18. Chocolate de almendras

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Abrí los ojos encontrándome con dos orbes azules mirándome, parecía que también se acababa de despertar

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Abrí los ojos encontrándome con dos orbes azules mirándome, parecía que también se acababa de despertar.

—Buenos días— dijo ella removiéndose un poco, algunos mechones cubrían su rostro.

Sonreí dándole un corto beso en los labios. Ella me miró adormilada.

—Creo que no hay mejor manera de amanecer— sonrió ella.

Ambas decidimos levantarnos ya, si no sería muy tarde, hoy Robin tenía la mañana libre, así que habíamos dormido bastante. Nos vestimos y ambas bajamos al salón, su padre parecía no estar, seguramente estaría trabajando.

—Nancy, he estado pensando que podríamos ir a visitar a Jess. Ayer nos dijo que estaba bien, pero ella me ha ayudado mucho y necesito asegurarme.

Me pareció muy buena idea, juzgué a Jessica y aún me arrepiento por ello. Robin tenía razón, nos había ayudado muchísimo, y nunca nos había juzgado.

—Me parece genial, podemos llevarle algo— sugerí.

—¿Cómo qué?— me preguntó Robin, parecía haberle gustado la idea.

—Cuando alguna amiga rompía con su novio le solíamos dar chocolate.

Recordé la última vez que me pasó algo así. Con todo lo ocurrido había perdido a gran parte de mis amigas, pero lo mejor era que no me importaba. Tenía a Robin, y eso era más que suficiente.

—Es una buena idea ¿A quién no le gusta el chocolate?— me sonrió Robin.

Reí ante su comentario. El chocolate solía alegrar a todos, recuerdo que cuando salía con Steve y me encontraba mal, él en vez de darme sopa caliente o algo por el estilo me daba chocolate. Yo nunca me quejé de eso.

—Perfecto.

Ambas acabamos de prepararnos y desayunamos algo juntas, nunca me había sentido tan bien, aún tenía algo de nerviosismo por Jonathan, pero comer tranquilamente con la compañía de Robin era algo increíble.

—Hay una tienda aquí al lado, es pequeña, pero hay de todo— me informó Robin.

Sonreí ante su propuesta. Robin tenía un corazón de oro, parecía preocupada por Jessica de verdad.

—Claro, vamos.

Fuimos a la pequeña tienda, el olor a chocolate inundó mis fosas nasales. Cómo Robin había dicho no era muy grande. Sin embargo, parecía haber todo tipo de chocolate.

—Chocolate negro de ¡Almendras!— sonrió—¡Esto le debe gustar! Es de lo mismo que las galletas que llevaba en el bolso.

—¿Qué galletas?— pregunté intrigada.

Ella me miró y vi como sus mejillas se tintaban de rojo, arrepintiéndose de su comentario.

—Cuando ya sabes...Me hiciste un chupetón...— se notaba nerviosa—Por casualidad me encontré a Jessica y me ayudó a taparlo. Tenía galletas en su bolso.

Eclipse azulado | RonanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora