AUNQUE TODO ME CUESTE, NO DEJARÉ DE QUERERTE

20 6 1
                                    


Después de dichas palabras de parte de Lisset, Mariana y Anthony estuvieron hablando casi toda la noche, hasta que fue momento de descansar, hacia horas que las visitas habían terminado, pero igual, ella seguía ahí; se despidieron calurosamente, no se querían separar, pero era algo obligatorio, Anthony, solo tardó unos minutos en quedarse dormido, puesto que había sido un día muy agotador, y había dado todas sus fuerzas; Mariana llegó a su casa con una mezcla de emociones, era como tristeza por lo sucedido, pero al mismo tiempo alegría porque todo estaría bien...

La luz del sol despertó a todos; Anthony desde temprano estaba siendo llevado por todo la clínica practicando resonancias, exámenes sanguíneos, y tal cual radiografía; Mariana también se había levantado temprano, le había preparado su desayuno ella misma, aunque tenía servicio que se encargaba de eso, ella lo prefirió hacer. Al pasar unas horas, se dirigió a la clínica, al llegar no encontró a Anthony, cosa que la preocupó mucho, pero su corazón le indicaba que no era nada malo; al transcurrir unos minutos, Anthony venia caminando muy energético, parecía que lo habían reiniciado totalmente, un ruido invadió la sala, era ese "Hola" que nuevamente marcaba pautas en esta historia. Un beso como era costumbre, un abrazo algo delicado por los momentos, y una sonrisa, alegraron su día; él le contó que estaba muy impaciente por irse, pero que debía esperar hasta la tarde para que el especialista lo diera de alta, ella comprendió, igualmente no se iba a separar de él en todo el día, y aunque tenía algunas tareas pendientes, ella solo tenía cabeza para algo, él. La mañana pasó volando, él comió el desayuno de su querida como almuerzo, puesto que ya había comido, como era de esperarse, lo compartieron, sus miradas eran hermosas, parecía no importarles el lugar, ellos estando juntos estaban completos, y quizás su cena tan esperada era en esa ocasión un desayuno a la hora del almuerzo, y en una clínica. La tardé llegó, el especialista ya estaba en las inmediaciones de la clínica, tardó un poco hasta llegar a donde estaba Anthony, el cual después de revisar todos sus exámenes decidió que ya podía irse a casa, que debía seguir con sus medicamentos, con reposo, pero ya era momento de abandonar esa habitación. Pablo se encontraba en esos momentos ahí, por lo que les ayudó a llevar las cosas hasta el vehículo, las sonrisas eran presentes, era como salir de una prisión, para él se le había hecho eterno esos días; iban en dirección a casa de los Bastidas, o eso creían, cuando iban cerca de casa de Mariana fijaron su rumbo hacia allá, quizás la iban a llevar a ella primero; pero al llegar las cosas fueron diferentes, habían muchas personas al frente de la casa, ellos no entendían, al bajarse del carro, todos se acercaron, era como una celebración, ellos un poco confundidos solo dejaron que todo fluyera, entraron a la casa, ahí se encontraban Marta, Lisset, Manuel y María, los cuales los felicitaron.

Pasaron unos minutos cuando vieron llegar un vehículo que no conocían, era una fortuner beige, con unos hermosos cauchos y una enorme barra led en su techo; Rafael los recibió amablemente, Mariana y Anthony debido a la lejanía no los conocían pero al acercarse, vieron algo que los admiró, eran las personas del accidente, los cuales acercándose les dieron sus mejores deseos, y pidieron disculpa por lo sucedido, a lo que Anthony agregó:

|No es culpa de nadie, un accidente le ocurre a cualquiera, gracias a ustedes por su ayuda; aunque suene cursi, desde hoy tienen admiradores, los admiro, ustedes obran más de lo que deben y eso nos da a entender las maravillosas personas que son.

Ambas parejas sonreían, el ambiente era espectacular, un accidente había traído nuevas personas a su vida, nuevos momentos y ellos lo estaban notando. Ellos hablaban con todos, eran el alma de la fiesta, todos los elogiaban y daban sus mejores deseos, estaban un poco agotados, pero su mundo se complementaba con esos momentos, no los iban a dejar pasar. Llegó la hora de cenar, para su sorpresa habían preparado lo que tenían planeado, un rico platillo de camarones, una cena fantástica; al pasar esto, todos se fueron a la sala de estar, ahí hablaban como los mejores amigos que podían existir, sus risas se escuchaban por toda la casa, todos eran felices, para ellos era uno de los mejores días de sus vidas. La reunión terminó, todos se dirigieron a sus casas, iban agotados pero muy felices; había cosas seguras, la sorpresa fue única, la cena era riquísima, y tenían nuevos amigos, ellos debían estar invitados a sus próximas reuniones...

Es Lindo Verte LlorarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora