Extrañamente se sentía nervioso. Aun cuando había dicho lo que quería hacer con él y hubiera pensado en cómo hacerlo se sentía extremadamente nervioso, pero ¿Cómo no estarlo? Zen estaba sentado a la orilla de su cama con una sonrisa en los labios y una mirada que expresaba todo lo emocionado que se encontraba por esta situación.
Al fin lo harían después de meses.
Cerrando los ojos con algo de enojo hacia su propia persona, se recalcó el hecho de que esto era lo que quería hacer antes de perderlo por completo. No podía retractarse si sabía que quizás en unos meses Zen se iría y conocería nuevas sensaciones.
Volviendo a ver al muchacho, sonrió al notar como ahora se encontraba un poco nervioso frente a su demora. Definitivamente Zen no sabía que hacer o hasta qué punto podía llegar para no incomodarlo y eso le gustaba.
Acercándose más al menor, le tomó con una mano la barbilla y la levantó suavemente para poder depositar un suave beso en sus labios. Rápidamente notó como Zen cerró los ojos y se dejaba llevar por la calma que poseía Jumin en estos momentos.
Dulces. Los labios de Zen eran dulces y suaves, pero lo mejor de todo es que en ellos no había ningún otro sentimiento más que necesidad por juntar sus cuerpos y amarse.
¿amarse? Que cliché y estúpido sonaba eso, pero ahora en su interior también sonaba como algo sumamente precioso que deseaba valorar.
Armándose de valor, Jumin empujó el cuerpo del menor con cuidado y poco a poco el actor quedo recostado en el amplio colchón con el Ceo sobre su cuerpo. Sin dar cabida a más pensamientos empalagosos en su mente, intensificó el beso solo un poco, lo suficiente como para poder colar su lengua dentro de la cavidad ajena mientras sus dos manos sujetaban con delicadeza la cara del menor y repartía pequeñas caricias con la yema de sus dedos.
Sonriendo levemente entremedio del beso, cerró nuevamente los ojos y disfrutó de las sensaciones. No podía mentir que se había vuelto adicto a este tipo de besos solo porque ese idiota cabeza hueca era quien lo recibía.
Sin más miramientos, bajó una de sus manos suavemente por el cuello del menor y fue pasando por sobre la ropa hasta llegar al corazón del chico.
Tal como esperaba, este palpitando inusualmente acelerado bajo su mano. Aquello lo hizo sonreír más, a tal punto que tuvo que cortar el ósculo solo para poder verlo y comprobar que ese palpitar iba acorde con su cara sonrojada.
Que hermoso se veía.
- Oye idiota ¿Qué mierda te ha picado? – su ceño estaba fruncido y aunque quería sonar enojado, era evidente que un poco de emoción se colaba por sus palabras y mirada – nunca eres así
- Solo quiero disfrutar de lo que me he negado por mucho tiempo – regalándole también una sonrisa, juntó su frente con la del menor – pero claro, no lo sabrás si no te lo digo
- ¿me estás diciendo idiota?
- No, creo que te quiero decir... - tomándose un tiempo, volvió a separarse del menor y pensó mejor en lo que iba a decir. Si lo decía ya no había vuelta atrás
- Si no puedes decirlo, tampoco es mucho problema, déjalo para después – pasando ambas manos por el hombro de Jumin, volvió a su sonrisa de siempre - ¿no te parece?
- Es la posición -ignorando completamente a Zen, se separó hasta el punto de quedar completamente parado – zen, levántate
- ¿eh? ¡pero Jumin!
- Solo levántate ¿quieres?
Sonriendo, vio como Zen hacía lo que pedía de mala forma. Quizás creía que el ya no quería hacer nada con su persona, cosa que no podía estar más alejado a la realidad. Aun así, no se iba a preocupar en corregirle si pronto le diría lo que pasaba por su mente.
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yo no creo en el amor
RomanceLuego de que ella escogiera quedarse con su mejor amigo y salvarlo de una muerte temprana, a Jumin no le queda nada mas que volver a su rutina aburrida esperando que nadie nuevo aparezca a afectarle nuevamente. No quería saber nada mas del amor, au...