22. Patatas fritas

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Ese día me encontraba caminando por las calles junto a Jessica

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Ese día me encontraba caminando por las calles junto a Jessica. Esta sacó un cigarro de su bolso y lo encendió con un mechero colocándoselo en su boca.

—No sabía que fumabas— dije mientras le daba el último mordisco a mi helado.

—No lo hago mucho, solo muy de vez en cuando— me sonrió ella.

Asentí, habíamos quedado para hablar, me había contado lo que la había ocurrido con Skylar y yo todo lo que había solucionado con Nancy y Jonathan.

—¿Crees que volverá a buscarte?— pregunté refiriéndome a Skylar.

—Pareció entenderlo— suspiró ella.

—Oye, antes has dicho que me querías decir algo ¿Qué era?

Recordaba el principio de muestra conversación, pero habíamos parado en la heladería y se nos había olvidado lo que me iba a decir.

—Oh, tienes razón— rió—Se me había olvidado completamente.

—Tranquila— dije con una sonrisa.

—Hay un lugar, una especie de discoteca donde van personas de nuestro colectivo, es una ubicación secreta, pero yo iba con Skylar— me sugirió ella.

Mis labios se entreabrieron por la sorpresa, no sabía la existencia de un lugar como ese.

—No sé Jessica ¿Y si nos pillan o algo?

—Robin, he ido cientos de veces— ella me miró a los ojos—Es increíble, es un lugar donde sientes que puedes ser libre sin tener que ocultarte.

Sonreí ante sus palabras y asentí. Sería un buen lugar para ir con Nancy, ambas podríamos besarnos delante de gente y no a escondidas como siempre hacíamos.

—¿Tú vendrás?

—Claro, os acompañaré— dijo ella emocionada de que hubiera aceptado.

—¿Crees que debería llevarme un spray de pimienta?

Ella rió ante mi pregunta, seguramente notaba que no había ido nunca a una discoteca.

—Si te hace sentir mejor, claro, no hay ningún problema.

Sonreí. Después de esa conversación ambas nos despedimos, era sábado así que, era mi día libre.

Decidí ir a ver a Nancy a su casa, la había llamado por teléfono horas antes. Al verme llegar por la ventana corrió a abrirme la puerta y me abrazó con todas sus fuerzas.

—¿Tanto me echabas de menos?

Ella hizo un puchero y me obligó a entrar. Ambas subimos a su habitación.

—¿Qué tal tu charla matutina con Jess?— me preguntó ella con cierta curiosidad.

—Todo bien, es más, me ha sugerido algo que te podría interesar— sonreí juguetona.

Eclipse azulado | RonanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora