Capítulo 6

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Me miro en el espejo del baño y decido cambiarme, ahora que tengo mi ropa aquí.
Me pongo un mono negro y peino el pelo rubio que me cae por los hombros.

Me digo a mi misma, a la chica frente al espejo, que todo va a estar bien.
Conseguiré un trabajo y las cosas mejorarán de una vez.

Gracias a Adam.
Él ha sido mi salvador.

Bajo a la recepción del hotel y enseguida me ofrecen un taxi para llevarme al bar.
Sé que no voy a estar mucho tiempo en este hotel, así que aprovecharé el tiempo antes de que, pase lo que tenga que pasar.

En un instante me encuentro frente al bar y Adam me está esperando fuera.

—¿Cuanto es? -Le pregunto al taxista.
Espero que nada, porque no llevo dinero...
—Está todo cubierto señorita.

Asiento y salgo del taxi.
Me pregunto cuanto le habrá costado a Adam todo esto.

—Hola. -Le saludo con dos besos en la mejilla, él me agarra de la cintura y su barba me hace cosquillas.
—¿Qué tal? ¿Ya tienes tus cosas allí?
—Sí, ya me lo ha traído mi madre. -sonrío.
—¿Y... todo bien?

Yo asiento y él parece más tranquilo.

Entramos al bar y veo al mismo hombre que me sirvió el vodka, y a un chico y una chica, que parecen más o menos de mi edad.

—Ella es Kate. -Me presenta Adam.

Me pregunto de qué los conocía antes.
Será cliente habitual.

Toda California conoce este sitio.

Después de charlar y hacer lo más parecido a una entrevista de trabajo que he hecho en mi vida con el hombre, al que ahora puedo llamar Bomer, este me presenta a los chicos.

Peter y Eva.

Peter tiene el pelo rubio y los ojos verdes, y Eva es pelirroja, con pecas sobre las mejillas.

Algo en la sonrisa del rubio que hace que me tranquilice y piense que trabajar aquí será algo fantástico.

—Empiezas mañana a las diez. -Anuncia Bomer.

Yo asiento sonriente y no puedo evitar darle un abrazo, y luego darle uno a Adam.

—Muchas gracias, de verdad. -Digo yo, mientras los demás se ríen ante mi entusiasmo.
—Ahora, ¿dónde está mi copa? -Adam me mira expectante y su sonrisa hace que yo sonría también.

Los demás nos dejan a solas, excepto Bomer, que nos sirve e insiste en que hoy invita la casa.

Adam y yo nos sentamos en una mesa frente a frente y de repente me pongo nerviosa.
No sé si es por las luces del local, por su camiseta negra intacta o por sus ojos verdes, pero hoy lo veo más guapo que nunca.

—¿De qué lo conocías? -Le pregunto mirando hacia Bomer.
—Me gusta venir aquí después de los conciertos, bueno, siempre vengo con los otros seis de la banda.
—Que guay.

"Que guay"
Parezco idiota, vaya respuesta.

—¿Tienes hermanos? -Le pregunto sin pensar.
—Sí, cuatro. Dos hermanas y dos hermanos. ¿Y tú?

Niego con la cabeza y asiente.

—¿Eres de California, no?
—Espera, ¿y este interrogatorio? ¿No serás una policía encubierta o algo así? -Se ríe.

Yo me encojo de hombros y sonrío.

—Sí, soy de aquí. -Dice finalmente.
—Yo también.

Por segunda vez en la conversación me siento tonta por mi respuesta.
Me estoy poniendo nerviosa y no sé porqué.

Doy un trago a mi copa.
Me fijo en la guitarra que tiene tatuada en el brazo izquierdo.

—Ser cantante tiene que ser increíble, quiero decir, he ido a conciertos y no me imagino lo que se debe sentir al estar encima del escenario. -Sonrío.
—Es una locura.

Sus ojos encuentran los míos y me ruborizo.

—Eres muy guapa. -Se mira las manos y luego a mi.
—Gracias. -Susurro. Tú también.

Él sonríe.
Estamos toda la tarde charlando hasta que se hace de noche.

Cuando salimos del bar veo al armario de seguridad de nuevo en la puerta.

—Cuanto tiempo. -Sonrío.

Él me mira con cara de pocos amigos.

—Creo que no le caigo bien. -Le digo en bajito a Adam.
—No es nada personal, nadie le cae bien. -Sonríe.

Asiento.

—Voy a llamar al hotel para que me recojan.
—No hace falta, yo te llevo.

Se ofrece y saca las llaves de su Porsche, que está aparcado en la entrada.

Acepto y me subo al coche con él.
Podría acostumbrarme a este coche.

Un rato después llegamos al hotel, por desgracia.

—Gracias por la copa. -Sonríe.
—Eso díselo a Bomer. -Le devuelvo la sonrisa. —Gracias por lo de hoy.

Me inclino y le doy un beso en la mejilla.
Él aumenta su sonrisa e intenta ocultarla mirando al suelo.

Juraría que se a puesto rojo.

—Nos vemos Kitty.

Ni de coña.

—¡Oye no me llames así!
—¿Qué pasa? ¿No te gusta?
—No, es horrible. -Me río.
—Lo tendré en cuenta.

Asiento.

—Hasta mañana. -Me despido.
—Que duermas bien Kitty.

Yo pego un grito y él se ríe mientras gira el volante y se aleja carretera abajo.
Tengo que inventarme un apodo nuevo para el tatuado ojiverde.

Stay (Adam Levine)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora