TACITAS DE TÉ.

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Rayita P.O.V

Había pasado dos meses ya desde lo sucedido. Todo mundo se preguntaba dónde estaba el gran Harry Potter. Habían abierto una investigación sobre su paradero. Cada vez todo este asunto me ponía más nerviosa. Pero a pesar del sentirme acorralada, me mantenía firme en no revelar su ubicación.

Él se pasaba el día sentado sin mirar a nada en específico. Yo le insistía que tenía que comer, estaba demacrándose mucho. Él insistía en pagarme por las atenciones, pero yo me negaba totalmente.

Un día, me quedé detrás de la puerta sin que él lo notara, y viéndolo ahí, en el sofá, sin ninguna motivación o ganas por levantarse; me vi a mi misma. Cuando pasó lo de mis padres y luego lo de mi hermano, así me vería. Con la lastima de todos sobre mi espalda. Pero yo no le tenía lastima. Yo quería, de alguna forma, darle consuelo.

La pocas veces que entablaba conversación, me decía que ya no tenía importancia su vida. Que desde niño estuvo destinado al sufrimiento. Eso en parte, es verdad. Había ocasiones en las que parecía que realmente se sentía mejor. Aun así, se iba a la cama y al día siguiente volvían los recuerdos. Algunas noches, yo lo arropaba, como si fuese un niño pequeño.

Los diarios y las revistas de chismes no paraban de escribir sobre lo que pasó; o sobre lo que ellos creen que pasó. Trataba de que él no los viera. Un título peor que otro. Una nota más calumniante que la anterior:

"Harry Potter y la novia fugitiva"

"El elegido a quien no eligieron"

"21 tips para que no te dejen plantado en el altar"

"...los malos magos huyen de él... ¡ah¡ y también algunas brujas..."

"ganar una guerra no es suficiente para conquistarla; aquí te damos unos consejos para conquistar a la bruja de tus sueños *no aplica para pelirrojas*"

"desciende el número de bodas al aire libre"

Esta tarde quise llevarle algo para merendar, al entrar a la sala me di cuenta de que ni siquiera se tomó la molestia de sentarse en el sillón. Con los brazos alrededor de las piernas, se había recargado sobre el sofá, sentado en la alfombra.

-hey-dije. Él miraba por la ventana.

Volteo a verme, con su mirada perdida, ojeras profundas y pómulos marcados. Tampoco se había afeitado en un par de días.

-hey-me contestó.

-te traje algo para que comas-dejé la bandeja entre nosotros que tenía unas cuantas tostadas con mantequilla y una jarrita con té, y tomé asiento en la alfombra yo también.

-te lo agradezco, pero no tengo hambre. Nada me pasa-volteo su mirada de nuevo hacia la ventana.

Por unos instantes, me quedé embelesada viendo el nacimiento de su cabello, y como aún con esa barba no dejaba de ser atractivo. A veces, apretaba tanto las muelas que su mandíbula se marcaba más. Y eso me estaba provocando sensaciones en el estómago.

Tenía que centrarme lo suficiente para no pasar mi mano por su vello facial. Todo ese look desaliñado lo hacía parecer más maduro.

Por mi cabeza, pasó una idea. Me levanté con ambas tazas y me acerqué a una vitrina que mi padre tenía en la sala de estar. Adentro, en una pulcra botella de cristal, guardaba un líquido gris que él siempre me decía que no lo tomara, a menos que realmente me sintiera muy miserable o muy feliz. Incluso una vez me dijo que sirve para los buenos sustos y que nunca debería tomar más de diez gotas yo misma. La etiqueta decía: "wisky de azufre 237 e.m."

Escrito Con Magia {Harry Potter Y Tu}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora