El momento de hablar

753 95 30
                                    

Aunque su mano quiso cerrarle la puerta en la cara con fuerza, se abstuvo para no tener peores consecuencias con aquella acción.

No era porque dudara que los de seguridad no podían echarlo fácilmente, sino porque de seguro Zen hallaría la manera de poder atormentarlo hasta que el mismo tuviera que ir buscarlo. Su conciencia aún era demasiado frágil con respecto a Zen como para dejarlo a la deriva con más dolor que con el que llegó.

Frunciendo el ceño por todas las posibles molestias que podría llegar a provocarle, tomó la opción más sana. Se hizo a un lado y lo dejó pasar.

Por un momento Zen lo quedo mirando extrañado, quizás intentando pensar una parte de lo que el mismo pensó – no le podía dar tanto crédito a su cerebro - mas no por ello desaprovechó el tiempo. El chico tenía claro que esa oportunidad era con tiempo limitado, por lo mismo entro rápidamente y se preocupó de que nadie pudiera echarlo.

Viéndolo mejor, notó que su mano derecha seguía media lastimada dentro del cabestrillo que la sujetaba. Su cojera era algo evidente y por la forma en que se fue a sentar con rapidez al sillón se dio cuenta que el frio era más perjudicial para el menor de lo que pensaba.

Definitivamente no debía estar aquí.

Soltando un suspiro, intentó eliminar cualquier sentimiento de pena que pudiera llegar a provocarle el contrario ¿Por qué tenía que verlo de manera diferente? Con el accidente Jumin pudo sacar varias conclusiones de su propio actuar, por lo mismo era mejor mantener la distancia entre ambos y no cometer un error irreparable.

Sin despegar la vista de Zen, se fue a sentar al sillón que estaba en paralelo al del actor. Nada era mejor para esa situación que estar cara a cara con una distancia prudente que evitara que su cuerpo siguiera actuando por cuenta propia.

Pasados unos minutos de silencio, Jumin se dio cuenta que el chico parecía haber perdido toda fuerza que antes lo había impulsado a gritarle bastardo y mimado, mas no lo culpaba. El dolor físico que sentía, sumado a sus propios pensamientos deberían estar atormentándolo.

"es por eso que somos diferentes, y por lo que yo nunca sufriré. No me convertiré en un idiota como tu"

Pensó con cierto aire de superioridad mientras cruzaba sus piernas y apoyaba ambas manos sobre su propio regazo para obtener una pose neutral que pudiera intimidar al menor.

Con el tiempo había aprendido como con una pose, movimiento o una simple mirada podías poner en desventaja a la persona que te acompañaba y sacar un beneficio de ello. Era bastante simple desequilibrar a cualquier persona ¿Por qué Zen sería diferente? No, él no lo era.

Manteniendo una media sonrisa en sus labios, ladeó la cabeza tan solo 45º para notar como el pequeño temblor de impotencia que poseía el menor se hacía más perceptible con cada segundo. Posiblemente ahora estaba evaluando sus palabras de tal forma de que Jumin no pudiera sacarle más ventajas, pero no las podía encontrar. Obviamente.

Aun sabiendo que tenía todas de ganar en esa innecesaria pelea, se aclaró un poco la garganta para dar el siguiente golpe que lo desestabilizaría por completo. Él siempre iba un paso adelante y no dejaría que el actor de teatro volviera a siquiera acercarse como lo hizo hasta hace una semana con su discurso embellecido por falsas promesas.

Endureciendo un poco más la mirada y borrando su sonrisa por completo, logró hacer que el menor parara de temblar ¿Estaba en shock? No, aun no lo estaba, aun podía tener ganas de despotricar sus palabras con fuerza si lo dejaba a sus anchas, por lo mismo lo miró de arriba a abajo con desdén.

Si hace unas semanas su mirada mostraba curiosidad y hasta emoción por el ser que tenía al frente, ya nada de eso existía.

-no me hagas perder más el tiempo ¿Qué es lo que quieres, Zen?

yo no creo en el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora