Harry caminaba de la mano con su prometida, sólo para salir en el periódico y que aquellos chismes se hicieran más fuertes.
Samanta no estaba muy cómoda tampoco, llevaba viendo a Harry sonreír falsamente muchas veces, lo había visto derrumbarse y lo había visto no poder dormir.
Samanta estaba esperando poder aguantar todo lo que venía.
Ella no había tenido nada fácil.
Cuando tenía cuatro años, sus padres se separaron, dejando a la más pequeña al cuidado de una madre sin recursos económicos y con una fuerte adicción a las drogas.
Samanta cumplió siete años.
Su madre se convirtió en prostituta, viviendo de su cuerpo y pidiéndole a su hija que cerrara los ojos y se ocultase cada vez que alguien entraba en esa estúpida casa que les sería quitada en unos meses.
Samanta cumplió nueve años.
Su madre dejó las drogas en un intento de proteger a sus hija, pero la suerte no duró mucho tiempo.
Se convirtió en una mujer popular en el prostíbulo, le pagaban bien, pero la lastimaban mucho.
Samanta cumplió once años.
La otra cara de la moneda comenzó a sonreír, su madre seguía viviendo de su cuerpo, pero no necesitaba tener sexo con más de una persona al día, con suerte, a la semana.
Un día, bailando de una manera sexy en un tubo de metal, con bastardos depravados viendo su cuerpo, pero sin poder verlo en realidad, el hombre que más dinero ofreció fue un tipo bastante viejo, la mujer no pudo decir que no aunque quería.
Pero llegó un hombre que pudo ver la desesperación en los ojos de la mujer al comenzar a caminar al hombre, casi pudo sentir la picazón en los ojos de la mujer, así que ofreció el doble de la ultima cantidad.
Y la mujer subió la mirada, igual de resignada, pero dejó ir el aire contenido al ver a un hombre que parecía de su edad, que la miraba con una pequeña sonrisa.
Samanta, que estaba ya escondida en la habitación de su madre, escuchó los pasos y dejó de respirar unos segundos, sabía que era el hombre que cambiaría las sabanas, y no quería ser encontrada.
Su madre entró a la habitación con aquel hombre (llamado Rafael).
—Sam, pequeña, puedes salir— dijo su madre.
Y la pequeña salió, confiando en su madre.
Y cuando vio a aquel hombre, sintió temor.
Pero el hombre comenzó a llorar, sosteniendo su cara entre sus manos.
Y, en un gesto de amabilidad y de valentía, escapó con ellas.
Y se enamoró perdidamente de una prostituta que dejaría de serlo.
Las llevó a Holmes Chapel, un pequeño pueblo en Londres.
Y se casó con la mujer que amaba.
Samanta cumplió quince años.
Su padre llegó a Holmes Chapel, reclamando la custodia.
Perdió el juicio frente a millones de personas.
Mandó a matar a la madre y al padrastro de Samanta, ganado así la custodia después de seis meses.
El mejor amigo y socio de su padre violó a Samanta, ella lloró durante cuatro años.
Samanta cumplió veintitrés años.
Se enamoró de Harry Styles.
Superó la violación yendo a terapia.
Visitaba la tumba de su madre y padrastro cada tercer lunes de un mes, ocasionalmente los martes.
Apretó fuertemente la mano de Harry, llamando su atención.
—Hoy es martes— Susurró ella.
Harry frunció en ceño, ayer ella había ido al cementerio.
Pero no sería una mala idea acompañarla para ir nuevamente.
Ya en la colina en la que había dos grandes lápidas, anocheció.
Harry miraba a Samanta en grandes lapsos de tiempo, preguntándose por qué no pudo enamorarse de ella.
Pero la realidad es que ella no quería ser amada.
No quería ser tan dependiente de un amor que probablemente no duraría para siempre.
No quería algo que durase para siempre.
Eso es mucho tiempo.
Por otro lado, Harry quería amar (cosa que ya hacía), pero quería ser amado de regreso.
Quería ser feliz.
Y sólo había una persona capaz de hacerlo sentir de es manera.
Louis Tomlinson.
¿Les gusta el personaje de Samanta?, ¿qué esperan de ella?
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Océanos [l.s.]
FanfictionLouis ha huido de Londres desde que rompió su relación con Harry, en una forma bastante cobarde, cabe aclarar. Pero cuando amas algo con todas tus fuerzas, vuelves. Aún si sabes que te hará daño. Una gran sorpresa lo recibe cuando baja del avión de...