Me miro en el espejo del baño y decido cambiarme, ahora que tengo mi ropa aquí.
Me pongo un mono negro y peino el pelo rubio que me cae por los hombros.Me digo a mi misma, a la chica frente al espejo, que todo va a estar bien.
Conseguiré un trabajo y las cosas mejorarán de una vez.Gracias a Adam.
Él ha sido mi salvador.Bajo a la recepción del hotel y enseguida me ofrecen un taxi para llevarme al bar.
Sé que no voy a estar mucho tiempo en este hotel, así que aprovecharé el tiempo antes de que, pase lo que tenga que pasar.En un instante me encuentro frente al bar y Adam me está esperando fuera.
—¿Cuanto es? -Le pregunto al taxista.
Espero que nada, porque no llevo dinero...
—Está todo cubierto señorita.Asiento y salgo del taxi.
Me pregunto cuanto le habrá costado a Adam todo esto.—Hola. -Le saludo con dos besos en la mejilla, él me agarra de la cintura y su barba me hace cosquillas.
—¿Qué tal? ¿Ya tienes tus cosas allí?
—Sí, ya me lo ha traído mi madre. -sonrío.
—¿Y... todo bien?Yo asiento y él parece más tranquilo.
Entramos al bar y veo al mismo hombre que me sirvió el vodka, y a un chico y una chica, que parecen más o menos de mi edad.
—Ella es Kate. -Me presenta Adam.
Me pregunto de qué los conocía antes.
Será cliente habitual.Toda California conoce este sitio.
Después de charlar y hacer lo más parecido a una entrevista de trabajo que he hecho en mi vida con el hombre, al que ahora puedo llamar Bomer, este me presenta a los chicos.
Peter y Eva.
Peter tiene el pelo rubio y los ojos verdes, y Eva es pelirroja, con pecas sobre las mejillas.
Algo en la sonrisa del rubio que hace que me tranquilice y piense que trabajar aquí será algo fantástico.
—Empiezas mañana a las diez. -Anuncia Bomer.
Yo asiento sonriente y no puedo evitar darle un abrazo, y luego darle uno a Adam.
—Muchas gracias, de verdad. -Digo yo, mientras los demás se ríen ante mi entusiasmo.
—Ahora, ¿dónde está mi copa? -Adam me mira expectante y su sonrisa hace que yo sonría también.Los demás nos dejan a solas, excepto Bomer, que nos sirve e insiste en que hoy invita la casa.
Adam y yo nos sentamos en una mesa frente a frente y de repente me pongo nerviosa.
No sé si es por las luces del local, por su camiseta negra intacta o por sus ojos verdes, pero hoy lo veo más guapo que nunca.—¿De qué lo conocías? -Le pregunto mirando hacia Bomer.
—Me gusta venir aquí después de los conciertos, bueno, siempre vengo con los otros seis de la banda.
—Que guay."Que guay"
Parezco idiota, vaya respuesta.—¿Tienes hermanos? -Le pregunto sin pensar.
—Sí, cuatro. Dos hermanas y dos hermanos. ¿Y tú?Niego con la cabeza y asiente.
—¿Eres de California, no?
—Espera, ¿y este interrogatorio? ¿No serás una policía encubierta o algo así? -Se ríe.Yo me encojo de hombros y sonrío.
—Sí, soy de aquí. -Dice finalmente.
—Yo también.Por segunda vez en la conversación me siento tonta por mi respuesta.
Me estoy poniendo nerviosa y no sé porqué.Doy un trago a mi copa.
Me fijo en la guitarra que tiene tatuada en el brazo izquierdo.—Ser cantante tiene que ser increíble, quiero decir, he ido a conciertos y no me imagino lo que se debe sentir al estar encima del escenario. -Sonrío.
—Es una locura.Sus ojos encuentran los míos y me ruborizo.
—Eres muy guapa. -Se mira las manos y luego a mi.
—Gracias. -Susurro. Tú también.Él sonríe.
Estamos toda la tarde charlando hasta que se hace de noche.Cuando salimos del bar veo al armario de seguridad de nuevo en la puerta.
—Cuanto tiempo. -Sonrío.
Él me mira con cara de pocos amigos.
—Creo que no le caigo bien. -Le digo en bajito a Adam.
—No es nada personal, nadie le cae bien. -Sonríe.Asiento.
—Voy a llamar al hotel para que me recojan.
—No hace falta, yo te llevo.Se ofrece y saca las llaves de su Porsche, que está aparcado en la entrada.
Acepto y me subo al coche con él.
Podría acostumbrarme a este coche.Un rato después llegamos al hotel, por desgracia.
—Gracias por la copa. -Sonríe.
—Eso díselo a Bomer. -Le devuelvo la sonrisa. —Gracias por lo de hoy.Me inclino y le doy un beso en la mejilla.
Él aumenta su sonrisa e intenta ocultarla mirando al suelo.Juraría que se a puesto rojo.
—Nos vemos Kitty.
Ni de coña.
—¡Oye no me llames así!
—¿Qué pasa? ¿No te gusta?
—No, es horrible. -Me río.
—Lo tendré en cuenta.Asiento.
—Hasta mañana. -Me despido.
—Que duermas bien Kitty.Yo pego un grito y él se ríe mientras gira el volante y se aleja carretera abajo.
Tengo que inventarme un apodo nuevo para el tatuado ojiverde.
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Stay (Adam Levine)
Romance"Y entonces llegó él, y consiguió que la sonrisa de la chica, no estuviera rota nunca más"