5. Bollos de crema

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Me desperté al notar los finos rayos del sol filtrándose por la ventana

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Me desperté al notar los finos rayos del sol filtrándose por la ventana.

Había soñado con Robin.

Lo recordaba a la perfección, como si hubiera sido real. Ambas íbamos por el centro cogidas de la mano, sus manos eran tan suaves y delicadas. Nuestros dedos estaban entrelazados y nuestros cuerpos muy cerca.

Mi corazón comenzó a latir con rapidez y me levanté exaltada.

—Solo ha sido un sueño, no deberías darle tanta importancia— susurré para mi misma.

Había visto alguna vez parejas del mismo sexo, pero no era aceptado. Se veía como algo fuera de lo normal, y siempre eran rechazadas e insultadas. Yo simplemente pensaba que eran dos personas que se querían ¿Qué más daba el género? Aunque mi opinión poco importaba. La sociedad seguiría igual.

Ya había soñado con otras personas, con Jonathan, por ejemplo, antes soñaba mucho con él, pero ahora Robin parecía haber ocupado su lugar.

Me dirigí al cuarto de baño donde me lavé la cara rápidamente con agua fría. Necesitaba distraerme, así que decidí verme la película que me había prestado Robin. Al acabar me quedé satisfecha, me había gustado mucho, pero ahora tenía que ir a devolverla y estaba algo nerviosa. Antes de salir me apliqué perfume de vainilla, ya que por alguna razón me acordé de que a ella le gustaba.

Agité la cabeza. No sabía que me estaba ocurriendo, pero desde ese día que entré en la tienda por primera vez y la vi con su uniforme azulado no podía dejar de pensar en ella, y eso me estaba matando.

—¿Dónde vas tan arreglada? ¿Vas a ver a algún chico?

Me giré para ver a mi hermano Mike. Me miró con una ceja levantada esperando una respuesta.

—No, no voy a ver a ningún chico.

—Solo te pones ese pintalabios cuando quieres impresionar a alguien.

Lo había hecho de forma inconsciente, pero tenía razón.

—No, sabes que Jonathan aún...

—Nancy, tú y Jonathan ya no salís, reconócelo ya, lo siento hermanita, pero tengo razón.

Suspiré y salí de casa. Mike tenía razón. Hacía días que no hablaba con Jonathan, siempre le llamaba yo y eso ya me estaba cansando. Además, una de nuestras últimas conversaciones no acabó demasiado bien.

Preferí dejar de pensar en eso, así que cogí el coche y me dirigí a la tienda de películas.

Al entrar vi que había bastante gente. Steve estaba hablando con Robin sobre algo y tenía una caja en sus manos.

—Vamos Robin ¿No quieres un bollo de crema?— preguntó él con un sonrisa burlona.

—¡Steve! ¡Eres idiota!— Robin estaba roja como un tomate.

Eclipse azulado | RonanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora