Noches de amor... noches de llanto...
La dualidad de Taehyung estaba volviendo loca a Natasha, quien cada vez comprendía menos a su novio.
Estaba confundida en su totalidad, tenía una idea muy errónea sobre ello. Creía que después de tres años de re...
Habían pasado dos semanas, ya dos semanas desde que me reuní con mis padres y mi ya prometido me pidió la mano. Aún no me lo creía,había esperado este momento durante mucho tiempo.
Miré nuevamente el anillo que llevaba puesto en el dedo, encajaba perfectamente y además era precioso. Sonreí para mis adentros y sentí como el pecho me iba a explotar. ¡Por fin era real! Había soñado con esto muchas noches, pero luego mi ilusión era destruida por completo cuando Taehyung llegaba con nuevos chupetones o cosas por el estilo. Nada de eso había vuelto a pasar desde entonces, cada noche se acostaba conmigo, me daba amor de todas las formas existentes y amanecía a mi lado. Esa sensación era increíble.
Agarré mi móvil y saqué una foto de mi preciosa mano con el anillo, creí oportuno anunciarlo después de dos semanas.
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En tan solo un par de minutos la foto ya había llegado a los 789.371.506 me gustas y 130.456.361 comentarios.
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Sentía unas ganas inmensas de llorar de felicidad si me ponía a recordar el momento en que se arrodilló para pedirme que me case con él.
Sentí una mano acariciando mi baja espalda, haciendo que me sobresaltara. Taehyung se sentó a mi lado en la cama,con una sonrisa traviesa en sus labios.
—¿Me has echado de menos?—sus labios ya se encontraban en mi cuello, devorando este ferozmente. Era consciente de que dejaría múltiples e impresionantes marcas sobre mi piel, pero no me importaba. Lo estaba disfrutando, y mucho.
Tres horas después me encontraba tumbada en la cama con Taehyung a mi lado, ambos cubiertos por la sabana mientras él proporcionaba dulces caricias en mi mejilla. Su vista estaba clavada en mi pecho, miraba detenidamente cómo inspiraba y expiraba. Le parecía de lo más interesante ya que llevaba un buen rato sin fijarse en otra cosa.
—Eres preciosa—sus ojos ahora se encontraron con los míos. Su mano se había movido de mi mejilla hasta bajo las sábanas, para encontrarse con mi cintura y acariciar esta.
—Siempre me lo dices—y como cualquier adolescente enamorada sentí un revoltijo de miles de sensaciones en mi estómago.
—Te lo digo porqué es la verdad—besó mi frente para luego levantarse de la cama—recuérdalo.
