TÚ, Y MIS GANAS DE VIVIR

11 5 0
                                    

Anthony se despedía de su familia, ellos le daban su bendición y le deseaban lo mejor; se dirigió a casa de los Rosales, ahí ya estaba Horacio, el cual tras saludarlo, preguntó que si estaba listo para volver a amar, Anthony ni siquiera contestó, Horacio decía algunas estupideces de vez en cuando. En un par de horas estaban en el aeropuerto de "El Vigía" de ahí viajarían al centro del país, donde tomarían un vuelo directo a Santiago de Chile. Ya estaban en el avión que los llevaría a Chile, y descubrió 2 cosas; 1- Todo saldría perfecto, su corazón se lo decía, 2- Horacio le temía a los aviones; lo segundo lo descubrió al ver que Horacio tomaba pastillas para dormir y así dormirse antes de despegar y despertar justamente al aterrizar; pero Manuel y él, como buenos amigos, se encargaron de reírse de él hasta que decidió no tomarlas. El viaje fue corto para ellos, por una parte la esperanza de ver nuevamente a Mariana, y por ver la cara graciosa de Horacio, el cual tenía años tomando pastillas para dormir, y por ende, no recordaba cómo era un vuelo...

Al llegar a Chile, Manuel sacó su celular y con una nota de voz, notificó su llegada, y pidió la dirección exacta de donde vivía Mariana, pues no estaba de acuerdo que lo esperaran en el aeropuerto. Anthony nunca se había alejado tanto de casa, era increíble ver como todo era diferente, era como otro mundo, con la diferencia que el valor de ver a su amada le daba las fuerzas necesarias para omitir cualquier suceso no desaseado. Mariana respondió con las coordenadas de donde vivía; ellos se dirigieron en un taxi a dicho lugar, las calles estaban llenas de estos tan cómodos y chistosos autos, en solo unos minutos estaban frente a un edificio, se veía que eran apartamentos de clase alta, y pues era obvio, no dejarían que Mariana viviera en cualquier lugar. Manuel buscó su número de apartamento, y marcó; solo pasaron unos segundos cuando sonó esa maravillosa con un ¿Bueno? Para Anthony en ese preciso momento su muro que había forjado con un año de separados, se derrumbó, se hizo polvo, y quedó totalmente expuesto ese niño, que se sentía igual que la primera que escuchó su voz...

Ella abrió la puerta desde su apartamento, pasaron, era un recinto realmente hermoso, era como caminar en medio de un jardín botánico, al final del pasillo estaban los ascensores; se abrieron las puertas, se marcó el piso 8, y la puerta cerró. La emoción era evidente, ellos estaban listos para llegar y dar un abrazo increíble, pero lo que no esperaban era que Mariana estaba esperándolos y veía cómo iban subiendo los números en la parte superior del ascensor. Un 7... 8 se detuvo, e inmediatamente abrieron las puertas; Mariana miró rápidamente, pudo observar a Manuel, luego a Horacio, y para su sorpresa, al fondo, a Anthony. Manuel la abrazó fuertemente, ella estaba feliz de volver a ver a su hermanito, pero su mente estaba en Anthony, posteriormente saludó a Horacio de manera igual, pues habían crecido juntos, era como un hermano adoptivo; ese momento estaba otra vez, el tiempo se detuvo, sus miradas aunque un poco distanciados, lo decían todo. Anthony tomó aire, y de manera ligera exclamó "Hola"; Mariana de inmediato devolvió ese "Hola" y sin pensarlo mucho, saltó a sus brazos. Ese abrazo, era recobrar la felicidad, las ganas de vivir, sin hablar les decía "Este no es el fin, todo está bien". Era inevitable besarse; un año sin verse, sin sentirse, sin sentirse completos; ella se disculpó, no sabían ni de qué se disculpaba, pero él solo respondió:

|No renunciaré tan fácil...

Manuel y Horacio se miraban y sonreían, pues ellos desde el momento que se pelearon tenían eso planeado, solo que nadie lo sabía...

Después de volverse a ver, y con solo un par de palabras solucionar todo; entraron al apartamento, el cual era fascinante, no era enorme, pero tenía todo lo que puedes imaginar, desde un plasma de 62 pulgadas, hasta un balcón con vista a la ciudad; ella preguntó rápidamente por su familia, por sus vecinos; esto daba a entender que ella seguía siendo la misma niña de siempre, que se preocupa por todos, que quiere vivir feliz. Ellos estaban realmente agotados, Horacio se durmió en el mueble, cosa peculiar de él, dormirse donde le dé sueño, sin importar lo que sea; y Manuel se fue a su habitación asignada; pero Anthony no, él tenía mucho que hablar, y no perderían ningún momento. Le contó de su vida, de que su hermana estaba a punto de graduarse, que a él le faltaba año y medio, que sus padres seguían luchando, que Manuel había superado muy bien la muerte de su amada, pero que aún se podía notar tristeza en su mirar; también habló de su decisión, de entregar el vehículo, y que su padre lo había comprometido a cuidar todo lo que tenía que ver con ella; realmente ella no se molestó, o quizás ya lo sabía. Ella también habló de sus cosas, que justamente le faltaba año y medio para terminar, que en un año había logrado adelantar muchísimo, que le encantaba su carrera, que aprendía cada vez más, que había soñado ese momento desde el primer día de su llegada. Además, habló un poco de lo difícil que era ser inmigrante, que aunque ella tenía los recursos, muchas personas la habían tratado mal, que tuvo días donde llegaba llorando, donde quería soltar todo, pero al final, tenía que cumplir sus sueños, y al cumplir ese sueño, lograría cumplir uno más, estar juntos otra vez...

Es Lindo Verte LlorarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora