Sensaciones

1K 119 156
                                    

Sus dientes dolieron un par de segundos al sentir el impacto.

Lo había empujado tan fuerte que ni siquiera los labios estirados del actor pudieron frenar el dolor de aquel choque, pero ¿Por qué besarlo? Tenía muchas otras formas de desquitar su rabia (golpearlo, gritarle, tirarle la cerveza), por lo mismo no entendía muy bien sus intenciones ¿Será que la necesidad lo tenía mal? ¿La cerveza lo hizo confundirse de acción? No debía seguir preguntando estupideces, tenía que detenerlo ahora mismo.

Reaccionando, arrugó el entrecejo e intentó separar al chico desde los hombros con una fuerza que creía suficiente para esa acción, más el menor seguía reacio a dejarlo ir.

Este, como si de una lapa se tratara, se montó sobre el regazo de Jumin y se negó a separarse de aquel beso que trataba de ser demandante, pero se sentía raro. Se sentía como si el menor tratara de quitar toda su frustración e ira en aquel ósculo desagradable ¿por eso es que dolía tanto o era porque Zen siempre fue un mal besador?

No entendía porque su mente seguía haciéndose preguntas y no mandando impulsos para alguna acción de alejamiento.

-por favor....- En un hilo de voz, zen aflojó el agarre de sus manos para convertirlas en una suave caricia sobre las muñecas del mayor mientras mantenía sus manos alejadas del cuerpo. Como si ya se diera por vencido – solo por hoy.... Piensa que soy ella... por favor Jumin

El shock fue más grande, sobre todo cuando los labios ajenos se volvieron a unir temerosos a los suyos. De un beso rabioso pasó a uno suave con miedo a lo que el futuro les deparaba. Tal como un gato salvaje probando confianza en su nuevo dueño.

Jumin sabía que tenía que alejarlo, incluso pegarle, ya que el alcohol de seguro había afectado las pocas neuronas que tenía el actor, aun así él también estaba afectado por el whisky ¿Quién no lo estaría si escucha de esa forma su nombre? Oh, Jumin quería volver a escuchar su nombre de esa forma.

Necesitaba que los labios de alguien que no lo necesitara para nada en el mundo volvieran a decir su nombre de forma suave.

Soltándose de las caricias ajenas, llevó una de sus manos a la cadera del contrario y lo empujó más contra su cuerpo. Cosa que basto para sorprenderlo y aprovecharse del momento tal como un buen empresario haría.

Besándolo con cierta demanda, observó cada cambio en los ojos del menor hasta que estos llegaron a cerrarse para entregarse en el beso de forma sumisa. Aquello era bastante extraño, pero de cierta forma también era placentero para el hombre que ahora guiaba el ósculo y luchaba por sacarle más de un gemido.

Separándose de los labios ajenos para poder obtener una bocanada de aire nuevamente, se quedó fijamente mirando como aquella boca respiraba agitada ¿Cómo sería llevar el ósculo más allá? ¿Sería asqueroso o placentero meter su lengua en la cavidad ajena? La curvatura de aquellos labios hacía arriba le decían que podía intentarlo, solo si es que se atrevía.

Maldita osadía de Zen. Nunca aprendería a ser obediente.

Molesto, sonrió de la misma forma y llevó sus ojos directo a los del contrario como si quisiera informarle de que averiguaría otras cosas sin consultar. Por lo mismo cuando vio la expectación de lo que podría venir, no dudo en acercarse a aquel cuello perlado por un poco de sudor y morder sin medirse.

El grito le avisó que quizás se excedió, pero poder ver sus dientes marcados en aquella piel le estaba comenzando a excitar de una manera indescriptible ¿Será que la música si tenía un efecto estimulante para las personas? Tal vez él no era inmune a esa necesidad de querer pegar su cuerpo al de Zen y marcarlo como su propiedad como todos los demás.

yo no creo en el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora