Adiós

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Aunque pareciera increíble de pensar, imposible de creer, Jumin se presentó con miedo frente a la puerta de la habitación de Rika en cuanto ella lo citó a través de un subdito.

Él ya no sabía ni los días que habían pasado aquí. Podían ser solo unas horas, podían ser meses, podían ser muchas cosas, más no tenía claro nada ¿Por qué? La luz solar no llegaba a esos rincones tenebrosos. Era como si estuvieran en una especie de subterráneo, además, como si fuera poco, la mujer lo llamaba esporádicamente sin otorgarle ni un reloj para saber cuántas horas pasaban entre cada cita. Obviamente ella sabía jugar muy bien el ajedrez.

Todo el control que había tenido en su vida lo perdió en un instante.

Sabiendo cuál era su papel, aunque le diera asco, entró a la habitación y lo primero que hizo fue ver todo el lugar, luego se acercó a la mujer y con una expresión vacía le tomó de las mejillas para darle el beso rutinario de saludo. Aunque obviamente ese era un acto obligatorio entre ellos si no quería recibir algún tipo de "castigo" por parte de la mujer.

Ese beso traía envidia y molestia por parte del resto de los seguidores que los veían ¿Cómo era posible que desearan tanto los labios de ella? Para él no era más que un trámite repudiable que nunca se perdonaría. Además estaba lleno de ese maldito elixir asqueroso que lo hacía sentir aún más mal de lo que ya se sentía. Nada era peor que ver como rutina besar a otra persona que no fuera Zen.

¿Por qué no obligarlo a tomar una botella y listo? Porque la idea de someterlo al amor era mucho más llamativa para la demente mentalidad de la mujer. Sí, ella debía seguir pensando que lograría someter los sentimientos de Jumin a través de aquellos besos asquerosos y ese líquido que te lavaba el cerebro.

Separándose al instante de la mujer, fue a sentarse y esperó pacientemente a que ella comenzara su verborrea sobre lo que Vivian los chicos de la RFA. Esa mujer gozaba hablar de cómo estaban todos bien. Siempre partía con Jihyun, luego con los hermanos Choi, Jeahee y por ultimo hablaba confianzudamente de Zen y su espléndida vida junto a una nueva mujer, cosa que comenzaba a creer.

¿Por qué negarse a esa bella realidad? Jumin se sacrificó exclusivamente para que todos estuvieran bien, por lo mismo escuchó pacientemente cada uno de los comentarios esperando que llegara a Zen. Ella siempre hablaba mal del actor para que lo odiara también, se notaba que lo repudiaba, pero para Jumin eso era más que suficiente en estos momentos.

Cualquier cosa que digiera de Zen, por ínfimo que sea, le alegraba y recordaba del porque estaba aquí.

Debía ser lo más fuerte posible para que ese hombre siguiera con su sueño. Que patético ¿No? Ahora mismo, que no lo tenía, que no gozaba de almuerzos decentes, compañía apreciada, salidas lujosas ni amigos confiables lo único que hacía era pensar en Zen. Toda su mente explotaba los pobres recuerdos que tenía con ese peliblanco para evitar que caiga en la locura en la que lo querían someter.

Aunque ella no debía hacer mucho trabajo realmente, el elixir se encargaba de distorsionarlos o borrarlos poco a poco.

¿Cómo sería su vida si ya no recordaba a Zen? ¿Cómo sería si ya realmente no volviera a ver esa sonrisa u ojos en su memoria? Podía vivir no verlo en la realidad, porque tenía claro que no merecía más, pero lo más seguro es que si también lo perdía mentalmente ya nada valdría la pena en su vida. Aunque sonara egoísta.

Siendo embargado por el frio inmediato del agua que le fue lanzado. El ex empresario abrió los ojos con sorpresa y miró a su compañera con evidente confusión esperando una respuesta de la cual pronto se arrepintió. Al parecer había estado mucho tiempo vagando en su mente y eso le molesto a la salvadora.

yo no creo en el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora