Extra: un día de oficina

1.1K 64 33
                                    

Después de aquel encuentro, ambos habían acordado ir con calma para asimilar lo que pasó. Sino, terminarían nuevamente peleando tal como perro y gato por una diferencia de quien debía ser el dominante y quien debía recibir o, peor aún, de que se permitía o no hacer en esa especie de sociedad que tenían,

Soltando un suspiro, rememoró cada una de las caricias, besos y básicamente todo el contacto que tuvieron en las sabanas baratas del actor. Su cuerpo gozaba haciéndolo en cada momento inoportuno para que perdiera el control por unos minutos, aun cuando todavía no arreglaban la última discusión.

Que patético ser esclavo del libido.

Gruñendo mientras mantenía más fruncido su entrecejo de lo normal, revisó el informe pulcramente escrito por Jeahee en base a su nuevo proyecto. Parecía bastante prometedor aunque no tenía nada que ver con gatos y eso le quitaba cierto interés según su parecer ¿Cuándo podría volver a sacar un producto para gatos? Estaba deseoso de volver a complacer a su pequeña minina como antes.

Sonriendo suave ante el recuerdo de su compañera, desvió su mente al momento en que la recibió para luego pasar automáticamente al momento en que V le conto la verdad de Rika. Ambas estaban ligadas aunque no quisiera, por lo mismo fue indudable pensar en esa mujer y en como la iba a controlar para que dejara de molestar a Mc.

La coordinadora era lo más angelical que se había acercado a su ser como para permitir que alguien la dañara como lo hacía ahora la rubia. Ella no se merecía ningún sufrimiento y sabía que toda la RFA estaría de acuerdo con que Rika debería pagar si es que le hacía daño a Mc nuevamente.

Tenía que hacerla pagar a su manera.

Sintiendo como la puerta era tocada con tranquilidad, le dio el permiso para ver el conocido cuerpo de Jeahee con una extraña sonrisa en sus labios. Eso era bastante extraño, ya que ella no solía sonreírle, pero, cuando vio que se hacía a un lado con la intención de que el cuerpo detrás de ella pasara, lo entendió.

Zen se mostraba imponente y confiado con su típico Jeans negro, camisa blanca un tanto holgada y la tan conocida chaqueta de cuero que había visto y deseado para él. El muy desgraciado se veía sexy con ese outfit y aire de grandeza que le encantaría derrumbar en ese mismo instante si no fuera porque su asistente aún estaba ahí. Obviamente también porque estaba en su lugar de trabajo y no podía hacer tal desfachatez.

El era un CEO intachable.

Viendo como la mujer se despedía de Zen y ante su persona solo hacía una leve reverencia. Volvió a centrar su mirada en los papeles que tenía en las manos como si eso fuera más importante, no quería dar su brazo a torcer y darle importancia a su llegada. Después de todo así lo enojaría más y si de algo podía decir que le gustaba de Zen, era su rápido cambio de humor.

No había nada más fascinante que esos ojos llenos de emociones cambiantes.

Los pasos seguros se hicieron presentes hasta que el chico quedo a su lado. Rápidamente el actor se sentó sin respeto alguno en el escritorio y espero a que Jumin se dignara a verlo con la molestia que él también estaba buscando en su persona.

Ambos eran de personalidades fuertes que no darían su brazo a torcer.

-ahh... ¿Qué es lo que quieres Zen? ¿Necesitas algo de mí? ¿Disculparte acaso? – Enarcando una ceja, apoyó toda su espalda en el respaldo de la silla y esperó pacientemente a que respondiera. Intuía que se venía otra pelea.

-¿Disculparme? Claro que no, ni en un millón de años maldito bastardo. Es mi derecho – Molesto, pisó uno de los apoyo brazos de la silla para molestar más al CEO. Era tan entretenido y excitante hacerlo enojar – ya vas a ceder

yo no creo en el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora