EL AFAMABLE DESTINO

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Llegó el viernes, los Bastidas se preparaban para viajar del pueblo a la ciudad, en la cual tendrían una cena el día el sábado, los niños iban algo molestos, sabían que habían perdido la batalla, les tocaba ir. La hija mayor del matrimonio, llamada Maria, ya estaba más convencida de ir, le parecía un poco divertido ir a conocer a alguien de la clase alta, en cambio al pequeño Anthony le parecía estúpido. En el camino el padre recibió una llamada del Dr. Rafael, Anthony tuvo la esperanza de que iba a cancelar, pero al contrario; la confirmó. Llegaron a su apartamento, el cual con mucho sacrificio y lucha mutua lograron comprar, cenaron un delicioso pan de guayaba y leche los andes, una cena muy divertida para esta familia, que a pesar de poder pagar una cena lujosa y sofisticada, preferían la sencillez y unidad de su cuarteto. Amaneció, el día era hermosamente soleado y fresco, todos lo podían sentir, menos Anthony, él con su corta edad, estaba al límite de la desesperación por aquella tan odiada y deseable cena, las horas transcurrían, todos estaban centrados en sus actividades, Pablo, padre y cabeza de esta familia, lavaba pacientemente su auto para crear buena presencia ante sus nuevos amigos, Lisett preparaba una rica comida, Maria hacia su tareas de castellano con mucha ternura y amor, pero Anthony no, él ya había terminado su tarea, solo jugueteaba con sus carros y pensaba de manera fija en esa terrible cena. Llegaron las 4pm, todos se empezaron a arreglar, lo hubieran hecho después, pero la llamada del doctor Rafael trajo dudas y tensión al dar la dirección de su casa, "Urb. El carrizal" casa N° 45, era una de las urbanizaciones más de altura de la ciudad, y temían no encajar; todos se bañaron, colocaron su mejor ropa, no tan formal para no parecer de negocios, ni simple para no parecer comunes. Anthony se reusaba a usar chaqueta, él estaba sudando por dentro. Pasaron 2 horas, salieron de su casa de manera muy calmada para no dañar sus vestimentas, ni forzar las cosas, llevaban algunas verduras y una botella de wiski 24 para compartir, el trecho era largo, pero tardaron el doble, iban muy calmados, esto ponía peor a ese pequeño de 6 años que no daba su brazo a torcer.

Después de 50 minutos, estaban en la entrada de dicha urbanización, no tardaron más de 5 minutos en dar con la casa, planeaban la forma de entrar, normas y señales que debían seguir para no pasar vergüenzas. Por el otro lado, los Rosales esperaban con ansias, el doctor estaba muy emocionado al igual que su esposa, su hijo buscaba sus mejores juguetes para mostrar y darles a entender que él era cuidadoso y obediente, pero la pequeña Mariana no, ella con su nuevo vestido amarillo girasol, se escondía en su habitación, no quería salir, le parecía aburrido, además era muy tímida...

El momento llegó, sonó el timbre, eran ellos, la señora Marta fue apresurada a abrir la puerta, los recibió con una hermosa sonrisa, era un encanto. Les presentaron a los niños, de los cuales Maria trato con mucho respeto y amor, Anthony solo dijo:

Hola, soy Anthony.

La doctora Lisett le explicó la situación, a lo que ella le contó que su hija estaba igual, sonrieron y terminaron de pasar, de manera inmediata pasaron a la sala, unos hermosos muebles color rojo intenso adornaban la habitación dejando a Anthony fascinado, en menos de 2 segundos el doctor Rafael los recibió, saludando con un caluroso abrazo a todos, y alagando la bonita familia que eran. Se sentaron en esos increíbles muebles, y con un pequeño grito, llamó a los pequeños, que bajaban las escaleras. Anthony solo contemplaba los muebles; se presentaron, el joven Manuel era muy rápido y amigable, saludó a todos con la mano. Detrás del doctor se escondía la pequeña niña que aunque ya tenía 8 años, seguía igual de tímida que cuando tenía 5 años; hizo lo mismo que su hermano, solo que algo pasó, en el turno de conocer a Anthony, el espacio se detuvo, ambos estaban en shock, no se movían, ella lo miraba como si estuviera viendo un espanto, él como si lo único ahí era ella; rápidamente Pablo le indico que la saludara, a lo cual dijo:

-Hola, soy Anthony, no soy de por aquí, quedando fijo a ella.

Ella respondió: Ho-o la, soy Mariana Rosales, y eso no importa.

Todos se rieron de manera tierna, para ambos todo había cambiado, aunque eran las 7:30pm ellos acababan de apreciar que el día era hermoso...

Desde ese momento los muebles perdieron esplendor, la vergüenza se volvió nada, para ellos el mundo se había detenido, todo cambió, y para sorpresa de ambos, la "estúpida cena" se había convertido en el inicio de su historia. Ella de forma casi inmediata le propuso ir a jugar, él tenía miedo, nunca estaba con extraños, pero lo hizo, algo en su ser le decía que debía hacerlo, claro, eran muy pequeños para saber lo que era, "AMOR". Mientras ellos jugaban, la doctora Lisett y Marta culminaron de preparar la cena, lo hicieron de manera calmada charlando como si fueran las mejores amigas, el doctor Rafael y Pablo se pusieron a hablar de temas de hombres (futbol, negocios, política, entre muchos otros temas) y Maria y Manuel jugaban en una consola nintendo, Mario Bross. Todo transcurría bien, la cena estuvo lista, llamaron a comer, todos se sentaron en esa enorme mesa, y se saciaban de un delicioso pollo horneado y vegetales al vapor, una delicia hecha comida. Anthony solo podía pensar una cosa, que pasaría después de esa cena ¿todo terminaría ahí?

Pasó todo, se llegaron las 12:00 am, ya debían irse los Bastidas, se reunieron nuevamente en la sala, todos felices y agotados por esa hermosa noche, todos se despedían, y algo sucedió, Mariana pidió un minuto más para mostrarle algo de su colección de muñecas a Anthony, todos estuvieron de acuerdo, así tenían tiempo para planear la siguiente ocasión. Los pequeños subieron a la habitación de Mariana en la cual, de una manera inmediata ella dijo:

-Hoy ha sido una muy linda noche, tu mama y la mía cocinan riquísimo, no tengo qué mostrarte, solo quiero que me prometas algo, que vas a regresar.

En ese momento la mente de Anthony estaba anonadada, como era posible que ella también quería que eso no quedara ahí, a lo que él exclamó:

-Lo prometo, prometo no separarme de ti.

Ella respondió: Yo prometo esperar a que regreses, por eso no puedes fallarme.

Quizás estas palabras sonaron muy fuertes para un mundo común, pero para ellos solo se trataba de conservar su amistad siendo más serios, porque ambos sabían que esa noche empezó su historia.

Bajaron jugueteando como unos corderos en una pradera, se despidieron todos con una hermosa sonrisa y regresaron a casa, en el camino solo se hablaba de lo hermosa que había sido la cena y que eso era un inicio a lo desconocido.

Es Lindo Verte LlorarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora