Bachellet

10 0 0
                                    

"En esos años", fuimos a carretear donde un amigo, que vivía en la Torre Caupolicán. Como sé que Temuco no es Chile, pa' los que no cachan, la Torre Caupolicán es como el edificio emblemático de Temuco. Construido a finales de la década del 70, fue por aaaaños el edificio más grande de la ciudad, hasta que en la década del 90, inauguraron la Torre Campanario en el centro de Temuco. Tiene un emblemático cartel de Coca-Cola arriba que, desde chico lo vi y aún está. Publicidad bien vendida. En fin ¿Qué hueá estaba contando? Ah, sí, carrete donde mi amigo.

Cada vez que íbamos a carretear donde este loco, quedaba la cagá'. Era tanto que el conserje ya no nos saludaba, sino que nos miraba y nos decía "Hoy sin show, por favor". De seguro en su momento, fue como mucho, pero nosotros estábamos en nuestra salsa. Bueno, como les dije, fuimos a carretear donde este loco, porque al día siguiente jugaba Chile en su debut, en el mundial de Sudáfrica 2010. El partido era como "temprano" así que decidimos esperarlo carreteando "pa' verlo" al día siguiente. Como en ese tiempo yo vivía al lado de la Contru (de nuevo, un bar que quedaba cerca de la Torre Caupolicán y que fue el mejor bar de la vida, en Temuco), esperé que se hiciera maomenos tarde pa' ir. Nos íbamos a juntar como a las 11 pa' ir a comprar copete. Además, mi amigo estaba estudiando en un vespertino, así que parece que estábamos esperando que saliera de clases o alguna hueá. Ya van más de 7 años así que no recuerdo muy bien. Si ni recuerdo qué mierda almorcé ayer. Cuando llegué a la casa, estaban todas las "joyas" de amistades. Hasta el Panchito. Estaban todos sentados conversando, menos el dueño del departamento.

– ¿Dónde está el Martin? ¿Les dejó las llaves del departamento? Oh el hueón loco. Yo a ustedes ni cagando les dejo las llaves de mi casa – dije muy serio.
– Lo mandamos a comprar el copete con el Javier. Yo estoy a cargo así que por eso estamos tan tranquilos -dijo el Pancho, siempre mostrando la cordura.

En el departamento habían 7 personas (incluyendo al dueño del depa). Estaba: – El Pancho, que ya les he hablado un poco de él. – La Constanza. – El Pela'o. – La Caro, que es una lesbiana-bisexualtalvez-vegana-punky-UDI – La María, que es una mina de Argentina que venía a comerse al pela'o 3c3c. – Martin, dueño del departamento y el hueón más loco que he conocido (tal vez no tanto) – Javier, un loco medio flaite que es súper tela, pero trata de ser abc1 y le sale como el pico.

Me senté y empezamos a conversar de la vida. Típicas conversaciones sin motivación que ocurren antes de tomar. El Martín llegó y el ambiente cambió altiro. Esa sensación que nos da a todos cuando llega el copete a un carrete, como que nos vuelve el alma al cuerpo. El Pancho puso música, las minas se llevaron el copete y se encerraron en la cocina, el pela'o con el Javier empezaron a enrolar unos paraguas y el Martín me dice "Hueón, ven que te tengo que mostrar algo". "Mientras no sea ni su pichula ni su poto, todo bien" pensé yo.

El Martín me invita a pasar a su pieza (se puso media coqueta la cosa) y empezó a buscar una hueá. Yo ya me estaba empezando a pasar rollos de que iba a sacar un dildo y a ofrecerme alguna cosa, pero no.

– ¿Qué andai buscando, Martín culia'o
– Una Bachelet con moño, hueón.
– ¿Bachelet con moño? ¿Quisaweá? – pregunté, porque no sabía.
– Una Bachelet con moño po', culia'o. Cómo tan hueón.

Revolvió un poco más su hueás y sacó una bolsita y ahí entendí porqué le decían bachelet con moño. Coca. Una bolsa gorda. Con moño. Súper hueón.

– Yo no le hago a esa hueá, Martín oh.
– Siempre hay una primera vez po', culia'o.

Me lo dijo con tal convicción, que no quise discutirle. Me miró con la mirada de tigre (menos mal que no fue la de ciclista) y acepté que, tal vez, esa noche íbamos a pegarnos en la pera. Me regaló una bolsita y me dijo "Hermano, con cuidado". Salí de la pieza y fui donde estaban las minas, porque hueón no soy. Estaban encerradas en la cocina. Entré y veo que estaban cocinando.

6 años de imbecilidadesWhere stories live. Discover now