EL SUJETO.

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Narrador.

La mirada sombría y serena del ministro se depositaba sobre la de la chica. Los rumores sobre su familia la persiguen todavía. Su reputación es peor de la que ella cree. Al parecer de todos estos hombres ella es como el último eslabón de una familia que estuvo dentro de los seguidores del que no debe ser nombrado. Y alguno que otro cree que ella debió correr con la misma suerte que sus padres.

En sus rostros se veían el asco y el repudio. Por más que lo intentaran disimular.

Y ella lo sabía. levantaba la cara al darse cuenta de las miradas envenenadas, pero le era un poco dificil después de su dura mañana.

—buenos días caballeros—dijo en tono alto para que todos los presentes pudieran escuchar, ya que ninguno se dignó a saludar —ministro, dichosos los ojos que se honran con verlo—

Dejando en claro la ponzoña de su lengua, levantó la frente y se guardó el coraje.

—es un gusto verla de nuevo señorita Peek. Dígame, ¿a qué debo el placer de verla por estos lados? —el hombre bajó el tono de su voz. Como si la plática fuese solo entre ellos.

El ministro no esperaba que la charla durara mucho, de ser así, les habría dicho a sus hombres que los dejaran a solas.

El hecho de querer cortar la conversación lo más antes posible era mutuo.

Pero _______ no se iría de ahí sin dejar en claro el desagrado que la comunidad ministerial mágica ejercía sobre ella.

—quería mostrarle a Skeeter algo más fresco con respecto al trabajo periodístico. —continuo la chica sin bajar el tono. Pareciese como si se esforzara por subir la voz cada vez más. —pero me temo que toda esa maraña de pelo sobre su cabeza le está cerrando la mente. Una pena, el profeta cada vez se está volviendo más una pared de cavernícolas que una fuente confiable de noticias —

Soltó la chica. Y con ello, un alivio inundo su pecho. El nudo en su estómago se disolvía un poco y la bestia en forma de serpiente se despertaba de su letargo. Hacía ya varios días desde que no la sentía dentro de ella emerger como ahora.

Más de uno de los hombres que se encontraban ahí, comenzaron a escribir en sus cuadernillos. ________ suponía que pertenecían a los diarios.

El ministro lejos de ofenderse, torció una sonrisa irónica.

—me temo que tiene razón señorita Peek. Pero claro, la señorita Skeeter está tratando de recuperar su puesto y su nombre dentro de los periodicos. Ya que se le ha difamado tanto—apuntó él.

—no creo que hayan sido del todo calumnias, señor— atacó la joven.

—puede ser —continuo sereno el hombre, se acercó a ella un poco más y continuó —pero todos sabemos lo que se siente que manchen nuestro buen nombre. —

Golpe final y preciso. Directo al orgullo de la chica.

Ella tenía unos cuantos años más por encima de los veinte. Él era un hombre experimentado, que sabía lidiar con bestias más poderosas que una pequeña y escuálida serpiente.

El hombre al ver que no hubo respuesta, se irguió derecho y se acomodó la solapa.

—espero que pase un magnifico día señorita Peek. Ha sido un gusto platicar con usted. Caballeros, por favor — dicho esto él y sus hombres continuaron el paso.

Todos excepto uno. Un forajido espectador.

—vaya hombre nuestro ministro ¿no es así? — Gerald Goldman mantenía sus manos dentro de los bolsillos.

Escrito Con Magia {Harry Potter Y Tu}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora