabierta.

El Freehand.
Es el mejor hotel de California.

—Es una pasada, gracias. -Sonrío.
—¿En qué tenías pensado trabajar?
—No lo sé, he estudiado periodismo pero no creo que eso sirva de mucho hasta que me saque la carrera...
—¿Y de camarera? Para empezar este verano, puedo encontrarte algo en el bar donde nos conocimos.
—¿En Monty Bar?

Asiente.

—¿Harías eso por mi? -Me extraño.
—Claro.
—¿Por qué?

Él se encoge de hombros.

—Siento la necesidad de ayudarte. No quiero dejarte sola.

Me ruborizo.

Supongo que se compadece de mi.
Al fin y al cabo soy una menor que no tiene adonde ir.

—Nunca nadie ha hecho nada por mi, supongo que por eso me extraña que me ayuden.

Él sonríe, supongo que no sabe que decir.

—Voy a llamar a mis padres.

Asiente.

Todo depende de esta llamada.
Si mis padres quieren que vuelva a casa no voy a poder hacer gran cosa, al menos mientras siga siendo sea menor.

Llamo a casa y a cada tono sin respuesta estoy más nerviosa.
Cuando ya pienso que no lo van a coger mi madre responde.

—¿Kate?
—Sí, soy yo mamá.

Hablo en voz baja mientras Adam me mira desde el otro lado de la mesa.

—¿Cómo estás cariño? ¿Dónde has dormido?
—Estoy, estoy en un hotel, voy a trabajar de camarera para pagarlo. -Miento. No puedo decir que estoy aquí.
—¿Cómo que en un hotel?
—Sí, oye, creo que será mejor que esté aquí unos días, para que papá y tú arregléis vuestras cosas en casa, creo que yo sobro ahí... te daré la dirección por si quieres verme y traerme la ropa, si puede ser.

Se queda callada un momento.
Miro al tatuado enfrente mía.

—Está bien, mándame la dirección por WhatsApp, iré a llevarte tus cosas, si necesitas dinero o algo...
—No, tranquila.
—Bueno, te llevare todo hoy, ¿seguro que estás bien cariño?
—Sí, seguro, ¿tú estás bien? ¿Y papá?
—Estamos bien, nos vemos en un rato.
—Vale, hasta luego mamá.
—Hasta ahora cariño.

Resoplo.
Me acabo de quitar un peso de encima.

Es curioso que la misma persona que me ha echado de casa ahora esté fingiendo preocuparse por mi.
Paso del tema.
Paso de todo.
Menos de Adam.

Este sonríe, y momentos después me encuentro subida en su coche, de copiloto, dirigiéndome al que será mi hogar en los próximos días, El Freehand.

Stay (Adam Levine)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora