Siete.

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Siete:

— ¿Entendiste algo?—Preguntó Valentín cuando ya salíamos del aula, lo miré a los ojos y asentí con la cabeza sonriendo un poco.

No sé lo que me pasaba, estaba mas contenta que nunca, era raro porque nunca había sentido esto tan intenso, y sabía que eso se debía a Valentín, por la forma en la que me había tratado recién y las sonrisas que me dedicaba cuando su mirada se cruzaba con la mía.

— Yo no.—Largó un suspiro de frustración y acomodó su mochila en el hombro.

— ¿Y por qué le dijiste a la profe que si?—Me reí negando con la cabeza, empecé a caminar hasta la salida mientras sentía sus pasos siguiendome de atrás.

— Porque vos dijiste que sí.—Habló un poco en voz baja, me quedé helada ante su respuesta, tampoco sabía porque lo dijo.

— ¿Q-qué tengo que ver yo?—Susurré en modo de pregunta, me daba un poco de vergüenza preguntar pero no entendía y no me iba a quedar con la duda.

— Es que si decía que no iba a tener que venir solito a otra explicación, y yo quería estar con vos.—Lo escuchaba hablar y no podía creer lo que decía.

¿A mi? ¿Qué de interesante puedo tener yo?

Sabía que nada de bueno podía mostrarle, pero sin embargo él se dedicaba a decirme estas cosas y me hacía pensar en que enserio podría llegar a tener algo que le guste, pero yo sabía que no, y lo iba a decepcionar tanto.

No respondí nada, me dedique a seguir caminando adelante y él atrás mio, no quería que viera mis mejillas rojas y mi cara de estúpida por tanto pensar y hacerme la cabeza, era una tonto por maquinarme con esas cosas, pero nunca me pasó algo así y la primera vez que me pasaba era con Valentín, el chico mas hermoso que había visto en mi vida y el que me tenía tan loca desde hace muchos años.

Cuando llegamos a la puerta me giré para saludarlo con un simple «chau», pero al verlo con la mirada fija en mi culo me asusté, ¿Todo el camino me miró así? Encima que era súper plana era un asco mirarme el cuerpo, nunca usaba pantalones jeans pero hoy tuve que ponerme uno porque todos los que siempre usaba estaban sucios.

Mis mejillas se pusieron rojas, mucho mas que nunca, las sentía caliente sin tocarlas y ni hablar de mi corazón, estaba corriendo más fuerte de lo normal, iba a entrar en una crisis.

— Perdón.—Susurró subiendo su mirada a mis ojos, tenía una sonrisa chiquita en la cara y me mataba el hecho de que él no este nervioso.—Es que... me entretuve con algo.

Si, con el culo que no tengo.

— Em... no, no pasa nada.—Susurré lo mas calmada que pude, sonrió mirando mis mejillas rojas y volvió a mirarme a los ojos otra vez con un poco de ternura en sus ojos.

— Me das ternura cuando te pones roja.—Se acercó a mi y acuno mi cara con sus manos, acomodó mi pelo atrás de mis orejas y volvió a sonreír.

— ¿Qué tengo?—Pregunté a la defensiva, no me gustaba que me mire así de cerca porque sabía que miraba los miles de defectos que tengo.

— Nada Lu.—Largó una risita y negó con la cabeza.—Tengo que comprarme algo ¿Me acompañas?

Abrí grande los ojos al escuchar eso, ¿Él quería que yo lo acompañe? ¿Yo? ¿Guadalupe? Era imposible.

Belleza ; WosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora