Capítulo 2

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Abro los ojos despacio.
Intento enfocar los objetos que hay a mi alrededor y me doy cuenta de que estoy dentro de una ambulancia.

Me levanto y hago un gruñido por mi dolor de cabeza.
Un médico se acerca a mi.

—Hola, ¿cómo te encuentras? No te levantes todavía. -Dice el enfermero.
—¿Dónde estoy? Estoy mareada.
—En Monty Bar. Sufriste una crisis de epilepsia hace unos minutos.

—¿Sufres la enfermedad? -Me interroga el médico Smith, según pone en su placa.
—No, que yo sepa...

Las puertas de la ambulancia están abiertas.
Miro a través y veo a los siete chicos de antes.
Dos de ellos se acercan.

El médico asiente y se gira.

El chico tatuado y un chico con el pelo largo se posan enfrente mía.

—Hola. -Dice el primero.
—¿Cómo te encuentras? -Continúa su amigo.
—Hola, estoy bien, esto... gracias por agarrarme. -Me ruborizo al mirar los ojos verdes del chico que me ha salvado de un buen golpe en la cabeza.
—No es nada. -Sonríe.

No me había dado cuenta de lo guapo que es hasta ahora que lo tengo delante.

—Veo que te encuentras mejor, pero de todos modos te llevaremos al hospital para hacerte unas pruebas y descartar que no tienes epilepsia o algo semejante. -Nos interrumpe el médico.
—Vale. -Susurro.
—¿Cómo te llamas? -Me pregunta el chico de ojos verdes.
—Kate. Kate Sharper.
—Kate, ¿necesitas un móvil para llamar a tus padres?
—¡No! Ósea... no gracias.

No quiero volver a escuchar la voz de mis padres en mi vida.

No tengo adonde ir.
Estoy sola.
Ahora no tengo a nadie.

Mis manos comienzan a temblar y estoy a punto de ponerme a llorar.
Intento pensar en otra cosa.

—¿Vosotros cómo os llamáis?
—Yo soy Adam y el melenas es James.

Asiento.

—Encantada. -Sonrío.

Sonrío sin darme cuenta aunque no tengo ganas de hacerlo.

—Sólo puede acompañarte una persona al hospital. -Dice el médico.

Miro a Adam y a James.
Cuando voy a contestarle a Smith que iré yo sola, Adam rompe el silencio.

—Puedo acompañarte si quieres. -Susurra acercándose a mi.

James le mira raro, pero yo le miro peor.

—¿Quieres acompañarme? -Me extraño.

¿Porqué querría hacerlo?
Ni siquiera me conoce.

—Claro, bueno si tú quieres, así no vas sola. -Se rasca la nuca.

Sonrío y asiento.

—Bien, suba. -Le invita el doctor Smith.

Adam se sienta a mi lado y yo no sé qué hacer en este momento.
Así que simplemente le doy las gracias de nuevo y me contesta con una sonrisa amable.

La ambulancia arranca de camino al hospital.

Todo esto está siendo tan surrealista...
Ha sido surrealista desde que salí de casa.

En cuestión de minutos llegamos al hospital.
Smith me lleva a la sala sin tener que esperar mi turno.
Lo cual me alegra y a la vez me preocupa.

De todas formas sé que ahora me encuentro mucho mejor y todo va a está bien.

—Esperaré aquí, luego puedo llevarte a tu casa. -Se ofrece Adam.
—Si... gracias.

Se sienta y yo entro a la sala preocupada.
No creo que sea el mejor momento para decirle que no quiero ir a mi casa.

El médico me hace unas cuantas preguntas y un encefalograma.
Que es una prueba con un gorro extraño y cables que básicamente detectará si tengo alguna enfermedad como la epilepsia.

Lo último que me faltaba ahora es tener que medicarme y estar pendiente de algo así...
Todo esto es una mierda.

Para cuando termino de hacerme la prueba ya han pasado dos horas y son casi las cinco de la noche.
Me entristece pensar que probablemente Adam ya se haya ido a casa.

Si se ha ido, estoy jodida.
Pero no podría reprochárselo.

Me ha ayudado sin conocerme de nada y se lo agradezco mucho.

Vuelvo al pasillo y me lo encuentro con los codos apoyados en las rodillas, sujetándose la cabeza.

—Estas aquí. -Susurro.

Creo que no me había sentido tan aliviada desde hace mucho tiempo.

—Claro, te dije que te esperaría. -Sonríe medio adormilado.
—Los resultados estarán listos en una semana. -Anuncia el médico.
—Que guay, el día de mi cumple. -Susurro con ironía. —Gracias Doctor.
—No hay de qué, nos vemos, cuídese.
—Gracias. -Adam se despide de él.

¿Qué va a pasar ahora?

—Bien, voy a llamar a mi chofer para que nos recoja.

¿Chofer?
Joder...

—Puede que le despiertes. -Aviso.
—Si, se lo compensaré. -Alza los hombros y me río.

En un instante un Audi negro se posa en la entrada del hospital y yo abro tanto la boca que casi toca el suelo.

Estoy acostumbrada al tartajo de mi padre, que más que un coche es una pesadilla con ruedas.

Un hombre con sombrero negro, sale del coche y abre la puerta.

—Señorita...

¿Qué dice?

—¿Ah es a mí? -Respondo atolondrada.

Adam se ríe y yo me pongo roja como un tomate mientras entro al coche.

—Hola Señor Levine. -Le saluda el chofer.
—Hola Eric.

Adam se sienta a mi lado detrás y alucino con lo cómodos que son los asientos.

—¿A dónde? -Pregunta Eric.
—¿Dónde vives? -Me susurra Adam.

Mierda.

—Esto... no, no quiero ir a mi casa. No puedo ir. Podéis dejarme donde queráis. -Deben pensar que estoy loca. Yo también lo pienso.
—¿Dónde vas a dormir? -Noto algo de preocupación en su tono.
—Dormiré en la calle hasta que encuentre algún...
—De eso nada. -Me interrumpe. -No vas a dormir en la calle.

Yo le miro y no sé qué decir.

—Vamos a casa, Eric. -Ordena.
—Sí, señor. -Responde.

¿Qué?

—¿A tu casa?

Asiente.

—No, ya te he causado suficientes problemas. De verdad que no es necesario, me las apañaré.
—No tienes adónde ir, claro que es necesario. No te preocupes enserio.

Le sonrío y pienso en cómo mierda voy a agradecerle todo lo que está haciendo.

Cojo el móvil en el bolsillo de mi chaqueta.
Menos mal que lo cogí al salir de casa.

No tengo mensajes nuevos.
Lo cual hace que me cabree aún más con mis padres y que quiera dormir en casa de Adam.

Lo cierto es que me asusta un poco, ya que, aunque sea muy majo conmigo no le conozco y no sé qué intenciones puede tener conmigo.

Eric gira hasta una calle llena de palmeras y aparca enfrente de un museo blanco.

—Hemos llegado. -Dice Adam.
—¿Aquí? -Me bajo y busco alguna casa. No hay nada. -Pero aquí sólo está el campo.

Adam me mira preocupado por segunda vez hoy.
Señala el edificio blanco.

Abro la boca hasta el suelo por segunda vez hoy.

—¿Eso es? ¿Enserio?

El tatuado se ríe y yo me río también.
Y entonces me doy cuenta de que durante el día de hoy me he reído más de lo que lo he hecho en los últimos meses.

Stay (Adam Levine)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora