➳ 24: Lady Akgon. ➳

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— ¡Louis! — saltó Harry cuando cada una de esas cosas se hizo añicos frente a él, mirando como el omega estaba aún tirado sobre la nieve, el corazón latiéndole desbocado dentro de su pecho. Louis aún tenía los ojos abiertos como platos y la respiración entrecortada, no podría creer que había funcionado.

Mientras Harry corría hasta Louis para ayudar a levantarlo, Skyler se había quedado de pie con la quijada en el suelo y los ojos desorbitados; simplemente no podía creer que eso hubiera ocurrido.

— ¡¿Pero qué mierda?! —gritó. —¿Cómo... cómo..., qué...?

—Shhh, Sky, sería mejor que no hiciéramos mucho ruido, aún puede haber más. —La regañó su primo cuando Louis estuvo entre sus brazos. Lo abrazó -y en realidad él lo abrazó, porque por una milésima de segundo, rogó a todos los dioses que no se lo llevaran, que le dieran otra oportunidad, que Louis no merecía morir de esa manera. Él de verdad creyó que Louis moriría segundos atrás... Harry intentó no hacer muy obvio que seguía temblando-, mientras que Skyler terminaba de acortar la distancia entre ellos.

Eso había sido... lo más intenso que habían vivido... en su vida.

(...)

El sol se ponía al momento en el que Louis llegaba junto a Harry de vuelta a la fortaleza Tomlinson.

Cargaban un par de conejos entre sus manos, ya que eso eso lo único que habían podido cazar, no habían encontrado otros animales y eso había asustado un poco al príncipe omega, pero al fin y al cabo, tenía esperanza de que todo volviera a la normalidad una vez ellos ganaran la guerra, -y ahora sus esperanzas se mostraban diez veces más arriba ahora que sabía y conocía la forma de vencer a esas cosas-.

Cuando llegaron a las puertas de la fortaleza, Harry hizo un silbido que, según, sería la única forma de que Skyler supiera de que se trataba de ellos; Louis había insistido que eso no era necesario, pero Harry parecía un niño de ocho años.

Aún así, sonrió mirando hacia otro lado para que el príncipe no pudiera verlo.

Skyler abrió entonces la puerta y tan pronto los dejó pasar, cerró de nuevo con fuerza, esta vez atascando la puerta con el pestillo más otras rocas que Harry ayudó a poner contra la madera pesada.

Pasarían la noche ahí, así que habían cerrado cada parte del castillo, cada ventana y cada entrada, así como los jardines. Se habían asegurado de que no quedará nada vivo ahí además de ellos, y cuando rebuscaron en las alacenas de las cocinas, encontraron sólo algunas semillas que no iban a poder llenar sus estómagos; así que fue idea de Louis el cazar -aunque nunca en su vida lo había hecho, y tuvo que reprimir cada onza de dolor que le tomó acabar con la vida de esos dos conejos-, mientras que Skyler se ocupaba de crear una especie de fogata en el suelo del jardín, y Harry hacía muecas mientras abría el conejo para intentar cocinarlo.

Y es que los tres se habían criado en un mundo donde todos hacían todo por ellos. Louis aprendió a cazar a medias por su padre, que lo llevaba en aquellas excursiones junto a Liam y sus lobos, aún cachorros, poco había aprendido de ello. Y mientras Jacob Tomlinson llevaba un venado entero al banquete de esa noche, su hijo le hizo honor alzando dos pequeños conejos.

Skyler por otra parte, se tardó casi media hora en lograr que el fuego encendiera, pero lo hizo. Y Harry tenía las manos llenas de sangre en el momento en que lograron cocinar la carne de aquellos mamíferos y comerla con rapidez sentados junto al fuego.

La temperatura descendía extremadamente durante la noche.

Lo mejor sería intentar dormir y volver lo más rápido que pudieran por la mañana, lo cual fue fácil para Harry, quién tan pronto terminó de comer, se recostó sobre Louis y terminó acarreando un par de sillas de la cocina para dormirse sobre su regazo. El omega tan solo suspiró con ternura.

Dragonscale [l.s]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora